Si hay un fotógrafo viajero por excelencia, ése es el francés Bernard Plossu. Su talante nómada lo ha llevado desde la juventud a deambular por el planeta, con el espíritu abierto y el ojo alerta. Plossu tuvo cuatro estancias en México, escalonadas entre 1965 y 1981. Dos de ellas dieron por fruto los libros Le voyage mexicain. 1965-1966 (Contrejour, París, 1979 y 1990) y Trópico mexicano(Fundación Cajamurcia, 2002). Inéditas en México, sus fotografías en blanco y negro y a color (método Fresson), de retratos y escenas populares, que evocan la estética espontánea y el tono desenfadado de la generación beat y del road movie, constituyen un relato nostálgico en torno a la libertad y la belleza fortuita del vagabundeo.