La intención de establecer un orden constituye la base sobre la cual se articula esta serie de trabajos, son construcciones que se conciben a partir de la distribución y la organización de distintos elementos en el espacio.

Me interesa la idea de hacer entrar en diálogo objetos de diferente naturaleza, estableciendo un orden mediante elementos heterogéneos, hecho que en sí, implica un acto de violencia.

Sin embargo, ¿cuánta violencia es necesario ejercer sobre dichos elementos para lograr un orden? 1

Por ello considero cualquier ordenamiento como una forma de violentar el mundo, una violencia que opera sobre el azar, sobre lo aleatorio, sobre el estado natural de las cosas. Me interesa el hecho de subordinar la individualidad de un objeto, supeditándolo a un orden impuesto.

... 0pt">Si bien el concepto de violencia circula constantemente en nuestra sociedad, son numerosas las acepciones que se le atribuyen a este término y considerablemente diferentes entre sí.

La violencia aparece, entonces, en mi obra, como una instancia que deviene de una tensión provocada a partir de la inserción de elementos en una totalidad que es discontinua con el mundo de las cosas. De este modo, el procedimiento artístico se transforma en un hecho violento, ya que objetos de distinta naturaleza entran en un diálogo que, a su vez, postula un juego entre el orden y el desorden, entre lo estable y lo que está a punto de desarticularse.

En la obra conviven elementos disímiles que dialogan entre si en un marco signado por el orden. Dicho orden propone una instancia de percepción que trasciende lo visual e invita al espectador a una reflexión respecto de la naturaleza efímera de los sistemas de arte, en los cuales los objetos son violentados y, desprovistos de su verdadera identidad, funcionan como disparadores de nuevas y extrañas significaciones.