Descripción de la Exposición Ma Liuming estudió en el departamento de pintura a óleo de la Academia de Bellas Artes de Hubei, y mientras producía pinturas, comenzó a implicarse en actividades performáticas. En 1993, participó del East Village, grupo de artistas de vanguardia que tuvo su inicio en los suburbios de Pekín. Ma Liuming comenzó a realizar sus performances desnudo, delante de un círculo pequeño de amigos. Con el pelo largo y trazos femeninos, él utiliza su apariencia andrógina como parte importante de su arte y maquillaje para transformar su cara en su alter ego femenino, Fen. Ma Liuming eligió la forma del "trans-genero" con la intención de crear una sensación de discrepancia, en la confusión creada por la vaga existencia de una persona que tenía un cuerpo paradoxal. Al transformarse en mujer con un cuerpo de hombre, o superponer un cuerpo de niño sobre su propia cara, él nos propone un espejo en busca de su propia identidad. El artista - que aborda las fronteras tradicionales entre el hombre y la mujer, el artista y el público - se expresa a través de la pintura óleo, de la performance y de la escultura. Ma Liuming es un artista inquietante, voluntariamente subversivo, que con el grupo generacional y estético del East Village de Beijing, ha recorrido la geografía mundial del arte, desde Seúl a México, desde Canadá a Australia, pasando, como no podía ser menos, por las grandes capitales del arte occidental. En Madrid comparece ahora, en solitario, en una galería que demuestra una voluntad de riesgo muy encomiable. Con su belleza adolescente y oscura, andrógina, y el papel que exige de su propio cuerpo, Ma Liuming propone una lectura del fenómeno artístico que merece la pena analizar, y que en el mercado español resultará sin duda deslumbrante. Ma Liuming es ya una leyenda. Según la coreana Yu Yeon Kim, comisaria de la exposición colectiva que sirvió de tarjeta de presentación a la generación pekinesa a que pertenece, y que se tituló "Translated acts/Actos traducidos. Performance y arte del cuerpo en Asia Oriental", la eclosión del grupo del Beijing East Village, del que Ma Liuming fue un miembro muy activo, está íntimamente relacionada con las circunstancias políticas en que comienza a desarrollarse. La comisaria coreana señala como fecha inicial y "hecho generacional", el ambiente político anterior a la masacre de la Plaza de Tiananmen. Cuatro meses antes de los sucesos, el 5 de febrero de 1989, su compañero de grupo, Xiao Lu, disparó un arma de fuego contra su obra en la exposición de la Vanguardia China que se exhibía en el Palacio Nacional de Bellas Artes de Pekín. A las tres horas de inaugurada, la colectiva de casi 200 artistas fue clausurada por el gobierno. A partir de ese acto poético que Vaché y Breton hubieran saludado entusiastas, los happenings y performances les parecerán la mejor forma de intervención propiamente artística pero profundamente comprometida con su realidad social y política. Y de alguna manera, esta vanguardia china recupera para las performances, perpetuadas ahora gracias a la fotografía y el video, el potencial subversivo que tuvieron en la época dadá y surrealista y en las descaradas vanguardias de los años sesenta, pero que en la débil posmodernidad occidental ya habían perdido para nuestra poco escandalizable sociedad. Que están creando un nuevo "body art" muchas veces sangriento, por sus referencias continuas al dolor, la muerte y el sexo, y que es un arte que funciona y revuelve, lo demuestran los avatares de la exposición, que si en Berlín pasa sorprendiendo pero sin problemas, en Nueva York es censurada, y en el DF mexicano se advierte taxativamente que puede herir la sensibilidad del visitante. Y la del gobernante: a principios de 1990, el propio Ma Liuming fue encarcelado durante tres meses por el equivalente chino del "escándalo público", pese a que su performance, en la que se mostró desnudo, la realizara en su casa del Beijing East Village. La gran creación de Ma Liuming es Fen-Ma, un personaje sobre su propio cuerpo. Entre varón y mujer, el rostro maquillado cuidadosamente y ostensiblemente femenino entra en inquietante contraste con el sexo, masculino y desnudo. Como para separarlo de sí mismo, le ha puesto nombre al personaje, lo que convierte su cuerpo en mero soporte de una acción rigurosamente pictórica –el maquillaje es pintura- e inmediatamente teatral. Fen-Ma es un personaje activo, un sorprendente andrógino que se presenta en acción. No me parece muy arriesgado pensar que en su horizonte está la tradición teatral china, en la que los papeles femeninos eran representados por hombres. Pero ahora, desvestido (desvestida) de su disfraz, del traje de atrezzo que codificaba aquella ilusión de feminidad, pone el engaño literalmente al desnudo. Y esta acción plantea ya algunas preguntas sobre la realidad de los sexos, sobre las difusas fronteras de los géneros y sobre la voluntaria construcción del propio cuerpo y su papel, activo y pasivo a un tiempo. Sujeto y objeto a un tiempo. Porque Ma Liuming es autor y actor. Fen-Ma sería imposible sin otra figura también ya mítica, el fotógrafo Rong Rong, que convivió durante algunos años en la colonia artística del East Village pequinés, y que convirtió a aquella "factory" de músicos, pintores de pincel y fotógrafos, en los modelos que poblarían sus fotos y muchas veces, en los actores que escenificarían sus guiones. Rong Rong fue, por otra parte, el primer propagandista de este grupo estético, con sus fotografías protagonizadas por Fen-Ma/Ma Liuming y por Zhang Huan (Anyang, Henan, 1965), actor de terribles escenas masoquistas dotadas de una rara sensualidad casi metafísica. La mirada de Rong Rong y su talento escenográfico, tienen mucho que ver con la imagen inquietante de Ma Liuming. La exposición que nos ocupa muestra todas las caras, todos los roles de Ma Liuming. Vemos su faceta de pintor convencional, su mirada de autofotógrafo, su trabajo actoral y pictórico, sus intervenciones sobre su propio cuerpo, objeto y escenario de las acciones más sorprendentes, como ese falo enorme que se superpone al suyo y lo alarga hasta la autofelatio. Y el sexo, protagonista indirecto y comunicador privilegiado, adquiere un papel revulsivo y ya desacostumbrado. No sólo por el narcisismo casi inherente al andrógino, el perverso polimorfo freudiano, sino porque su acción demoledora disuelve la propia noción de artista al borrar los límites entre sujeto y objeto, pintor y modelo, varón y hembra. Como varón y como hembra, como modelo de Rong Rong y de sí mismo, como manipulador y guionista: así aparece este joven y ya maduro artista. ¿De donde viene esa potencia, esa especie de malestar y ese evidente placer estético que produce la obra de Ma Liuming? ¿De su androginia omnipresente y poderosa? El contraste entre la belleza femenina y la fragilidad masculina es indudablemente morbosa, con el morbo de los decadentes. Como es morbosa su negación de ambos valores, el masculino y el femenino. Como quería Bretón, en la Modernidad la belleza será convulsa, o no será. Esa recuperación de la modernidad, en el sentido de Octavio Paz, o si lo prefieren, esa negación del posmoderno, de su amplificación vacía hasta la estupidez y el hastío, es el secreto. La exposición individual de Ma Liuming, que hoy tenemos el honor de saludar en la galería Dolores de Sierra de Madrid, es, sin duda, un acontecimiento en el mundo cultural español, y un gesto de valentía y vocación por parte de la galerista. Marcos-Ricardo Barnatán