Descripción de la Exposición
UNA REVELACIÓN SOLAR…
-Espacios de significación en la obra fotográfica de María Primo-
“Seguramente hay lo inexpresable. Éste se muestra…”
Ludwig Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus
Observando la obra fotográfica de María Primo –y esa “contemplación” exige ser dinámica, es decir: intelectualmente productiva- me lleva a pensar que en la práctica fotográfica, quizás con un darse más poderoso o artísticamente violento que en otras manifestaciones creativas, que el contexto, rotundamente, lo es todo. Al menos si estamos dispuestos a aceptar que una parte considerable de la producción simbólica contemporánea se apropia, con decisión, con garra e interés, de lo que yo definiría como “sueño contextualizado”. Y con ello nos referimos al territorio (espacio de compleja y extraña movilidad, que ni siquiera el estatismo de la fotografía consigue fijar) donde el artista -o quizá sería m ás correcto decir: el productor de sentido-, sitúa la acción paradigmática donde se lleva a cabo las mil veces ensayada, mil veces repetida, eterna redefinición del concepto de representación.
Por supuesto, no existe contexto alguno si con anterioridad no nos hemos posicionado en cuanto al grado de filiación (o compromiso) de ese mismo contexto con respecto a la realidad de la cual, en buena ley, usufructúa el derecho a la representación misma del acto creativo; o incluso, expresado de otra manera, a la cualidad política de toda representación cuando ésta se inscribe en el marco de cualquier acción con voluntad comunicacional. Sabemos perfectamente que ninguna representación es inocente, blanca. No podía ser menos, tratándose de un lenguaje que aspira a redimensionar las estructuras de conocimiento en un contexto determinado. Y sí, estamos convencidos de ello, ese contexto es esencial, pero corresponde al artista saber alejarse (en el sentido teatral que nos ense ñó Bertolt Brecht) de esa realidad dada para sí poderelevarse gracias a la misma condición artística que el creador detenta.
La buena selección de fotografías de María Primo que ahora vemos expuestas (contexto territorial) fueron realizadas en un lugar ventoso del sur de España -no es necesario que hagamos de lo que no somos, de geógrafos y topógrafos, y con ello la obligatoriedad de informar del nombre y emplazamiento exactos de este “paraíso habitado” tal como lo define la artista-, y así, al no saber nombre y justa localización, podemos hablar de este territorio como de una abstracción reconocible, como de unaficción, incluso, profundamente real. Porque la obra de nuestra artista es un ejercicio práctico (es decir, fotográfico) tanto como teórico (es decir, intelectualmente especulativo) no tanto sobre la realidad como lo que gira en torno a dispositivos que c ontemplan Lo Real desde una pluralidad de intenciones y compromisos
Debemos al teórico norteamericano Hal Foster el haber sido de los primeros, si no el primero directamente, en haber planteado la complejidad ontológica de la representación bajo el signo del “retorno de lo real”, si bien muy centrada esta preocupación (quizá excesivamente) en lo real que encubre y protege la representación del cuerpo, y con ello el análisis del locus moral, o el estatuto jurídico de esa moral transfigurada en estética, que toda representación incorpora en su, diríamos, destino ilusorio, o si se prefiere, en su horizonte de irrepetibilidad, que en propiedad es lo que defienden estas fotografías: cada imagen que contemplamos es el gesto irrepetible de una naturaleza tan bella como despiadada, tan brutal como indiferente. Ahora bien, ineludiblement e llega un momento que la obra interroga a su propio hacedor en términos de si era eso lo que pretendía decir, si ha logrado conquistar estéticamente ese “poder-decir” que tanto anhelaba, y que es, recordemos, piedra angular en la filosofía de Michel Foucault.
Las fotografías, las tomas, de María Primo son bellísimas reflexiones en torno a ese “poder-decir”, que para una mejor comprensión lo enlazaremos con una pregunta que el propio Foster se hace en el mismo ensayo al que pertenece la cita anterior y hasta ahora no revelado: El Retorno de lo Real, Editorial Akal. Pues bien, es aquí donde el teórico norteamericano se pregunta: “¿Supone ello encarar lo real desde un compromiso con lo social o, por el contrario, aceptar el cuestionamiento de los límites internos del poder-decir?”. De nuevo volvemos a contemplar las fotografías de María y preguntarnos: ¿Qué seres humanos contemplan también estos mismos paisajes en un “fuera de campo” inquietante y cuestionador? ¿Qué mi radas furtivas procedentes del otro lado del Estrecho se esconden en estas soledades? ¿Cómo unir, entonces, lo “estético” con lo “social”, tal como inteligentemente se pregunta Hal Foster, o bien decidirnos por asumir los límites internos y externos de ese “poder-decir” foucaltiano?
Se podría “criticar” al análisis de Foster que se toma muy en serio la realidad del arte, sin querer contemplar, se diría, la mistificación de esa misma realidad, aun otorgando a ese engaño, o esa ficción, la cualidad especulativa de toda representación simbólica. Pues precisamente esta es una de las cualidades más sobresalientes en este trabajo último de María Prieto: el no confundir realidad con la fotografía de esa realidad, en no manipular la mirada ajena, la del espectador, con un exceso de “conflicto social” en los continuos dramas humanos que suceden en las aguas y playas del Estrecho, en no mezclar, en definitiva, el clic de una mirada creadora (la de la artista) con la cualidadmoral de esa mirada (y que corresponde al ser huma no que también es la artista). Estas fotografías son el inteligente destilado de muchas realidades -sociales, geográficas, afectivas, educacionales, biográficas…-, para finalmente ser presentadas con la materia purísima del más noble y artístico de los simulacros: lo que vemos únicamente es real como estilización artística de una mirada profundamente creativa y no menos noble en el desempeño de su quehacer.
En las fotografías de María Primo la realidad, cuestionadora de sí misma, siempre encuentra un baldío donde edificar su compromiso con lo social desde una honestidad creativa, y ello lo podemos observar en ese solar abandonado, en esa playa solitaria y misteriosa, en ese camino borrado y estrangulado por un aluvión procedente del desierto, en esa duna de arenas movedizas, en ese humilde papel en medio de un océano de tierra, en esa playa misteriosa abrasada por el sol… En las fotografías de nuestra artista la realidad, al igual que la naturaleza, existe -mejor dicho: es contemplada- en tanto que producción de lo visible, que en definitiva supone siempre asumir una invisibilidad que no es más que el régimen ético de la palabra. Con otras palabras: decir únicamente, por medio de estas fotografías inteligentes y bellas, lo que la honestidad y ética creativas permiten decir.
Luis Francisco Pérez
Madrid, primavera del 2017
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