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Viajar para pintar. Sorolla en San Sebastián

Exposición / San Telmo Museoa / Zuloaga Plaza, 1 / Donostia-San Sebastián, Guipúzcoa, España
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Cuándo:
17 jun de 2023 - 15 oct de 2023

Inauguración:
17 jun de 2023

Comisariada por:
Acacia Sánchez Domínguez

Organizada por:
Museo Sorolla, San Telmo Museoa

Artistas participantes:
Joaquín Sorolla

ENLACES OFICIALES
Web 
Etiquetas
Pintura  Pintura en Guipúzcoa 

       



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Descripción de la Exposición

La exposición Viajar para pintar. Sorolla en San Sebastián trae a San Telmo Museoa las obras que el artista creó en la ciudad durante sus veraneos Organizada por el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla en colaboración con el Museo San Telmo, la muestra, comisariada por Acacia Sánchez Domínguez, forma parte de la conmemoración de los 100 años del fallecimiento del artista. Da inicio a un proyecto titulado “Viajar para pintar”, que llevará la obra del Sorolla a los lugares donde fue creada. Se puede visitar en la Sala Capitular del museo entre el 17 de junio y el 15 de octubre. Joaquín Sorolla viaja de nuevo a San Sebastián dentro de las actividades conmemorativas del centenario de su muerte en Cercedilla (Madrid) el 10 de agosto. Con el fin de exponer un conjunto de obras del gran pintor valenciano en los lugares donde fueron realizadas, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla han programado una serie de exposiciones con el título Sorolla. Viajar para pintar. La exposición de Donostia, organizada en colaboración con el Museo San Telmo, es la primera de este proyecto, y se presenta en la Sala Capitular del museo, del 17 de junio al 15 de octubre de 2023. Su finalidad es que las obras puedan ser vistas en el mismo lugar donde fueron creadas y que, expuestas junto a los fondos del propio museo, se conviertan en un homenaje a quien en un periodo de treinta años veraneó de manera intermitente en la capital donostiarra. La comisaria es Acacia Sánchez Domínguez, técnico de museos del Museo Sorolla. Ni los paisajes, ni las gentes escaparon a la pintura de Sorolla, envueltos por la luz que ilumina sus composiciones, cambiante según las condiciones geográficas y meteorológicas del lugar. La primera vez que Sorolla visitó San Sebastián fue en 1889, de regreso de París. Desde entonces y hasta 1921 viajó a San Sebastián, pintando cuadros al óleo, acuarelas, guaches y notas de color de los paisajes y la vida en la ciudad, todos ellos iluminados por la luz del norte que su maestría plasmó en suaves e infinitas tonalidades. Pero la relación entre Sorolla y San Sebastián no se limitó solo al ámbito artístico o de veraneo turístico; lo cierto es que el pintor se integró bien en la sociedad donostiarra. Se conoce su activa participación en las numerosas actividades de la ciudad y en especial en las tertulias diarias del Café Oriental del Boulevard en donde departía amistosamente con Darío de Regoyos. Sus veranos donostiarras también le permitieron mantener su vieja relación con Ignacio Ugarte, José Salís o con el doctor Juan Madinaveitia, y desarrollar nuevas y sólidas amistades como lo fue Rogelio Gordón. Con el destacado médico, Sorolla mantuvo una sincera amistad durante toda la vida al igual que con Rogelio Gordón, entonces director de la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián, con el que además de compartir su pasión por el arte, mantuvo una cordial relación de respeto mutuo y colaboración que también se prolongaría hasta la muerte de Sorolla en 1923. Precisamente, de la colección de obras de Sorolla con la que cuenta actualmente el museo, nueve de ellas fueron donadas en el año 1937 por el propio Rogelio Gordón y otra en 1955 por los familiares de su otro buen amigo el doctor Madinaveitia. Podemos establecer dos potentes razones que motivaron la elección de Sorolla por San Sebastián y que estructuran la muestra. La primera de ellas es meramente pictórica; la cambiante luz del Cantábrico. Sorolla realizó un loable ejercicio de introspección al mudar los tonos de su paleta a una gama más suave y matizada, más acorde al cambiante clima del norte peninsular. Reunida por primera vez en el Museo San Telmo, se presenta una cuidada selección de su afamada serie de vistas de El rompeolas, con el monte Ulía, o de paisajes del interior de San Sebastián, principales escenarios que cautivaron al maestro. El segundo motivo es eminentemente social. En sus amplias avenidas y en la playa de La Concha se dieron cita tanto la adinerada clientela del pintor, como su nutrido grupo de amigos en un ambiente cosmopolita, todos ellos seducidos por el nuevo concepto de ocio al aire libre que trajeron los principios higienistas en alza. En este contexto, Sorolla encontró en la ciudad el lugar más adecuado en el que pintar sus pequeñas notas de color y así ejercer como el sagaz cronista social que fue a lo largo de toda su carrera. Estas notas son los testigos más fieles de sus estancias, y con ellas captó el espíritu progresista y optimista de la ciudad, muy en sintonía con el ideario del propio Sorolla. Concebidas como obras finales en sí mismas, tienen un gran valor por su autenticidad y constituyen la esencia misma de su pintura al ser el medio más directo del que dispuso para captar la realidad. En la exposición se presentan 27 de ellas, junto con 10 lienzos, además de fotografías de la época y algunos documentos. La mayor parte de las obras expuestas pertenecen a la colección del Museo Sorolla y de la Fundación Museo Sorolla, y a ellas se les han sumado tres óleos pertenecientes a la colección de San Telmo, donados por Rogelio Gordón. Las fotografías pertenecen asimismo a las colecciones de los archivos del Museo Sorolla y del Museo San Telmo, en este caso al Fondo González Galarza. La exposición está dividida en cuatro secciones: La luz del Cantábrico, Veraneante sin descanso, Interiores vascos y Últimos veranos. I. LA LUZ DEL CANTÁBRICO En esta primera parte de la exposición se trata la forma de pintar de Sorolla, su técnica y las singularidades lumínicas de Donostia. Se analiza la captación de la luz del norte y su influencia en el cromatismo empleado para captar los cambios de luz de tres instantes de un mismo paisaje obtenido desde el rompeolas. Se exponen tres lienzos realizados entre 1917 y 1918 que dejan ante el espectador la belleza de una galerna a la que se asoman los viandantes; la calma de un paseo frente al esplendor del verano en el monte Ulía y, por último, el juego del mar, la tierra y las nubes que reflejan la atmósfera y las coloraciones únicas de San Sebastián. II. VERANEANTE SIN DESCANSO Se analiza el nacimiento del veraneo como fenómeno social que transformó la capital guipuzcoana. La llegada de veraneantes de la aristocracia y la alta burguesía en torno a la familia real, junto con avances tecnológicos, sobre todo la línea férrea Madrid-París, provocó un auge económico que permitió grandes cambios arquitectónicos y urbanísticos y propició un ambiente cosmopolita y un ocio activo con baños de olas, regatas, tenis, carreras de caballo, conciertos... Sorolla conoció todos estos cambios, participó en ellos, con sus pinceles dio a conocer al gran balneario y formó parte de su sociedad, siendo reconocido como uno de los veraneantes más influyentes. Desde 1889 y hasta 1921 veraneó de forma intermitente en la capital guipuzcoana, junto con su familia. Su estancia le permitía descansar y pintar las cambiantes condiciones climáticas del norte y también le posibilitaba consolidar su ascenso en la escala social, así como la captación de nuevos clientes. En esta parte de la exposición se analiza cómo Sorolla representó San Sebastián siguiendo su rutina de veraneante a través de sus notas de color en la playa, en el puerto y en los paseos que daba por la ciudad, captando la vida cotidiana. El puerto A Sorolla le gustaba pasear por las mañanas hasta el puerto de pescadores y ver la actividad de los vapores, el desembarco de la sardina, el trasiego de los hombres de la mar, la luz sobre las barcas y los reflejos en el agua. La playa Después de dar su paseo matutino por el puerto, se dirigía al toldo en la playa de la Concha donde le esperaba su familia. Allí saludaba a su gran número de amistades y clientela y pintaba notas de color del mar y de los bañistas que representaban el nuevo concepto del ocio que dio lugar al veraneo. Los baños de olas, las casetas, los toldos, los juegos en la arena, etc. El mar había dejado de ser un elemento hostil para convertirse en beneficioso para la salud. Los paseos Aparece reflejado el ambiente sofisticado de la ciudad convertida en el gran balneario del norte. Los jardines, las grandes avenidas, los paseos junto al mar, las reuniones en el casino, las carreras de caballos, las regatas y las numerosas actividades que la ciudad renovada ofrecía a sus visitantes y de las que Sorolla participó. III. INTERIORES VASCOS En ella se ofrece otra vista de San Sebastián, la de los paisajes de interior, sin abandonar el ambiente de veraneo en el que Sorolla disfrutaba y pintaba au plein air…. El ocio activo de los veraneantes en San Sebastián se completaba con las excursiones a las tierras del interior, que Sorolla realizó con su familia. Además, muchas familias de la burguesía y aristocracia tenían grandes mansiones en los alrededores de Donostia. Es el caso del doctor Madinaveitia, amigo y médico de la familia que, siguiendo los principios higienistas de la época, le recomendó el veraneo en Donostia, beneficioso para la quebrantada salud de su hija María. Precisamente en el jardín de su finca es donde fue pintado el famoso cuadro La siesta, 1911. IV. ÚLTIMOS VERANOS Tantos años de intenso trabajo mermaron la salud de Sorolla. El 17 de junio de 1920 sufrió un accidente cerebrovascular mientras pintaba en su casa de Madrid, actual Museo Sorolla. Desde entonces no pudo volver a pintar. El deterioro fue progresivo y su familia, albergando la esperanza de su mejoría, acudió los veranos de 1920 y 1921 a su querida San Sebastián. Fueron sus últimos viajes al fallecer el 10 de agosto de 1923, en Cercedilla, Madrid. Tenía 60 años y había llevado adelante un trabajo titánico del que se calculan más de cuatro mil quinientas obras, de las que dos mil son pequeñas notas de color. De entre todas ellas, en las obras de San Sebastián encontramos al Sorolla más original y atrevido que pintó por puro placer para sí mismo. Supo así reflejar en estas pinturas toda su modernidad tan en consonancia con la adelantada San Sebastián. Cien años después de su fallecimiento, podemos aseverar que Sorolla fue un exponente superlativo de su lema, vivir y viajar para pintar. CATÁLOGO La Fundación Museo Sorolla y el Museo Sorolla han editado un catálogo de la exposición, a la que el Museo San Telmo ha añadido una separata con los textos en euskera.


Entrada actualizada el el 16 jun de 2023

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