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Viene un pájaro volando...

Exposición / Cubo Azul [ESPACIO CERRADO] / San Lorenzo, 2 - Bajo Izq. / León, España
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Cuándo:
21 mar de 2008 - 02 may de 2008

Organizada por:
Cubo Azul. Directoras: Laura Gutiérrez y Laura Blanco

Artistas participantes:
Christoph Burtscher
Etiquetas
Fotografía  Fotografía en León 

       


Descripción de la Exposición

La evocación del tiempo vivido es quizás una de nuestras necesidades ontológicas más profundas que nos sirve de vez en cuando para explicar muchas de las cosas que nos suceden, de cómo actuamos y de cómo somos en nuestro tiempo presente. Quizás sea la contemplación de nuestro propio álbum de fotos familiar una de las experiencias más íntimas y emocionantes que realizamos a lo largo de nuestra vida.

En la literatura contemporánea son múltiples los ejemplos que acuden a esa rememoración de la infancia, de un tiempo que dejó sus huellas indelebles en nuestra alma y que compuso de alguna forma nuestra biografía más temprana. Desde En busca del tiempo perdido de Marcel Proust a “Confieso que he vivido” de Pablo Neruda, la práctica de la evocación nostálgica ha servido constantemente a infinidad de autores para autoafirmarse en a manera de concebir el mundo desde la historia de uno mismo, como excusa para reivindicarse desde el pasado. A menudo, este pasado al que nos aferramos, nos devuelve constantemente mensajes en botellas que no fuimos capaces de descifrar en su día y que ya dábamos por perdidos. Pero siempre la memoria recuperada, como el oleaje que termina devolviendo a la playa todo aquello que alguna vez fue arrojado al mar, nos termina enfrentando a los vestigios de nuestro propio pasado, a las huellas mudas de lo que fuimos. Es precisamente el propio Proust, en el séptimo volumen de su magna obra, titulado El tiempo recobrado, quien, sumergido en una biblioteca recupera el aroma perdido de su niñez. Ese mismo proceso, al que todos nos hemos enfrentado en alguna ocasión, es el que nos hace encontrar a menudo un sentido distinto a nuestra existencia y recuperar nuestra Arcadia perdida.

Fue Baudelaire quien acuñó aquella célebre sentencia de mi patria es mi infancia. Posteriormente otros poetas, como Rainer Maria Rilke, se la apropiaron para componer algunos de sus más bellos versos.

En la obra del artista Christoph Burtscher también nos encontramos ante un caso singular de recuperación de la memoria y de la identidad familiar a través de las fotografías de su infancia, intercaladas en esta ocasión con textos infantiles escritos por él mismo. Uno podría pensar que quizás esas imágenes, tomadas durante la niñez y la adolescencia del autor, no aportan la suficiente solidez discursiva para erigirse en obras de arte, puesto que en el momento en que fueron creadas, la intencionalidad plástica, estética y conceptual del artista probablemente aún no hubiera aparecido o quizás se encontraba en un incipiente proceso de formación.

Pues bien, no se trata aquí de diagnosticar con un ojo clínico si existía ya una intencionalidad artística o no en la obra que ahora se recupera, sino de valorar la carga creativa que, desde el discurso del presente se impregna a las imágenes del álbum familiar mostradas en la presente exposición.

Porque lo que Burtscher pretende aquí es introducir desde el presente una nueva narrativa y relectura emocional a partir de aquellas imágenes que en su día fueron construidas de una manera lúdica, desde la inocencia y la espontaneidad de su autor. Ahora, la relectura de las mismas por parte del artista, su selección, combinación y redistribución les otorgan un nuevo significado.

Me gusta imaginar que, en el proceso de recuperación y reinterpretación de parte de su archivo familirar. Burtscher se ha reencontrado a través de estas viejas fotografías con un pasado distinto al que recordaba en su cabeza, produciéndose una suerte de extrañamiento en su manera de mirar a ese pasado desde el presente. Probablemente el artista ya no se reconozca en esas imágenes como autor de las mismas. Quizás el olvido en un cajón, en un álbum olvidado desde hace años o guardado en una vieja lata de recuerdos y fotos amontonadas, haya hecho que la tarea de la reconstrucción y reordenación de su propia biografía infantil constituyan un proceso de asimilación de alguien que ya no se reconoce en lo que fue ni en lo que hizo. Como si nos situásemos ante un espejo deformante o empañado, se produce irremediablemente una disociación de nuestra conciencia de identidad, entre lo que somos y lo que fuimos, entre lo real y lo recordado. Como en ese reflejo que no nos devuelve nuestra imagen en el espejo, tampoco somos capaces de reconocemos ya en aquellos retratos que nos tomaron hace décadas, ni en las fotos que nosotros mismos disparamos cuando aún apenas empezábamos a descubrir el mundo con una cámara colgada al cuello. Como reza una canción de Luis Eduardo Aute, evocando precisamente una fotografía de adolescencia, "esos rostros ya no llevan nuestros nombres, son dos máscaras perdidas en anoche”.

Pues bien, la obra de Burtscher puede ser leída también como una especie de ready-made familiar que adquiere nuevo sentido en el doble proceso de olvido y recuperación. Porque las propias imágenes que este autor realizó en el pasado se acercan en cierto modo al ob jet trouvé del ideario surrealista, a ese objeto que se nos revela como extraordinario en mitad de lo cotidiano y al que somos capaces de otorgarle un nuevo sentido y un nuevo valor estético, distinto de para el que fue creado originariamente.

En este caso, la recuperación no puede ser más conmovedora, puesto que con lo que se encuentra el artista es con sus propias imágenes. pero otorgándoles eso sí una nueva lectura. Parafraseando a Estrella de Diego, lo que podernos ver en esta obra no es otra cosa que el sabor de lo extraño en lo familiar. Pero además, la ligera falta de nitidez de una lente monofocal, junto a la sutil trepidación de la cámara (debido a una velocidad de obturación lenta) y al color saturado e irreal que confieren las viejas películas en color, hacen que el componente evocador de las imágenes sea todavía más poderoso. Podemos vernos reflejados en esos personajes y en esos lugares como si pertenecieran a nuestra propia familia, porque esta obra nos habla también de nuestro propio pasado, de ese lugar al que todos hemos querido volver alguna vez.


Imágenes de la Exposición

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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