Descripción de la Exposición
Bernal Espacio Galería se complace en presentar su segunda exposición individual ahora dedicada a la obra en color de Vivian Maier (Nueva York 1926 – Chicago 2009).
La exposición reúne un conjunto de veinte fotografías en color datadas entre 1956 y 1979, realizadas en su mayor parte en las calles de Chicago. A través de detalles y personajes aislados, Maier es capaz de componer el relato de una época y, mediante sus autorretratos, dejar constancia de su paso por ella. Una cuidada selección que podrá verse en Bernal Espacio Galería hasta el 24 de mayo.
«Había retratos delicados y exquisitos momentos de acción congelada; había paisajes callejeros y niños jugando; había pequeños detalles y gestos hermosamente vistos y enmarcados, así como fotografías de los ancianos, de los vagabundos y de las almas perdidas de Chicago y Nueva York. Sobre todo, había una inteligencia inventando su camino a través del trabajo en color. Todo esto, ¡en color! ¡Qué valiente, y cómo de invisible!»
Joel Meyerowitz, Foreword, Vivian Maier: The Color Work, Harper Design, 2018.
El legado de Vivian Maier parece inagotable. Entre los innumerables carretes por revelar se encontraban magníficas fotografías realizadas a color. En cierto modo, la obra hasta ahora mostrada, aunque de manera brillante, respondía a lo que la fotografía de inicios del siglo XX había establecido como fotografía artística. El instante decisivo de Cartier-Bresson, en blanco y negro, capaz de suspender un momento indeterminado en una imagen.
En Wanderlust: una historia del caminar Rebecca Solnit afirma que “la magia de la calle radica en la mezcla de salir a hacer recados y volver con alguna revelación o descubrimiento inesperado”. De ese modo transita Maier, en el límite entre vagar y explorar, obteniendo como resultado un doble relato.
Por un lado, y aunque su biografía parezca ser un misterio, tenemos un diario íntimo en el que sus fotografías ejercen de registro de sus paseos – como niñera, en momentos de ocio, o simplemente caminando y reflexionando sobre su entorno. Por otro lado, y pese a ser una sucesión de instantes inconexos, con una sola imagen consigue narrar una historia y hacernos partícipes de una época. Una mirada tan fuerte que simplemente a través de los detalles y del color atrapa la esencia de las calles, y es a través de sus calles como se establece el imaginario de toda una ciudad.
La historia del caminar que Solnit define como amateur, pues sólo de ese modo concibe la propia práctica de caminar, adquiere un mayor sentido con Vivian Maier. Su posicionamiento como fotógrafa aficionada le otorgaba la libertad de traspasar los límites al situarse en un plano casi invisible desde el que poder acercarse tanto como quisiera al objeto deseado por su cámara; libre para esconderse o reivindicarse como narradora y para contar la historia desde su punto de vista. Su particular visión y el hecho de situarla en la marginalidad parecen otorgarle una mayor veracidad a sus fotografías, como si mostrase la ciudad y sus habitantes de manera más pura.
Las fotografías que se presentan ahora demuestran la capacidad de Maier para mostrar un momento concreto; tal y como Stephen Shore afirma en Lección de fotografía, “el color añade a la imagen un nuevo nivel de información descriptiva y transparencia [...] posee además un nivel descriptivo adicional, porque muestra el color de la luz y los tonos de una cultura o una época.”
De esa manera, fotografías en blanco y negro de Maier cobran aún más sentido al adquirir color. Sin él, adoptan la magia de un momento indeterminado en el que destaca la particular visión de la fotógrafa, mientras que en color nos atrapan por la fuerza con la que representan un momento concreto de la historia. Se definen en ese instante determinado para, luego trascenderlo. Sorprende la capacidad de Maier para componer con el color, manteniendo la personalidad de su obra, y a la vez hace inevitable pensar cómo una fotógrafa “aficionada” era capaz de retratar el paisaje urbano y de alcanzar el mismo juego de reflejos y sombras de sus imágenes, incorporando de manera natural el color.
Pese a que la fotografía a color era un medio que estaba muy presente en la publicidad, en los editoriales de moda y en el fotoperiodismo, su uso era considerado amateur y no se afirmó como un medio de expresión artístico hasta que en 1962 el MOMA organizó la primera exposición con fotografía a color dedicada a Ernst Haas. Un reconocimiento que respondía también al trabajo y experimentación realizada por fotógrafos como Fred Herzog, William Eggleston o Joel Meyerowitz desde la década de los cincuenta. En paralelo y en el anonimato, Vivian Maier experimentaba con el color.
Su posicionamiento como fotógrafa a la sombra, escondida y camuflada, no oculta su práctica constante y firme, y a medida que se van conociendo detalles de su vida se ha corroborado su conocimiento y estudio de los maestros de la fotografía. Autodidacta, como lo fueron muchos fotógrafos en aquellos años, su historia personal nos lleva a sorprendernos por lo que una niñera profesional y fotógrafa aficionada era capaz de hacer. Cuando quizás deberíamos reflexionar sobre si más bien no se trataba de una fotógrafa profesional viviendo circunstancialmente.
Exposición. 24 abr de 2019 - 25 may de 2019 / Bernal Espacio Galería [ESPACIO TRASLADADO] / Madrid, España
Exposición. 24 abr de 2019 - 25 may de 2019 / Bernal Espacio Galería [ESPACIO TRASLADADO] / Madrid, España
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