“La palabra feminismo, de insuperable elocuencia en cuanto es anunciadora de una formidable revolución espiritual: la sagrada palabra feminismo que ha despertado la conciencia universal de lo relativo al caudal de energías mentales que atesora la mitad del género humano, que ha venido llamándose sexo débil; la palabra feminismo pronunciada con reverencia por toda mujer consciente y agradecida; la palabra feminismo que lleva la reparación de las injusticias tratándose de reparar expoliaciones hechas en lo civil y en lo político a la mujer y que infunde devoción a los propios hombres que tienes la valentía de mirar frente a frente a las imposiciones de la inalienable ley evolutiva, solo puede ser considerada innecesaria por aquellas personas, que por su desdicha, desconocen el valor de las más bellas y ponderables palabras puestas en circulación.”