Para el razonamiento humano, algunas decisiones del Universo son difíciles de comprender, y sin lugar a dudas, la muerte es la más difícil y compleja, tanto de analizar como de aceptar.

Desde mediados de septiembre y hasta el finales de octubre, SALA DALMAU, rinde homenaje a una de las pintoras de su galeria: Virginia Lasheras, quien entró en contacto con la galería a principios de los años noventa del pasado siglo, siendo a partir de 1998 participante en varias muestras colectivas organizadas por la galería, junto con Jorge Gay o Miguel Peña.

El visitante con pocas referencias de la trayectoria artística de Lasheras, no puede evitar sentirse extrañamente sobrecogido por una obra impregnada de simbolismo, muy cercana al misticismo, con elementos arquitectónicos muy marcados, pero siempre presente la figura humana, casi apenas sin definición, como una unidad tremendamente ... clásica, de constante referencia a los principios del arte, Grecia y Roma.

Siluetas, rostros de mirada vacía, energías que fluyen del simbolismo de una pirámide, de una columna, de la fortaleza de lo antiguo, algo que irremediablemente conduce al estudio de la Hermética, de lo oculto, de lo misterioso, de querer introducirse en el más allá de lo visible.

Con la utilización de diversas técnicas (mixtas sobre papel, sobre cartón, óleo sobre tela), esta muestra presenta obra de gran formato, así como también escultura. Pincel vehemente, gama cromática austera y parca, sin extremismos, sin apenas concesiones a la perspectiva o a la estructura, mostrando de esta forma una obra densa en cuanto a concepción, liviana de contenidos y universal en el mensaje.

Una muestra sin duda extraña, de ritualismos y liturgias, de construcciones constantes y fantasías melancólicas.