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El Artista INGENUO se realiza impulsado por una necesidad espontánea, cosa que sucede en menor medida en el Artista consciente. Cuando el Artista ingenuo comete un ?error? por lo general suele resolverlo de manera que el suceso, además de estética, humanamente nos conmueve. Y con frecuencia estas equivocaciones vienen a resultar aciertos.
En las ocasiones que las sustentan, sostienen sus ideas teóricas con inconmovible firmeza, no importa si a través de un peregrino razonamiento, de acuerdo con la obra que realizan. Pero muchos de ellos se limitan a no tenerlas y a pintar.
Cada uno de estos afortunados Artistas, llega a la creación a través de su peculiar personalidad. Aunque normalmente no tienen ninguna relación entre sí, el momento de su arranque suele poner de manifiesto su aire de familia.
En ocasiones, debido a la compensación económica que obtienen por sus obras, llegan a dedicarse plenamente a este Arte, cosa que no es de objetar si la ?profesionalidad? no les resta inocencia.
Sea cual sea su móvil, y el tema de su creación, les sirve de puente ideal a través del que mantienen la ilusión, o dan un paso más allá, de ponerse en contacto con una zona en la que de algún modo están superadas las condiciones precarias de la existencia. De igual forma ponen de manifiesto que el ser humano, por propia naturaleza, es un creador, y si generalmente no llega a desarrollar estas facultades, es porque a la mayoría se lo impiden las trabas de la rutina diaria. Seguramente, dadas las condiciones precisas, cada persona se expresaría como Artista creador en sus actividades cotidianas y el Arte llegaría a ser algo sustancial con la vida y estaría presente en las manifestaciones habituales de cada momento.
El Artista ingenuo es una persona que, por sí misma, supera a su modo las trabas confabuladas para impedirle la expresión de su capacidad creadora.
Sus obras están plenas de una cálida humanidad, nos hacen desear vivir lo que pintan, y en ocasiones incluso dentro de lo que pintan, pues en sus cuadros hasta la tristeza llega a ser amable si no siempre representan días de fiesta, al menos tienen el aire de anunciar una fiesta.
Su lógica, que en ocasiones no parece tener pies ni cabeza, es contundente. Y si la mayoría de los mortales sintieran tal como ellos pintan, las cosas del mundo serían mucho más fáciles.
Pintan como en un día de fiesta, que además fuera la víspera de otra fiesta más importante.
Su opinión es su ?duende?. Su reloj señala la mejor hora.
A veces los bolsillos de su ropa parecen más grandes que su propia casa.
Enseñan el papel de colores de todos los caramelos que comieron en su infancia.
No necesitan moverse de casa para viajar.
Cuando tienen prisa, su máxima velocidad es la de la bicicleta.
Siempre parecen tomar postres de dulces caseros.
Por mucho que prolonguemos un paseo por el interior de uno de sus cuadros, si al salir miramos el reloj advertimos que no ha pasado el tiempo.
Aunque vivan en un rascacielos, siempre tienen un trocito de corral, con gallinas picoteando el maíz del suelo y el de las nubes.
Antonio Fernández Molina.
Reproducción parcial del texto editado por Iber Caja
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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