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Victor Grippo. Transformación

Exposición / Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) / Ramón del Valle Inclán, s/n / Santiago de Compostela, A Coruña, España
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Cuándo:
18 jul de 2013 - 20 oct de 2013

Inauguración:
18 jul de 2013

Comisariada por:
Alicia Chillida Ameztoy

Organizada por:
Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC)

Artistas participantes:
Víctor Grippo

       


Descripción de la Exposición

El Centro Galego de Arte Contemporánea presenta la primera individual institucional de Víctor Grippo en España, con la pretensión de ofrecer una amplia visión del trabajo del artista. Es una panorámica que abarca desde sus inicios en los años setenta hasta 2002 y se organiza en una secuencia cronológica no lineal bajo la idea de transformación, uno de los principios que fundamentan la práctica artística de Grippo: transformación de la ciencia en arte, de la materia en energía, de la energía en conciencia, de la muerte en vida...

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El trabajo de Víctor Grippo (Junín, 1936 - Buenos Aires, 2002) se desarrolla en el cargado clima político de la capital argentina en los años setenta, un tiempo de excitación y fermento intelectual en el que la cultura emerge en las calles. En aquel ambiente de búsqueda popular de conocimiento, la posibilidad de crear un pensamiento nuevo, de resignificar los objetos, a la que Grippo, químico de formación, recurre, es un camino abierto en el territorio del arte.

 

En 1970 Grippo presenta su obra Analogía I en la exposición Arte de sistemas del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En ella propone ampliar la función cotidiana de un objeto familiar, la patata, midiendo la energía que produce a través de una retícula de madera con cuarenta patatas dispuestas en celdillas, con dos electrodos cada una, uno de zinc y otro de cobre. Mediante un voltímetro, el espectador puede medir la energía eléctrica que generan (0,7 voltios por unidad).

 

La elección de un alimento humilde como la patata, que se convierte por analogía en imagen de la energía mental, no es gratuita. Con ella Grippo revindica el valor de su país y la construcción de su propia cultura, a la vez que una sacralización, no sólo de la patata en sí, sino también de lo pobre, del objeto de uso cotidiano, básico.

 

De este modo, el trabajo de Grippo realiza un recorrido, desde las artes mayores a la base de la sociedad. Su mirada es vertical, se dirige por analogía desde la energía vegetal a la energía de la creatividad humana, desde lo visible a lo invisible. Es la invitación a una comunicación con la interioridad secreta de algunos objetos cotidianos.

 

Grippo cree en el trabajo como fuerza constitutiva del hombre, este se convierte en la clave para lograr el objetivo principal: la transformación del hombre a través del ejercicio de un oficio. Los cinco oficios fundacionales de la sociedad aparecen asociados en la obra Algunos oficios (1976): el herrero, el carpintero, el cantero, el labrador y el albañil. La obra paradigmática de esta relación particular con el trabajo es Construcción de un horno popular para hacer pan, que tiene lugar en 1972 en la plaza Roberto Arlt, en pleno centro porteño, dentro de la exposición colectiva Arte e ideología, CAYC al aire libre. Frente al sentido de denuncia y urgencia que dominaba en muchas de las instalaciones de otros artistas en la plaza, con la construcción de un horno, Grippo se ubica en otro registro en el que prevalece una voluntad de restitución y de conservación de valores comunitarios. Al establecer, centralmente, un espacio de intercambios, 'organizaba una comunidad precaria, que duraba tanto como la fabricación del pan y su consumo. Una comunidad transitoria y silenciosa, formada en un acto de compromiso involuntario e inconsciente con una práctica cotidiana, convocada a partir de un trabajo gratuito, ofrecido con el sentido de un regalo'. Grippo desplaza un gesto del campo a la ciudad, y en consecuencia las masas acuden a comer como hecho estético, ritual.

 

Se trata de 'socializar el pan, pero también la técnica, el conocimiento, la memoria'. En una formulación opuesta, Valijita del panadero (Homenaje a Marcel Duchamp) (1977) contiene un trozo de pan quemado por efecto del calor excesivo. Aquí, la decepción de la derrota política y social, la respuesta a la propuesta ideal de compartir incluida en Construcción de un horno popular para hacer pan, aparece desvanecida a causa de sucesos de violencia política acaecidos en ese mismo año.

 

Grippo se opone al concepto que fragmenta la actividad de los hombres; entiende la actividad humana como proceso, con grados de responsabilidad diferentes, de ahí que para él la especialización se convierta en algo irrelevante. En sus obras de la serie Valijitas, como las dedicadas a Le Corbusier, a Kafka, al Albañil, al Crítico sagaz, lleva a cabo una suerte de equivalencia entre varios oficios.

 

Grippo utiliza de nuevo los objetos como portadores de diferentes mensajes en los que la figura humana está implícita. A partir de cada experimento, cada nuevo descubrimiento se traduce en un resultado plástico, empírico. El artista lo aísla con pulcritud científica, lo preserva como signo destinado a su tiempo y lo lanza al porvenir, para donar esa manera de entender el mundo como una reserva ecológica y moral para generaciones futuras. A través de esta clase de formulaciones, ética y estética son cuestiones prioritarias para este artista que no concibe disociar el arte de la vida.

 

*

 

Los mecanismos de Grippo no son nunca sofisticados ni costosos, como respuesta a los problemas técnicos le interesan las soluciones artesanales, no industriales, una salida a la falta de recursos o repuestos procedentes del primer mundo, una tecnología de la pobreza. En sintonía con el proceso de desmaterialización de la vanguardia artística, Grippo trabaja, desde mitad de los sesenta, con materiales (casi) perecederos en instalaciones efímeras. Grippo incluye el tiempo como materia a través del uso de la patata como elemento natural perecedero, cuya podredumbre genera energía y transforma.

 

En La papa dora la papa, la conciencia ilumina la conciencia (1978), el autor restablece la ecuación arte+ciencia+metafísica para constituirla en 'una única búsqueda'. La ciencia se sitúa como producto intermedio entre lo sagrado y el arte, más allá de la consideración formal de la imagen.

 

Vida, muerte y resurrección (1980) desarrolla este significado.

 

Grippo recurre en este caso a cinco formas geométricas básicas en plomo, duplicadas: esfera, pirámide, cubo, cilindro y cono, en cuyo interior introduce un elemento natural: judías, que humedecidas germinan y explotan, rompiendo el plomo, frente a ellas, intactas, sus pares parecen presenciar la acción. El fenómeno que se produce es para el artista la antítesis del símbolo de muerte, de fijeza que simboliza el plomo y la vida: la semilla, la germinación que hace explotar la forma. En La comida del artista (Puerta amplia - mesa estrecha) (1991), todo un significado desarrollado en torno a la mesa y el umbral, las sillas y los alimentos, que aparecen negados en su función y ceden paso a los símbolos: maíz quemado, huevo de oro, berenjenas secas. Apunta a la geofagia como práctica en aquellas regiones del mundo donde la pobreza obliga a asar la tierra y a comerla. El significado sugiere una idea de muerte, de sacrificio, mesa divina y humana, la cosmogonía que Grippo atribuye al artista.

 

En 1981 aparece la plomada en la obra Opuestos (Opuestoscontacto- unión), y comienza una extensa serie que el artista desarrolla hasta el final de su vida, cuyo tema central son los Equilibrios. Este núcleo de trabajo está integrado por una selección de dibujos inéditos sobre papel. En él aparece por primera vez el rostro humano tratado como máscara, como otro símbolo dentro de un sistema de analogías y oposiciones interconectadas. La obra de Grippo se desarrolla en un proceso natural, con una total coherencia en segmentos de significado que aparecen inscritos unos en los otros apuntando a lo frágil, a lo violento, a lo sencillo o a lo precario...

 

Si el trabajo del artista consiste en descifrar los significados ocultos que se encuentran bajo los objetos primarios, en Analogía IV (1972) el autor sacraliza de nuevo el valor de la patata y ritualiza su humildad y a la gente humilde. Sobre la mesa aparece la tensión de un mantel dividido en dos partes simétricas: una de lienzo blanco y pobre, la otra en terciopelo, negra y ostentosa. Sobre ella enfrenta dos cubiertos y dos platos con papas; unos reales, los otros réplicas en resina transparente. La obra plantea una dicotomía entre lo imprescindible y lo superfluo, lo artificial y lo natural, la confrontación naturaleza-manufactura, alimento-consumo, positivonegativo o lenguaje y metalenguaje como pares de toda una construcción conceptual.

 

En Tabla (1978) la mesa aparece integrada en el discurso como receptáculo de la memoria, al hacer transparente su vivencia a través de su inscripción: 'Sobre esta tabla, hermana de infinitas otras construidas por el hombre, lugar de reflexión, de trabajo, se partió el pan...'. Como las Valijitas, el significante 'mesa' transporta significado y proyecta una dimensión social y política explícita, tal y como reza una de las inscripciones de las Mesas de trabajo y reflexión presentadas por Llilian Llanes en la Quinta Bienal de la Habana, 1994, y posteriormente en 2002, en la Documenta 11 de Kassel: 'La sociedad niega la especie y reniega del hombre si no se propone hacer de cada ser un individuo íntegro y de cada individuo un artista'.

 

Invitado por el InIVA, en el marco de St. Ives International, Grippo responde a la propuesta A Quality of Light con la obra La intimidad de la luz en St. Ives, de un lado y del otro (1997). Se trata de una instalación específica, llena de silencio y concentración, que dialoga con la calidad lumínica del lugar, en el que el artista dispone un humilde grupo de mesas de trabajo. El silencio de la obra de Grippo apunta a un espacio estético atemporal, contemplativo, de una calma suspendida, en el cual el orden y el alejamiento entre los cuerpos de un mismo campo semántico lo acerca al arte metafísico.

 

Las obras Cercando la luce y Juego de niños, ambas de 1989, muestran espacios escultóricos urbanos; son maquetas en escayola inundadas de luz, visiones apocalípticas de un mundo en desaparición, comentarios a la idea de progreso, que conviven con una esperanza visionaria, anticipando un mundo en el que 'la acción y la contemplación serán un solo acto apacible, que acompañe a la Naturaleza en su unidad'. En Anónimos (1998-2001), la figura humana aparece invocada de nuevo como ya sucediera en Construcción de un horno popular para hacer pan, pero esa comunidad transitoria y silenciosa no comparte, es informe, sin expresión, casi sin vida. Son grupos humanos pero no se comunican entre ellos. Estas obras conviven en la producción de Grippo con otras más herméticas, como Árbol o Sutil, ambas de 2001, en las que la inmaterialidad y la levedad son de nuevo protagonistas.

 

*

 

Los antiguos alquimistas denominaron unus mundus al misterio que veía en la raíz de cada ser un estado de unión con la unidad última de Todo.

 

Grippo se dirige al espacio político, social, cultural, cotidiano y afectivo del hombre. Si en castellano nos referimos coloquialmente al corazón humano como la patata, imposible no establecer una analogía y afirmar que más allá de cualquier clasificación historiográfica, el trabajo de Víctor Grippo es una herramienta dirigida a transformar el centro mismo del hombre: su conciencia individual y colectiva.

 

Grippo cree en la constante transformación del accionar humano a través de la renovación de sus hábitos y su obra desea transmitir estas posibilidades: 'A la 'Renovación de los símbolos' vendrá la 'Renovación de los métodos''. 'El hombre se aproxima cada vez más a un mayor conocimiento. El problema está en la aplicación, en la instrumentalización. El problema está en el escaso desarrollo ético'. El propio autor concluye: 'Para mí lo importante es la transformación'. Y en referencia a la percepción de su obra manifiesta: 'Queda en el espectador organizar conjuntos más válidos según su juicio'.

 


Imágenes de la Exposición
Víctor Grippo, Valijita de crítico sagaz, 1978

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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