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Visita y anatomía de la cabeza del Padre Laburu

Exposición / San Telmo Museoa / Zuloaga Plaza, 1 / Donostia-San Sebastián, Guipúzcoa, España
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Cuándo:
04 dic de 2018 - 24 feb de 2019

Inauguración:
04 dic de 2018

Organizada por:
San Telmo Museoa

Artistas participantes:
Oier Etxeberria

       



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Descripción de la Exposición

José Antonio Laburu Olascoaga (Bilbao 1887 – Roma 1972), conocido como Padre Laburu, fue uno de los primeros documentalistas del cine vasco. Sus películas en torno a los ritos mágicos en la medicina popular, los experimentos perceptivos realizados con animales, o los zoológicos y los centros de internamiento psiquiátrico, constituyen un legado sustancial para la llamada antropología visual y, sin duda, muestran a un publicista (teólogo, médico y antropólogo) interesado en indagar en las zonas oscuras del pensamiento racional y científico. Este proyecto expositivo parte del carácter heterogéneo propio de las investigaciones realizadas por Laburu, buscando ubicar su producción intelectual mediante un recorrido que invita al espectador a adentrarse en la cabeza del protagonista. La muestra se articula a partir de las reproducciones de distintos registros documentales (textos, correspondencias, grabaciones y un rico legado cinematográfico) conservados en el Archivo Histórico y Musical del Santuario de Loyola en Azpeitia, la Fundación Benedictinos de Lazkao y en la Filmoteca Vasca. El itinerario propuesto en esta muestra se distancia de aquellas lecturas basadas en las cadenas de causas y efectos según las cuales todo lo que percibimos obedece, por definición, a las reglas de nuestra lógica. Siguiendo esta premisa, el proyecto plantea un acercamiento a las faceta etnográfica, teológica y científica del Padre Laburu, como figura que plantea un desajuste productivo. La metodología del Padre Laburu se caracteriza por su empeño en ordenar los materiales y los enunciados más discordantes, como si se tratase de una línea recta que conduce al punto de vista correcto. Unas formas de producción que unidas al carácter divulgativo y al uso de las tecnologías emergentes en las primeras décadas del siglo XX en el País Vasco (el cine, la radio o el diseño), permiten explorar los vínculos que se producen históricamente entre poder, saber y sugestión. 1.- La realidad de lo no visible Creer en cualquier religión consiste en aceptar un orden no visible al que es necesario ajustarse del modo más armonioso posible. A lo largo de su carrera, en las diversas situaciones en las que Laburu se enfrenta con el fenómeno de las visiones, alerta sobre el peligro de la industrialización de estos sucesos a partir de las fotografías y filmaciones comerciales y periodísticas de los visionarios en éxtasis. Entre otros materiales en la exposición destacan los registros documentales compilados en torno a las “apariciones de Ezkioga” sucedidas en la década de los años treinta en las laderas del monte Izazpi y en las que una serie de visionarios congregaron a una multitud de fieles. Un fenómeno de masas en el que llegó a ser necesaria de intervención del Obispado de Vitoria, quien confió en la experiencia y el saber hacer del Padre Laburu para gestionar una situación que comenzaba a escapar de su control. 2.- Hipnosis animal El magnetismo animal se interesaba por la acción curativa de fuerzas ignotas que, en un primer momento, estaban situados en un plano objetual (imanes, piedras, árboles...), para más tarde pasar al plano psíquico (la excitabilidad, la sugestión, el deseo...). En ese sentido, constituye el antecedente histórico más claro del psicoanálisis, de la hipnosis y de la psicología del inconsciente. Fiel a la doctrina jesuita, las investigaciones del Padre Laburu consideraban la influencia de la imaginación en el organismo como algo de vital importancia para delimitar lo sano y lo enfermo. Es comprensible, por lo tanto, que alguien con una sensibilidad decididamente socio-sanitaria, cívica y moral, se interesase de un modo tan enérgico por todos estos fenómenos difusamente atribuidos al poder de la imaginación. 3.- Locuela Desde la aparición en 1586 del Hospital de los locos incurables del escritor italiano Tomaso Garzoni las casas de locos han sido escenario de incontables recreaciones literarias. Estando de gira por Montevideo, el Padre Laburu tuvo que trasladarse a Santiago de Chile para interrogar y diagnosticar a un paciente que había sido detenido e ingresado pocos días atrás. Se trataba de Domingo de Zárate, conocido también como El Cristo de Elqui, un predicador proveniente de la Serena al que años más tarde el poeta Nicanor Parra dedicó dos poemarios. La creciente somatización de la enfermedad ental que la medicina estaba impulsando en aquel momento, junto a los estudios realizados por el Padre Laburu en torno a los trastornos psicopatológicos y las desviaciones teológicas, llegaban de este modo hasta un paciente que para entonces ya era un auténtico fenómeno de masas. Aquel psiquiátrico, Casa de Orates, primera institución moderna para enfermos mentales del país, fue el escenario donde conversaron el jesuita y el Cristo de Elqui. NOTA DE OIER ETXEBERRIA Esta exposición es una invitación a adentrarse en la cabeza del jesuita vasco José Antonio Laburu Olascoaga (Bilbao, 1887- Roma, 1972). Tomando como punto de partida aquella propuesta de Francisco de Quevedo de visitar la cabeza del Cardenal Richelieu con el fin de diagnosticar los problemas que achacaban al cuerpo político francés de la época, el recorrido propuesto en este espacio explora las alteraciones y los trastornos perceptivos que afectan a los movimientos del cuerpo político contemporáneo. La cabeza coincide con la geografía de la sala de exposiciones; una habitación de 145 metros cuadrados que corresponden a una planta rectangular con un techo a 13 pies de altura y una gran ventana que comunica al recinto con un patio interior. Se accede por el tabique nasal y, atravesando los dos ojos, se avanza hacia el cerebro, desde donde es posible girar hasta obtener una vista de la parte frontal que nos situaría detrás de los globos oculares del protagonista. Esto es, dejando a nuestras espaldas a la zona parietal, obtendríamos una panorámica de la cámara posterior de ambos ojos, con los tímpanos a cada lado. Siguiendo las palabras del escritor conceptista “andar por este cráneo con pasos nunca vistos de anatomía y visitarla seno por seno, celda por celda, y sentido por sentido” dependerá, a partir de este momento, de la amplitud del cuadro perceptivo del visitante. De este modo, una vez dentro de la cabeza, comienza una exploración anatómica en la que se va desplegando, al igual que un gas que tiende a ocupar todo el espacio que se le asigna, el poder imaginario de un cuerpo que ahora se nos presenta fragmentado. Excesivamente habituados a lo que tienen delante, nuestros sistemas motores funcionan siguiendo relaciones de causa y efecto, formando patrones que anticipan sus estereotipos antes de que la acción de ver o de escuchar tengan propiamente lugar. A medio camino entre la mística y el delirio, este recorrido anatómico se detiene en algunas disposiciones que insisten en poner obstáculos a esta cadena significante que nos lleva a tomar una hoja por una hoja, a confundir una imagen con una imagen y a ver una persona en una persona: delirios de influencia o posesión, alucinaciones auditivas, visiones y abducciones que rodean la biografía del jesuita. “Aún ante el mismo Yo hay momentos previos al sumergirse o abandonarse al delirio, en que (este) se da cuenta de la anormalidad y no objetividad del grupo delirante”, nos advierte el Padre Laburu, en uno de sus apuntes sobre las visiones y la sugestión humana. Es como si el comprobar el alcance de las imágenes le obligase a enfatizar al individuo frente al riesgo de su disolución. “Oíd: el tiempo grita a través de mi como el ciego Vii: levantad, levantadme los párpados de los siglos” El poeta Vladímir Mayakovski describe en este poema esos momentos en los que no es posible “entrar en razón” porque es la razón la que entra en nosotros. Es este movimiento que se propaga por debajo de las palabras el que mejor podría guiarnos por el interior de una cabeza como esta, habituada al estudio de patologías psicosomáticas, mundos zoomórficos y alucinaciones, que también compaginaba con la exploración de ritos mágicos y de cráneos asediados por diversos tipos de rayos celestiales. Quién en ese trance podría jactarse de no haber sido presa fácil de esos engendros que llamamos ideas. Quién, siendo un alma formada en la devoción más entusiasta por la contabilidad de la culpa hubiese podido cesar en el empeño de exaltar a la mismísima Idea. Esa Idea /eidon/ cuyo origen etimológico apunta justamente al ver y a la posibilidad de organizar imágenes y pensamientos según su particular dogma de fe (creer en la unidad de lo que se ve) y que hoy, en la era del espectáculo y de la mediación audiovisual, parece haberse fusionado con la realidad misma. “¿No es acaso toda mirada un acto de fe?” se preguntaba Antonio Machado en un viaje en el que se había olvidado la cartuchera de los anteojos, recordando de ese modo tan preciso que el universo de signos que nos rodea exige una creencia de un grado variable para hacernos partícipes de su concierto. Este recorrido por la producción verbo-visual del Padre Laburu, se hace eco de estas paradojas en forma de una cita dentro de otra cita, o mejor dicho de una cabeza que se desplaza por el interior de otra. En un texto titulado “La descerebración”, Laburu se ocupa de los bloqueos que hacen que un ser vivo (humano o animal) quede paralizado en su actividad motora, enumerando los defectos y las taras que encuentra este órgano en el control de la actividad voluntaria. Como pasa con muchos otros estudios que lleva a cabo, en un momento dado la nomenclatura y el rigor científico dan paso a analogías desconcertantes, a un relato figurado que nos aproxima a la parábola. -------------------------------------------- Oier Etxeberria es músico y artista visual. Entre sus exposiciones individuales destacan Pure Data, (Tratado de Paz, Donostia/San Sebastián, 2014) y LaLana (Montehermoso Kulturunea, Vitoria-Gasteiz, 2011); entre las exposiciones colectivas destacan C as in Curry S as in Seen (Marion de Cannière, Amberes, 2016) y La Bestia y el Soberano (MACBA y Württembergischer Kunstverein, Barcelona y Stuttgart, 2015-2016). Como Responsable del Área Cultural del la Fundación Cristina Enea entre 2008 y 2015 comisarió Las Patatas y las Cosas, Lurpeko istorioak (2011), The End (2012), y ¿Cúanta tierra necesita un hombre? (2014). Actualmente es Responsable de Proyectos Artísticos de Tabakalera (Donostia/San Sebastián) donde comisaria el proyecto Estimulantes: Circulación y Euforia. Como músico ha publicado Locuela, un disco que cuenta con la colaboración de músicos como David Azurza, Xabier Erkizia o el Niño de Elche.


Imágenes de la Exposición
Oier Etxeberria. Visita y anatomía de la cabeza del Padre Laburu — Cortesía del Museo San Telmo

Entrada actualizada el el 05 dic de 2018

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