Descripción de la Exposición
Un cuadro es un cuadro es un cuadro. Ahí acaba el título de la exposición, pero podría seguir: un cuadro es un cuadro es un cuadro es un cuadro es un cuadro es un cuadro... Cuanto más lo escribo, cuanto más lo digo —me lo digo—, más se acentúa la incertidumbre en torno a la naturaleza de este género —la pintura, claro—. La obra de Diego Machargo (Oviedo, 1990) expresa una cierta complicidad irónica con la afirmación que da nombre a la exposición. Sus cuadros se prolongan siempre más allá de sí. Se basan, antes que nada, en aquello que han dejado atrás, en aquello que se cobija más allá de su visión aparente, es decir, en su aspecto más íntimo. ¿Qué significa en cambio reivindicar esta intimidad de la pintura?
En un momento de intimidad, uno nunca se encuentra en la más absoluta soledad —en sí, para sí, consigo—, ni siquiera cuando duerme, cuando sueña, cuando pareciera despojado del mundo, de todo el mundo. Durante estos tiempos y espacios que conforman lo íntimo, el individuo participa de una vivencia compartida, de un mundo (en) común. Como sostiene José Luis Pardo, “la intimidad no es el secreto sobre sí mismo que cada cual oculta pudorosamente a los demás, ni tampoco el fondo inefable que sólo yo sé y no puedo compartir”. Frente a lo privado, que restringe y delimita un espacio inaccesible (físico y/o simbólico), lo íntimo construye de manera entretejida, intersubjetiva y porosa un espacio-tiempo, una memoria o relato compartido. En la intimidad convivimos con el otro, con el sueño, con el recuerdo, con lo fugaz, con lo improbable, con aquello que recién llega o que recién se va de nuestra mente, de nuestra vida, de nuestro cuerpo, de nosotros —un pensamiento, un destello, un susurro—, aquello que viene y va, que aparece y se esconde, por un tiempo.
Un cuadro es un cuadro es un cuadro explora esa poderosa intimidad a través de la pintura de Diego Machargo. Sin embargo, para acceder a este mundo íntimo del artista, la exposición reúne no solo sus cuadros, sino una pluralidad de otros objetos que acompañan estrechamente el proceso de su pintura, como esculturas, dibujos, recortes e incluso ciertos componentes de su taller y de su hogar. La exposición, como archivo íntimo del proceso de pintar, expande así la autorreferencialidad convencional de lo pictórico para mostrar el ejercicio y rastro íntimo del artista: una temporalidad diluida a través de los objetos. Su práctica artística se basa en una creación lenta, cuidadosa y prolongada en el tiempo, durante la cual el artista va sumando capas de pintura —y por tanto de significación —, a las constelaciones que crea. El título Un cuadro es un cuadro es un cuadro reproduce el propio ritmo de la pintura. Especialmente en el caso de la obra de Diego, un cuadro es muchos cuadros, todos aquellos momentos que quedaron por el camino, aquellos que pudieron ser y no fueron, o que lo son, en cierta medida, más allá de lo que podemos ver.
En un ejercicio onírico, el espectador buceará entre estas capas de pintura, a través de las figuras y símbolos representados. Sus obras están abiertas a la re-creación y dan lugar a ensoñaciones que ficcionará aquel que mire e imagine la superficie del lienzo. Ante estos cuadros abiertos y dispuestos para el buceo del espectador, la mirada será lenta y prolongada en el tiempo, pero también mentirosa, distraída y narradora.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España