Descripción de la Exposición
"Atacar el espacio": son las tres palabras con las que Roberto Chartam define el objetivo de su nuevo proyecto. Sin embargo, y a primera vista, la expresión no le pega. No es un artista estrambótico, nunca se ha planteado llevar vida y obra al mismo nivel de provocación como si de un dadaista se tratara. Parece sereno, y la misma tranquilidad respiran sus obras. De hecho, el equilibrio, la armonía, fueron ingredientes esenciales en su anterior exposición, Point of no return. Habrá que liberar, pienso, entonces la palabra "atacar" de sus tradicionales y violentas connotaciones para buscarle un nuevo significado, aquel que Roberto Chartam ha dejado caer pero no me ha querido explicar.
Atacar el espacio. "¿Pero por dónde?", pregunto. "De dentro a fuera", contesta lacónico él. "¿Pero por qué?", insisto. "Porque los dibujantes siempre hemos estado limitados a lo bidimensional, porque parece que hay con conformarse con el papel, porque el aire y los medios alternativos siempre han sido patrimonio de la escultura."
Y ahora, por fin a la tercera, ha explotado, no como un niño enrabietado ni como un genio olvidado y rencoroso, sino como alguien a quien los cánones, los límites, lo establecido, más que melancolía le producen pereza. Cuando después analizas sus Composiciones (se ha negado a darles cualquier título con carga semántica para que nosotros, público ávido de intencionalidades y metáforas, paseemos tranquilos por la sala sin necesidad de buscar una interpretación a la interpretación) atisbas que para él, "atacar" no es cambiar el paradigma, tampoco conseguir que marchemos indignados a casa, sino explorar hasta dónde se puede llegar dibujando.
Porque dibujar siempre se ha hecho con carbón y un papel, con un lápiz y una pared. Pero, ¿podemos dibujar con hilos? Y si en lugar de sobre la pared, avanzo el trazo centímetro y medio hacia delante, ¿sigue siendo eso un dibujo? Y aún más: las sombras que dichos hilos proyectan con la ayuda de la luz sobre la pared, ¿siguen siendo dibujos? Lo que quiere Roberto Chartam, intuyo, es que alguien (si puede ser un escultor) se acerque a llamarle la atención, es que cualquiera (si puede ser un neófito en la materia) se le acerque y le reproche "Esto no es un dibujo", porque entonces tendrá la puerta abierta para contestar con otra pregunta: "Si no es un dibujo, dime tú qué es". Y no habrá replicado para provocar, sino para sembrar el debate, porque, aunque parezca mentira, Roberto Chartam, con toda su experiencia, todavía no sabe diferenciar lo que es dibujo y lo que es escultura, lo que es soporte y lo que es aire.
El espectador, por lo tanto, paseará (o eso se le recomienda) por la sala para volver a disfrutar de los Estudios que conformaron su anterior exposición, integrada en esta nueva como primer paso; de ahí saltará a las intermedias Composiciones; y de ahí al último nivel: la Intervención, en la que podremos caminar entre el dibujo real y el provocado. O no. Quiero decir; empezaremos por el paso número dos para saltar al tres y de ahí al uno. O no. Quiero decir: haremos el camino inverso para intentar rastrear los orígenes del artista. Que el visitante elija.
Pero cuidado: ay de aquel que busque un significado más alla de la forma y la materia. Las vidas que dejó cruzadas hace tiempo Roberto Chartam y que ahora descruza en esta nueva etapa son sólo eso: vidas, proyectos, que quedaron pendientes y que ahora retoma. Ni dan fe de sus desasosiegos ni tampoco le reconcilian con un estado sentimental. Sería un error interpretar la alegría o la euforia a partir de una de sus obras. Dicha obra tendrá que aspirar a ser la Alegría o la Euforia, o entonces no será. Y eso se consigue dibujando con hilos, pintando con palabras, cocinando con colores.
Porque lo único que quieren los artistas es, más que cruzar la frontera, que alguien les deje cruzarla.
Fernando Sánchez Calvo
Profesor de Literatura
Instituto Público Narcis Monturiol
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España