Descripción de la Exposición
NOTA: LA FECHA DE CIERRE INDICADA ES SÓLO ORIENTATIVA.
El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey presenta José Bedia. Viaje circular, una retrospectiva que pla ntea un recorrido por la propia producción del artista y las culturas ancestrales que lo influyen.
La muestra curada por Taiyana Pimentel, directora del MARCO, y José Bedia Fuertes, director del estudio del artista, reúne 102 obras de arte, en su mayoría pinturas, dibujos e instalación.
El título de la muestra refiere a un viaje introspectivo en términos de cultura e identidad, pues el arte de Bedia desdibuja las fronteras entre los pueblos originarios de América Latina a partir de lo simbólico, lo primigenio y lo sagrado; haciendo actuar el pasado como valor activo en el presente. De esta manera, el artista genera u na simbiosis entre las culturas primigenias y el arte contemporáneo.
En 1997, MARCO exhibió Crónicas americanas: obras de José Bedia, enfocada e n la influencia de las culturas ancestrales del continente americano, la mayoría creadas en esa década. Ahora en la muestra Viaje circular predominan sus creaciones a partir del 2000 hasta las más actuales, también se incluyen creaciones tempranas, la más antigua de 1978.
LA EXPOSICIÓN
La muestra José Bedia. Viaje circular se compone por una selección de 102 obras.
Dos instalaciones realizadas estarán al inicio y al final de la exhibición. La llegada del Cristo recibirá al público, mientras que Mbwa Ndokise encontrará el final.
L a gran mayoría de las obras se concentran en secciones que reflejan sus etapas de producción de distintas épocas y e intereses.
La primera reúne dibujos realizados entre 1978 hasta 199 0.
Los más tempranos son ocho que pertenecen a la serie Crónicas americanas, no incluidos en la exhibición de 1997. En esa época, el artista recurría a libros de etnografía y antropología, es decir, aun no tenía un contacto directo con las comunidades. La obra incorpora fotografía etnográfica y pintura aplicada con huellas dactilares, como si fuera el cuaderno de un antropólogo encontrado por un indígena que lo intervino con pintura. Además, e l artista agregó apuntes del diario de Cristóbal Colón copiando su caligrafía.
La segunda etapa se encuentran dibujos esquemáticos con un personaje que surgió luego de su iniciación en 1983 en el Palo Monte Mayombé, una de las principales prácticas religiosas afrocubanas, junto a la Santería.
Algunas piezas de la serie sin título s on: Vivir para ver el gran día que amanece y la luz que inunda el mundo y Único tes ti go e Incorporarse el águila (una referencia indirecta a México) t oda s realizados entre 1984 y 1990.
Para el tercer apartado se reúnen pinturas con influencia en las culturas ancestrales mexicanas, que el artista estudia desde 1986, cuando visitó por primera vez el País. Entre estas comunidades están los grupos concentrados en el Norte de México, como los seris, los yaquis y los mayos del desierto sonorense, y los también asentados en diferentes regiones de la Sierra Madre Occidental: los tarahumaras, los coras y los huicholes. Las obras fueron elaboradas sobre amate de manufactura otomí, papel vegetal que data desde la época prehispánica.
En la obra En el principio, el primer jaguar (2021), aborda los arquetipos que refieren al origen en la mitología prehispánica de México, el jaguar y el maíz.
La cuarta sección consta de obras con formatos circulares y ovales, por un lado desafiando el tradicional formato cuadrado y por otro refiriéndose a la cosmovisión circular del universo, otorgando una lectura más libre al público. Una de las piezas es Progresión de la liebre (2009), acerca de la fábula de la liebre y la tortuga.
E l quinto apartado concentra obras en las que explora la representación de recuerdos en tonos grises, con personajes, monumentos o episodios históricos.
La pintura Visión de la Dolorosa como mojada en el desierto (2012) plantea la clásica representación de la Virgen desde el drama de la crisis migratoria.
Estas pinturas tienen elementos que se desbordan por el color o por artículos colocados junto a los lienzos.
Su interés por las culturas ancestrales de África se ahonda en la sexta etapa. Bedia fue reclutado para ser parte de las tropas militares enviadas a Angola por parte del Gobierno cubano durante su intervención.
Esa experiencia fue clave porque inició un encuentro más cercano con las prácticas religiosas africanas, que siguió estudiando empíricamente a través de la antropología y la etnografía. Un elemento de este grupo de obras es el nkisi, un tipo de escultura, generalmente con figura humana, que era de uso colectivo con el fin de albergar fuerzas místicas. Los nkisis se han convertido en figuras cotizadas, algunas están resguardadas en museos de todo el mundo y en colecciones privadas. El artista incorpora fotografías de los nkisis en sus obras de manera sutil, como si los activara dentro de un plano pictórico, recordando su función cultural arrebatada por el colonialismo.
También se encuentra otro grupo de obras basadas en imágenes de ficción acerca de los piratas de Somalia, que el artista retomó del video Somalian prey (God is good), realizado por su hijo, José Bedia Fuertes.
La simetría es un elemento de la representación que el artista retoma del arte tribal, y ese proceso se observa en e l séptimo apartado con obras como Mobile (Turtle) (2022) con composiciones que el artista trabajó especialmente inspirado por el pueblo seri de Sonora, con una forma de alejarse de las tradiciones académicas heredadas por el Renacimiento, como la Regla de Oro.
El octavo apartado es un espacio donde coinciden cinco obras en las que Bedia aborda el tema de la mujer en distintos aspectos, son Lilith (2017), Tres diosas de primavera (2017), Visualization Exercises (2017), 7 filos con mujer ancestro (2022) y Lo que me dijo la Virgen (2017), este último que refiere a la aparición de la figura cristiana durante una alucinación.
Sus estudios acerca de las culturas religiosas tanto africanas como afrocubanas están reflejadas en las obra s del noveno apartado.
La mayoría de las piezas son textiles Bògòlanfini, que el artista adquirió a las comunidades de Malí, antes de que los artesanos los convirtieran en prenda. El artista al interrumpir el proceso, los intervino con figuras, abordando temas como la cacería, la agricultura y los rituales ceremoniales y las deidades de cada cultura. Por ejemplo, en Bacheche Nsila Bundanga (2020), representa elementos como animales, herramientas, ofrendas, calderos, referentes a la deidad Oggun, u na manifestación de los herreros y la tecnología.
Para el décimo apartado localizado en las últimas dos salas coinciden obras con una exploración pictórica influenciada por las tradiciones ancestrales que estudia el artista. En un grupo de pinturas de gran formato, el artista propone una simbiosis entre la geometría, la figuración y la gestualidad, tres aspectos que raramente coinciden en una obra. Estas piezas son Acto de fe, Celebración, Crecer en la luz y Deidad de las casas, todas del 2022. En sus composiciones hay referencias al código Fibona cci, elementos religiosos que aparecen sutilmente, humor y reflexión, bajo una temática festiva.
Otro grupo de obras que destaca en esta sección es un políptico de 9 pin turas realizadas a manera de ex votos mexicanos, pero con peticiones u opiniones del artista, por un lado cuestionando con humor al arte contemporáneo, por otro lado reflexionando sobre algunas tradiciones mexicana s de las comunidades indígenas que se han ido perdiendo.
El acervo etnográfico del artista estará de manera intercalada con su obra a lo largo de la exhibición para mostrar su faceta como antropólogo y coleccionista. En su práctica artística, Bedia se ha dedicado a estudiar rigurosamente a comunidades indígenas de distinta s partes del mundo, que han influido en su producción. La selección consta de 22 piezas, como vestimentas, máscaras, tambores y escudos, provenientes de África, Oceanía, Sudeste de Asia, América del Sur y distintas regiones de México.
SU ARTE Y SU HISTORIA
Desde los años 80, Bedia se vale de la antropología y la etnografía para su producción.
Él pertenece a una generación de artistas cubanos que practicaban religiones afrocubanas o habían crecido en es e contexto, como Juan Francisco Elso, Ricardo Rodríguez Brey y Martha María Pérez Bravo.
En su trabajo de campo, el artista se compenetra en las comunidades, las estudia, realiza apuntes, dibujos, fotografías y recolecta objetos etnográficos producidos por este mismo grupo. En ese sentido, su producción coincide con sus contemporáneos que también se introducen o están vinculados a esos contextos.
La búsqueda en las prácticas espirituales de cada cultura es de lo más contundente en la obra de Bedia; ahondando en la religión, la mitología, la cosmovisión de lo etéreo, que representa con motivos tribales. El historiador de arte Edward J. Sullivan considera que: “La producción de Bedia constituye, en conjunto, un sistema cosmogónico, antropológico y ético que analiza las relaciones entre los seres humanos y el universo”.
El cubano se asume como un “colector de arquetipos”, al buscar similitudes en las representaciones de cada etnia. S u arte, como ha definido el teórico Luis Camnitzer, ha conformado un eclecticismo ceremonial. Entre esos arquetipos está la forma y la simetría de la cruz (+) con múltiples significados dependiendo de cada cultura, por ejemplo, para los indios lakotas son los puntos cardinales, mientras que para Palo Monte es una encrucijada o cuatro caminos, o para el cristianismo es el madero del suplicio. Otros tres símbolos recurrentes son los de las religiones afrocubanas, como la escalera, que refiere al mito de la creación; la vara en forma de gancho conocida como lungowa, que en estas prácticas se considera una herramienta para que los espíritus puedan abrir su camino; y los pájaros, que representan el viaje en e l cielo.
Por su práctica artística, Bedia es considerado un precursor de la antropología empírica; de manera individual, se documentó sobre las prácticas antropológicas con autores como Claude Lévi - Strauss, Victor Turner, Ly dia Cabrera, Fernando Ortiz, Marvin Harris, entre otros.
Gracias a sus relecturas y a su apropiación, su producción se ha convertido en una de las más importantes y significativas al ser un notable compendio simbólico y una síntesis visual de las culturas afroamericanas e indias. A su vez, estas representaciones, que han destacado en el escenario artístico internacional, plantean una crítica a la colonización y a la opresión histórica que han padecido las comunidades que practican estas religiones.
José Bedia. Viaje circular invita a l público a reflexionar sobre la identidad al mostrar una visión de los fenómenos etnográficos en México, bajo la perspectiva de un artista latinoamericano.
JOSÉ BEDIA (LA HABANA, CUBA; 1959)
Por su talento en el dibujo y la ilustración, desde su adolescencia ingresó a la Academia de San Alejandro y su carrera en artes la realizó en el Instituto Superior de Arte, donde se graduó con honores. Luego de prestar sus servicios en la Guerra de Angola, Bedia decidió emigrar de Cuba y del 1990 al 1993 radicó en México. Por su práctica artística, Bedia es considerado un precursor de la antropología empírica. Ha participado en la Primera Bienal de la Habana en 1984, donde presentó Doce cuchillos. Fue significativa su participación en Magiciens de la terre, exposición en el Centre Georges Pompidou en París en 1989, un referente en el arte contemporáneo donde presentó su instalación Vive en la línea, incluida en su exhibición en MARCO en 1997.
En el 2011, el Fowler Museum de UCLA (University of California, Los Ángeles), le organizó una magna retrospectiva titulada Transcultural Pilgrim: Three Decades of Work by José Bedia, que itineró al Miami Art Museum (MAM), en la ciudad donde radica desde 1993.
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