Todo el territorio, el que reconozco como propio o compartido, merece estar en expansión. Pero en esa dinámica deseada coexiste la posibilidad de retracción o algún tipo de selección natural a habitar solo lo tangible; esto hace del territorio una verdad inestable y en constante transformación.
“….La muestra en MORAR es un territorio en cierta forma, desde lo físico y lo vivencial, no me involucra casi nada con el lugar, pero tampoco me interesa pasar por ahí sin atravesar la experiencia con la máxima intensidad posible para que resuene también en quienes la compartan. De otra manera sentiría ajena una manifestación que solo lleva mi nombre y algunas producciones alejadas…” afirma el artista Gastón Andreatta.
La obra o muestra no existe si no le damos entidad, ese proceso está impregnado tanto por las situaciones que nos llevan a ella como por las personas que la atraviesan. La obra muta con nosotros, construyendo...una identidad y una realidad variable. Pero eso sería imposible si no se está presente a cada momento, la sucesión de esas presencias hace que todo en definitiva cambie y se transforme en un producto o estado final (en este caso una muestra). No se puede plantar un propósito y habitarlo inmediatamente, no habría recorrido. Como una mariposa sin capullo. Cuántos procesos deshabitados conocemos, superfluos (propios y de otros). Atestiguar cómo es la refriega entre paisaje, humanidad, y tiempo en ese lugar específico amplificará toda experiencia posterior con la muestra.
Entrada actualizada el el 26 jul de 2024
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