Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- La exposición propone cuatro miradas en torno a la imagen de la Virgen de Candelaria y se articula en cuatro secciones a través de las que se trata de descubrir a los visitantes diversos aspectos religiosos, iconográficos, litúrgicos, devocionales e históricos. Se pretende así, de alguna forma, complementar la presencia de la Virgen en la cercana Iglesia de la Concepción, proponiendo profundizar en el conocimiento de la prehistoria y la historia de una devoción viva. Por esta razón se propone que la visita a la imagen tallada en 1827 por Fernando Estévez constituya, simbólicamente, el final del recorrido expositivo. La Virgen madre La primera sección se denomina 'La Virgen madre' y en ella se sitúan los pasajes de la Purificación de la Virgen y la Presentación del Niño dentro del ciclo infantil de Cristo. Con este fin, se exponen representaciones pictóricas y escultóricas que ilustran sobre estos primeros años del Señor y permiten al visitante seguir un particular itinerario mariano ligado a la infancia de Jesús, desde los Desposorios hasta el episodio de la predicación del Niño en el Templo. Esta primera parte de la muestra cuenta con dos apartados, uno titulado 'María y la infancia de Cristo' dedicado a visualizar este discurso biográfico a partir de los relatos evangélicos; y otro, 'Iconografía de la Purificación', a insistir en el episodio que corresponde a la iconografía de la Candelaria, explicando el simbolismo de la cera, la candela, o las tórtolas, y aplicándolo a la imagen de la Patrona. La Virgen embajadora La condición de la Virgen como conquistadora pacífica, como primera evangelizadora de pueblo guanche, centra el contenido y el mensaje de la segunda sección que, a su vez se divide en dos secciones. En la primera, 'La conquista de las almas', se abordan las diversas versiones sobre la aparición o el hallazgo de la primitiva imagen en el reino de Güímar a través de pinturas y esculturas que recrean el momento o lo presentan de forma alegórica; la Virgen figura en ellas desprovista de los vestidos postizos que conformaron su aspecto barroco y se ajusta a los diversos relatos y testimonios de quienes la conocieron. En este capítulo tiene una relevancia especial la talla de Nuestra Señora de Candelaria conservada en la iglesia parroquial de Adeje, el mejor simulacro de la primitiva efigie, y varios grupos escultóricos de pequeño formato que reproducen el encuentro con los guanches. Una segunda parte, 'Sagrada musa', se centra en la presencia de la Virgen en la literatura isleña hasta principios del siglo XIX, a través de autores como Espinosa, Viana, Cairasco de Figueroa o Juan Núñez de la Peña. La Virgen peregrina A lo largo de la historia, especialmente entre las décadas finales del siglo XVI y mediados del siglo XVIII, Nuestra Señora de Candelaria fue trasladada a La Laguna en diversas ocasiones, aunque no con periodicidad fija, sobre todo con motivo de diversas adversidades: sequías, epidemias y otras circunstancias negativas. La antigua capital de Tenerife se convertía entonces en altar de toda la Isla, donde los gobernantes y el pueblo elevaban sus oraciones a Dios a través de la Virgen. La circunstancia de coincidir la exposición con una nueva visita de la imagen a la ciudad justifica que se subraye su condición de peregrina a través de dos partes. Bajo el título de 'El santuario y el camino' se recuerdan las grandezas del antiguo templo mariano, relicario de la Virgen y cofre de los tesoros ofrecidos por sus devotos, pero también punto de partida de sus traslados hasta La Laguna. En la segunda parte, 'La ciudad', se explica el protocolo de las celebraciones y el protagonismo de María como mediadora. La Virgen retratada La tradición señala que San Lucas llegó a retratar a Nuestra Señora, idea a la que se debe una serie de pinturas de aspecto bizantino muy veneradas y copiadas, de las que se conservan algunos testimonios. Vinculado a esta costumbre, desde el siglo XVI, pero sobre todo en los siglos XVII y XVIII, tuvo especial éxito un género pictórico de vocación doméstica consistente en reproducir con pretendida fidelidad las imágenes escultóricas de devoción tal y como se las veneraba en sus retablos, altares y camarines. Así sucedió también con la Virgen de Candelaria; a lo largo del Antiguo Régimen no dejaron de realizarse este tipo de pinturas en diversos formatos y composiciones que, perdida la imagen original, constituyen un valioso testimonio sobre las diferentes modas de vestirla, sobre su ropero y su joyero. Las representaciones de la Candelaria, protagonistas de esta última sección, se encuentran arropadas por las de otras devociones marianas locales y foráneas, componiendo una particular galería mariana de signo barroco.
Esta exposición, en las dos salas de exposiciones de CajaCanarias en La Laguna, consta de 114 obras de gran valor artístico e histórico creadas desde el siglo XVI hasta el XIX, entre pinturas, esculturas, grabados, piezas arqueológicas y documentos.