Descripción de la Exposición Me gustaría decir algo sobre los árboles de Carolina Andrada. La verdad es que no sé dónde puede haberlos visto antes, si en un bosque de Alemania o en una pintura flamenca, si en los cuentos de su infancia o en algún parque público de su ciudad. Pero esto importa muy poco ahora. Vengan de aquí o de allá, de la naturaleza misma o del río de los sueños, son árboles de los que se podría decir esto: transmiten una irradiación profunda. Parece también que tengan una animada conversación con la luz: un diálogo de ocultamientos y repentinas apariciones. Y es seguro que construyen un espacio nuevo, un teatro provechoso para la imaginación. Todo cuanto ocurre alrededor o debajo de ellos, entre ellos, o incluso dentro de ellos, pertenece al ámbito de los misterios minúsculos: ese ámbito en el que los artistas crecen sin saber muy bien cómo cada noche. En este lugar -en el lugar de los misterios minúsculos- palpitan las sombras, que son como largos frutos de los árboles o emanaciones fecundas. Árboles y sombras son aquí un paisaje pintado: un paisaje que se despliega, que se abre y que se cierra tantas veces como uno quiera, un paisaje de madera viva. Detrás de este paisaje pintado podría desvestirse el mundo y volver a vestirse con sus trajes siempre antiguos. En cualquier caso, el mundo, desnudo o vestido, queda fuera del paisaje, pintado para volver a ser o para ilustrar el camino de los sueños, con su ameno coro de árboles. Si nos ocultamos detrás de los paisajes, lo que queda es la soledad. También la desnudez. Pero los biombos creados por Carolina están aquí para que podamos participar en ellos, no para ocultarnos. Para que podamos entrar en sus escenarios galantes, en sus bosques luminosos, en sus colores soñados muchas veces. Son árboles delgados y altos, que apuntan a un cielo que queda recortado, que pertenecen a una misma familia -la de los árboles cuyos frutos alimentan sólo a los animales invisibles-, que protegen y dan armonía al mundo. Aquello que se manifiesta, nace o crece debajo de su manto vegetal, es un murmullo de figuras y de objetos que no rompen el equilibrio, sino que han llegado hasta este lugar para colmarlo. Un coro de árboles que anuncia el milagro cotidiano de la luz. Paisajes de los cuentos: allá donde estéis aún, esperadnos. Para poder ver en los árboles, los ojos se transforman en pájaros transparentes. Sabemos que estos pájaros hacen sus nidos con los excrementos de la luna. Así construyen las torres más blancas y los muros más fuertes. El ser de estos pájaros es la mirada pura, su volar contemplativo. Así construyen todavía paisajes habitados solamente por las hijas secretas de los desertores. Un bosque íntimo en el lugar de la memoria: un bosque lleno de luz. En este bosque pintado crece todavía el musgo de los deseos incumplidos, el musgo verde y húmedo: la promesa que abrazamos un día y que nunca olvidaremos. En los árboles de Carolina el sol descansa muchas veces. Digamos también, por fin, que antes incluso de que existiera la belleza, ya temblaban las hojas de estos árboles.
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Formación. 16 nov de 2024 - 17 nov de 2024 / Bizkaia Aretoa / Bilbao, Vizcaya, España
La mirada feminista. Perspectivas feministas en las producciones artísticas y las teorías del arte