Descripción de la Exposición
El día que visité a Miguel Marina en su estudio de Barcelona, las paredes estaban cubiertas de papeles que de algún modo contenían la evolución de un proceso que no estaba siendo fácil. Esas hojas no evidenciaban en ningún caso su levedad implícita, más bien pendían del muro como planchas de plomo, con esa gravedad de lo que lucha por desprenderse.
Pensé inmediatamente en aquellos lugares que la pintura había marcado sobre el papel, en la orografía contenida en ellos y que capa a capa había surgido de sus propias irregularidades. Entendí que las dobleces realizadas sobre algunos rescataban el dibujo y rompían el plano pictórico, creando unos volúmenes casi esbozados, pero que sin embargo convertían la superficie en algo intermedio, en un relieve de pliegos duros, suavizados por una pesantez clásica que perfilaba las sombras y daba otra dimensión a aquellos paisajes indeterminados.
Recuerdo que en una de las dos vistas de la Villa Medicis que Velázquez pintó hacia 1630 se muestran tres personajes, dos de ellos conversan frente a una serliana, mientras el tercero tiende un gran lienzo desde la balaustrada superior. Los vanos de la serliana se presentan cubiertos con tablas y el paisaje permanece así oculto tras este cierre improvisado. No hay nada al fondo que nos permita olvidar esta escena principal, pero hay algo que palpita tras los tablones y que proclama que ahí está todo. Puede sonar a un simple juego de niños, a esconder algo en el interior de una mano cerrada y centrar así el deseo de poseerlo a toda costa, desconociendo incluso lo que se oculta dentro de ella -o tras las tablas- si es que en verdad se esconde algo o incluso si eso tiene importancia.
Una sensación similar se produce cuando uno observa las pinturas de Miguel Marina. La imagen remite inevitablemente al paisaje, pero a un paisaje contenido en la estructura del propio papel, convirtiéndolo en un espacio de sutil relieve traído a la superficie. El trabajo de Marina supone una toma de conciencia, de análisis de la pintura como pintura nada más, tampoco nada menos. Enfrentarse al soporte asumiendo una serie de condiciones y entender el resultado como aprendizaje vital. Los papeles cuelgan ahora de las paredes de la galería del mismo modo que lo hacían en el estudio, forzando el muro y sugiriendo un peso indeterminado. Los tres niveles del espacio se corresponden también con los niveles de incidencia sobre cada una de las obras, reduciendo el volumen de la pintura a medida que vamos descendiendo, hasta convertirse casi en una veladura que permite entender el proceso y que escalón a escalón deviene en un rastro mínimo, pintando como con miedo. Pintando con un profundo respeto por lo que pintar significa.
Texto Ángel Calvo Ulloa
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España