Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Masculino, suciedad, mal olor, descuido... son adjetivos que nos vienen a la mente cuando pensamos en los urinarios, sean estos públicos o privados. Pero, por qué no pensar en ellos como escenarios en los que suceden cosas, en los que las personas 'los hombres' aparecen y desaparecen, por un instante, en los que todos representan el mismo papel, o no? Aquí los «actores» no dicen un guión. Interpretan sin palabras y cada uno a su manera. No hay un director de escena que maneje a los actores. Es la interpretación libre por excelencia, pero se repiten acciones y sonidos: los pasos, los rumores de cremalleras que se «accionan» o el susurro reservado de los botones, el ruido del agua «purificadora» o la murga indiscreta de los secadores, las miradas de soslayo y, por fin, el mutismo de nuevo. Salidas y entradas en escena, y entre cada representación, el silencio, la quietud, el vacío. Y ahí es donde entra nuestra imaginación, porque todo lo anterior se supone. Quizá los hombres tengan una visión más clara de lo que ocurre en ese espacio-escenario. Pero hay un 50 por ciento de la población 'las mujeres' que solo pueden sospechar lo que allí sucede. Es un «teatro» vedado, prohibido para ellas. Y eso es precisamente lo que me atrae de ese universo cuando se encuentra vacío; mirarlo así permite desatar la fantasía. Asistir a una representación teatral supone abrigar unas expectativas que pueden verse cumplidas o provocar la frustración. Pero de este «teatro», que me he dedicado a fotografiar desde hace años, no se puede salir defraudado, porque en las imágenes solo vemos el escenario; todo lo que se interpreta lo escribimos nosotros 'espectadores' en nuestra mente; nosotros ponemos cara y cuerpo a los actores, los vestimos, los dirigimos, les hacemos interpretar un papel, el que queramos: impersonal, sexi, sucio; cualquiera es posible, porque nosotros creamos el guión. Pero hay otra razón por la que me interesan estos espacios. Y es que consiguen aunar dos mundos del arte que han existido desde siempre: el teatro y la arquitectura. Porque son a la vez escenarios pero también lugares que se construyen en cualquier edificio. Son imprescindibles y constantes, aunque se piensen banales. De ahí que su contemplación diga mucho de los que los conciben, de los que los diseñan. En este otro aspecto, el «público» sí puede verse defraudado o lograr que sus expectativas se cumplan. Cuántas veces la ostentación y el lujo externos de una construcción pueden llevar a nuestra imaginación, de nuevo, a forjarse una idea de sus urinarios que luego no se corresponde con la realidad. O todo lo contrario, pues hay veces que nunca nos figuraríamos lo que de hecho encontramos. No valen las ideas preconcebidas, los urinarios nos sorprenden, despiertan nuestra curiosidad, y así lo he constatado después de acumular decenas de fotografías de ellos. Creo que estos espacios-escenarios vacíos pueden, por raro que parezca a priori, desatar emociones que enlazan con los adjetivos que mencionaba al principio de este texto. La arquitectura como arte puede ser convencional, revolucionaria, sorprender, dejarnos indiferentes, y los urinarios no dejan de ser también espacios arquitectónicos, inevitables en todos los edificios. Su concepción puede llegar a decir mucho de quienes los proyectan y, una vez más, corroborar la idea que teníamos de ellos o decepcionarnos. Quiero dirigir el foco hacia estos lugares y retratarlos, porque a menudo no se les presta atención, pues también podemos encontrar arte allí dentro: el de su diseño en sí, como objetos de la arquitectura, o vistos casi como un lienzo público, en el que los «actores» en ocasiones dejan su huella en forma de grafitis, frases de desamor, poemas, palabras soeces..., porque es un espacio tan íntimo que, cuando está vacío, puede llegar a atraernos y que nuestra actuación en ellos no sea la convencional. Puede convertirse en un refugio en el que contemplarnos en el espejo, llorar, dejar constancia de nuestra presencia allí, un lugar de paso al que quizá no volvamos nunca, pero también un escenario en el que alguna vez representamos un papel aprendido o absolutamente improvisado.
Daniel Duart, fotógrafo, presenta en misterPink la serie urinarios como un escenario donde los actores son siempre hombres representando el mismo papel. Un espectáculo no apto para mujeres pero que gracias a su propuesta, se convierte en apto para todos los públicos.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España