Descripción de la Exposición Hace años que Jordi Ballester aventa la memoria de sí mismo y de lo que le rodea, poniéndola pone patas arriba en un verdadero ajuste de cuentas. Lo hace para que, como el agua de los pozos, no se pudra. Entonces procede a su autopsia. ¿Hace eso? ¿O, simplemente, se burla, se venga, se encara con todo lo que le precede, le rodea o le espera? Sencillamente, Ballester edifica ucronías. Lo cual, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, no es sino una: 'Reconstrucción lógica, aplicada a la Historia, dando por supuesto acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder'. Así pues, son ucronías, autopsias y venganzas lo que vertebran el argumento de la presente exposición, subtitulada Jordi Ballester. Memoria y prospectiva. Se trata de una muestra que reúne un centenar de bocetos, dibujos, cuadros, esculturas, monumentos e instalaciones audiovisuales, que concentran buena parte de los planteamientos intelectuales y estéticos que han preocupado al artista durante los últimos años. A despecho de la crisis radical y endémica que envuelve la creación artística desde hace décadas, y negándose a compartir el disfraz de cinismo con que la tribu del arte acepta las reglas de un juego que ha dejado de creer incluso en sí mismo, Ballester entra y sale en la memoria de nuestro inmediato pasado artístico. En tales inmersiones se encuentra con un tapiz inconcluso y deshilachado cuyos cabos sueltos retoma y recompone a través de la ironía, la paradoja, el amor o la sorna. Fruto de este odiseico viaje, surge una obra variada en su forma y temática, cuyo sentido apunta en direcciones múltiples. Piezas cargadas de argumentos estéticos, éticos e ideológicos que tampoco olvidan cifrar, de una u otra forma, nuestro presente histórico y los horizontes hacia donde éste debiera moverse, en una dirección de progreso. La exposición se estructura en cuatro partes: Postrimerías de la realidad. Los años de plomo. Sala Estudi General En 1976, Joan Cardells abandona Equipo Realidad. Durante los dos años siguientes, Jorge Ballester todavía continuará trabajando bajo la misma rúbrica. Primero con Carrazoni y, finalmente, en solitario. De este periodo proceden una serie de obras, prácticamente desconocidas, que cierran el ciclo de aquella relevante presencia en la historia del arte español de la segunda mitad del siglo XX. Una selección de estas piezas conforma el prolegómeno de la presente exposición. Suponen el nexo entre el último Jorge Ballester asentado en la memoria colectiva, testigo implacable de los años de plomo, y el que ahora renace de sus cenizas, dispuesto a rediseñar, tanto el no-haber-sido como el poder-ser. Son obras gestadas en el ambiente de una sórdida España predemocrática. Se trata de obras gobernadas por el confuso ritmo de aquellos acontecimientos históricos que, día a día, iban perfilando el tortuoso itinerario del periodo que conocemos como la Transición. Ucronías cubistas. Sala Estudi General En este bloque y a través de bocetos, dibujos, cuadros, esculturas y un espacio monumental, compuesto por una botella, un vaso y una fruta gigante de color blanco, Ballester reflexiona visualmente más allá de los límites que el propio Cubismo se impuso a sí mismo. En el bodegón tridimensional de proporciones habitables, el público puede pasear y modificar la visión del espacio cubista en función de la acción claroscurista de la luz y del punto de vista de quien lo contemple En esta sección, Ballester reflexiona visualmente más allá de los límites que el propio cubismo se impuso a sí mismo y aborda una revisión de la experiencia cubista en términos de ucronía propiamente. Unas veces, Ballester disuelve conscientemente la frontera entre la pintura y el diseño gráfico, que el propio Cubismo había jugado a debilitar o a transformar. Carnés de Identidad. Sala Thesaurus Cuando le preguntan a Jorge Ballester por su profesión, suele contestar que es 'hartista'. Lo que equivale a manifestar su hartazgo con respecto a un buen número de cosas, muchas de ellas propias de la esfera del arte, que parece seguir funcionando como si todo estuviera bien en el mejor de los mundos. Pero tal ironía no deja de ser sino la exhibición de un conceptual carné de identidad. Asunto, este de la identidad, que le preocupa especialmente, como lo demuestra la galería de protagonistas de la aventura estética contemporánea que se reúne en este ámbito. Se trata de verdaderos retratos-prospectivos de personajes como Picabia, Marat, Paulina Bonaparte, Savinio, Beckmann, Pittaluga, Salmon... a los que somete a metamorfosis, suplantaciones y otros ejercicios, a través de los que muestran un trasfondo no siempre visible. Ballester también aborda personajes anónimos y su propio autorretrato. Queridos monstruos. Sala Thesaurus y Martínez Guerricabeitia Este último apartado de la exposición propone un ámbito más íntimo, en el que se mostraría una de las mitologías personales de Ballester. Para esta ocasión se ha elegido el peculiar ambiente que gira en torno a la lucha libre mexicana. Con sus máscaras y atuendos chillones y estrafalarios, travestidos en personajes de un cómic de cartón piedra o de un kabuki sudorosamente cutre, aunque vulnerablemente humanos, los personajes de este inframundo contrastan con otras caricaturas mediáticas del mundo del espectáculo de la lucha.