Descripción de la Exposición
La historia de Vivian Maier es una historia singular. Maier se hizo famosa póstumamente. Nunca pudo imaginar el éxito que tendría su obra. Nunca nadie le reconoció en vida su extraordinario talento para la fotografía.
Vivian Maier (Nueva York, 1926 – Chicago, 2009)
Esta fotógrafa americana de origen europeo –madre francesa y padre austriaco– vivió primero en Francia, después en Nueva York, pero pasó la mayor parte de su vida (desde 1956) en Chicago. Trabajó cuidando niños de distintas familias.
Debió de tener un carácter muy particular, sin duda determinado por el hecho de que su padre les abandonara cuando ella tenía apenas 5 años. Su interés por la fotografía nació muy pronto, y quizá tuvo que ver en ello que su madre y ella vivieran durante un tiempo con la fotógrafa Jeanne Bertrand.
Gracias a una herencia de su tía abuela viajará a Cuba, Canadá y California. Comienza a trabajar como institutriz para ganarse la vida.
Hacia 1952 compra su primera Rolleiflex. Está interesada en la vida cotidiana de las calles de Nueva York. También hace retratos, de los niños que están a su cargo, pero también de extraños y algunos famosos con los que se cruza.
Tras pasar un año en Los Ángeles, se muda definitivamente a Chicago donde consigue un trabajo con la familia Gensburg, para quienes trabajaría 17 años. Monta un laboratorio en el cuarto de baño privado que tiene a su disposición en la casa.
Vivian Maier viaja por todo el mundo, quedándose principalmente en Filipinas, Asia, India, Yemen, Oriente Próximo, Europa del Sur, y después viaja a Francia por última vez.
En los años 70 realiza fotografías en color con su Leica y filma metraje en 8 y 16 mm.
A partir de 1990 prácticamente no tiene trabajo y sus recursos son escasos, de modo que no tiene medios económicos para revelar muchas de las fotografías que realiza. De hecho, su enorme colección de libros, recortes de prensa, películas e impresiones sería incautada para pagar deudas del alquiler. La familia Gensburg alquila un apartamento para alojarla y cuidará de ella hasta su muerte en Chicago el 21 de abril de 2009.
El descubrimiento
La casualidad quiso que el cineasta John Maloof, que estaba trabajando como coautor de un libro sobre Chicago, comprara una caja de negativos en una subasta, pensando que podrían ser útiles para ilustrar su libro. Pero no les prestó la atención suficiente hasta tiempo después. De hecho, decide revelar una parte y revenderla en Internet. Pero Allan Sekula, crítico e historiador de fotografía se pone en contacto con él para pedirle que deje de dispersar aquel material, claramente valioso. Es a partir de aquel momento cuando Maloof empieza realmente a investigar el archivo de Vivian Maier, a quien no llegaría a conocer, porque ella murió 2 días antes de que él lograra saber quién era.
Localiza a la familia Gensburg, y recupera dos cajones grandes con correspondencia, recortes de periódico y carretes fotográficos que iban a ser tirados a la basura. De los 100.000 negativos, unos 20.000 o 30.000 todavía estaban en los carretes sin revelar desde 1960 a 1970. Afortunadamente, los negativos que había revelado Vivian estaban colocados en tiras y tenían la fecha y la localización escritas en francés.
La exposición
La muestra está constituida por 135 fotografías, de las cuales 33 nunca han sido expuestas antes en España.
Las fotografías se distribuyen en 6 secciones temáticas:
1. Retratos
Este apartado concentra, mayoritariamente, gran variedad de fotografías de mujeres, ancianos e indigentes. Estas imágenes son un testimonio de su curiosidad por la vida cotidiana y rasgos de las personas que llamaban su atención. Es en los retratos donde Maier se acerca al otro. Resulta oportuno hacer una distinción entre los retratos de personas que pertenecían a las clases más bajas –con las cuales se podría identificar ella misma– y los retratos de personas con una vida aparentemente cómoda.
En algunos retratos, Maier imprime su rostro sobre los de las personas que está fotografiando. Esta peculiaridad hace que sus retratos representen también a su propia persona y, en definitiva, puedan considerarse, además de retratos, como autorretratos.
2. Autorretratos
Los autorretratos marcaron de forma especial su trayectoria fotográfica. Realizó infinidad de ellos, tantos como posibilidades de descubrir quién era ella misma; algo que se proponía con cierta insistencia y aparente obsesión. Aprovecha reflejos y elementos que encuentra en su día a día para realizar fantásticas composiciones en las que incorpora su figura.
3. Formalismo
Esta sección define a la perfección la obsesión de Maier no tanto por la imagen en sí como por el acto de fotografiar. Tomaba imágenes de personas, de la calle, de objetos, de paisajes... En ocasiones da la sensación de que concebía lo que fotografiaba solamente desde un punto de vista formal –fundamentalmente el encuadre y el equilibrio–, sin preocuparse por el discurso fotográfico, asignando la importancia de la imagen a los rasgos formales de los elementos que aparecen en las fotografías.
4. Escenas de calle
Fotografías memorables de la arquitectura y la vida urbana de Nueva York y Chicago, sobre todo de los años 50 y 60, especialmente de sus barrios más populares. Simplemente fotografiaba lo que veía; no intentaba captar nada excepcional, solo las pequeñas cosas, las verdaderamente importantes en la definición de cada persona o situación: un detalle, un gesto, una actitud, una inflexión en la realidad transformada en anécdota.
En sus escenas callejeras no entraba en el escenario que fotografiaba; se quedaba en su umbral, en el límite. Ni demasiado cerca para interferir, ni demasiado lejos para ser invisible.
5. Infancia
Vivian Maier tenía una gran empatía con los niños. No en vano trabajaba como niñera. La infancia es una constante de vital importancia en su obra y los niños son protagonistas, ya sea posando de forma individual, jugando en grupo o mirando fijamente a la cámara.
6. Fotografías a color
A partir de 1965, Maier comienza a abordar la fotografía en color, ya que empieza a trabajar con una Leica. El cambio a una cámara mucho más ligera y con el visor situado a la altura de la mirada, respecto a la Rolleiflex que había usado hasta entonces, refuerza su contacto visual con las personas que fotografía.
A la selección de fotografías acompaña otra de películas en super 8 mm, realizadas a partir de 1960, que nos permite seguir la mirada de Vivian Maier en movimiento. Como en sus fotografías, nos ofrece una experiencia visual, resultado de una observación discreta y silenciosa del mundo que la rodea. No hay narrativa, no hay movimientos de cámara (el único movimiento que se puede llamar cinematográfico sería el del autobús o el metro en el que va montada). Vivian Maier filma aquello que le lleva a la imagen fotográfica: observa, se detiene de forma intuitiva sobre un sujeto y lo sigue. Hace zoom con su objetivo para acercarse desde la distancia y se centra en una actitud o un detalle (como las piernas o las manos de algunas personas en medio de la multitud). La película funciona más bien como un documental –un hombre que está siendo arrestado por la policía o los destrozos provocados por un tornado– o como un objeto de contemplación –la extraña procesión de ovejas hacia los mataderos de Chicago–.
Exposición. 21 jun de 2019 - 20 oct de 2019 / Kutxa Fundazioa - Kutxa Kultur Artegunea / Donostia-San Sebastián, Guipúzcoa, España
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España