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Turner. La luz es color

Exposición / MNAC - Museu Nacional d'Art de Catalunya / Palau Nacional - Parc de Montjuïc / Barcelona, España
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Cuándo:
20 may de 2022 - 11 sep de 2022

Inauguración:
20 may de 2022

Comisariada por:
David Blayney Brown

Organizada por:
MNAC - Museu Nacional d'Art de Catalunya, Tate Modern

Artistas participantes:
Joseph Mallord William Turner
Etiquetas
Acuarela  Acuarela en Barcelona  Artes gráficas  Artes gráficas en Barcelona  Dibujo  Dibujo en Barcelona  Grabado  Grabado en Barcelona  Oleo  Oleo en Barcelona  Oleo sobre lienzo  Paisaje  Pintura 

       


Descripción de la Exposición

través de un centenar de pinturas, acuarelas, dibujos y grabados esta exposición, organizada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya con la colaboración de la Tate, explora la fascinación del pintor Joseph Mallord William Turner (1775-1851) por la naturaleza y los fenómenos atmosféricos, desde sus inicios en la década de 1790, y hasta finales de los años 1840. La exposición nos sumerge en la obra del gran paisajista inglés, recorre sus principales temas para acompañarlo en sus viajes por una Europa cuya naturaleza empieza a verse transformada por la Revolución Industrial. La principal inspiración de Turner surgió precisamente de sus viajes por Gran Bretaña y la Europa continental y sus paisajes incorporan fuentes diversas, desde la mitología clásica hasta la propia historia del arte o las invenciones tecnológicas modernas, y se sitúan entre la tradición y la innovación. Reconocido como el mejor paisajista del periodo romántico por su dominio de la luz, el color y la atmósfera, Turner pinta las inmensas fuerzas de la naturaleza que en aquella época de grandes cambios, a inicios de la primera Revolución Industrial, comenzaban a estar amenazadas. Sus estudios atmosféricos reflejan los efectos del vapor, el humo y la contaminación que crean nuevas formas de niebla y particulares efectos lumínicos. Turner refleja la pequeñez del ser humano en comparación con la magnificiencia de la naturaleza y capta efectos atmosféricos extraordinarios. A través de sus pinturas, dibujos, esbozos y grabados, distribuidos en siete ámbitos temáticos, la exposición sigue el desarrollo de sus composiciones, a partir de los primeros esbozos hasta las acuarelas, óleos o grabados finales. La muestra revela cómo la técnica de la acuarela fue fundamental en el enfoque a la vez científico e intuitivo del artista, y como ésta le permitió captar la intensidad de las fuerzas de la naturaleza con una precisión expresiva sin igual. Ámbitos y textos de sala Introducción TURNER. La luz es color es la primera exposición del Museu Nacional dedicada a la extraordinaria obra del artista británico Joseph Mallord William Turner (1775-1851). La exposición es un viaje a través de los paisajes más atmosféricos del artista, y reúne más de cien pinturas, acuarelas, dibujos y cuadernos de bocetos de la colección de la Tate. Durante una conferencia leída en 1818, Turner pronunció la famosa frase “La luz es, por tanto, color”, que ha inspirado el título de la exposición y que insinúa la devoción del artista por capturar esta fuerza omnipresente. Turner elevó a la categoría de “arte mayor” el estatus del paisajismo, que hasta entonces había sido considerado un género menor, desafiando las convenciones e incorporando técnicas innovadoras en sus representaciones alegóricas de paisajes espectaculares y condiciones meteorológicas. Hoy en día, Turner es ampliamente reconocido como el mejor pintor de paisajes del periodo romántico debido a su dominio de la luz, el color y la atmósfera, y a su habilidad para situar la experiencia humana en el gran mundo natural. Desde sus inicios en la década de 1790 hasta sus obras climáticas de mediados y finales de la década de 1840, esta exposición explora la fascinación de Turner por los fenómenos meteorológicos y atmosféricos. Las tormentas, las nubes, los arcoíris, las nieblas, los incendios y la luna fueron motivos recurrentes, pero el sol fue, sin duda, su tema más querido. La exposición recorre el desarrollo de las composiciones de Turner desde los primeros bocetos y los “comienzos de color” exploratorios hasta las acuarelas, los óleos terminados y los grabados publicados. La selección de obras que se presenta revela cómo la acuarela fue fundamental en el enfoque científico y a la vez intuitivo de Turner, y cómo le permitió captar la intensidad de las fuerzas de la naturaleza con una precisión expresiva sin parangón. La inspiración de Turner procedía a menudo de sus viajes por Gran Bretaña y Europa continental. La composición de los paisajes se nutría de fuentes variadas, como el estudio de las ciencias naturales, la mitología clásica, la literatura, el arte, la poesía y la invención tecnológica moderna. Entre la tradición y la innovación, entre los estudios al aire libre y el trabajo en el taller, entre la naturaleza y el ideal, esta exposición presenta las diversas preocupaciones que hay detrás de las creaciones de Turner con todos sus contrastes y paradojas. Las obras de Turner confrontan al espectador con una experiencia sensorial de la naturaleza que resulta tan impactante hoy como lo fue en su día para sus contemporáneos. 1 Memoria e imaginación Las aventuras de Turner por Gran Bretaña y Europa continental fueron una importante fuente de inspiración para sus cuadros de paisajes. Aunque prefería pintar en su estudio, los dibujos, bocetos y acuarelas que realizaba al aire libre constituían una fuente de recuerdos preservados. Los empleaba como notas para composiciones creativas, que se convertían en elementos del paisaje en la imagen final. Turner a menudo entrelazaba eventos pasados o historias mitológicas en sus paisajes. Un ejemplo es El puente del Diablo y la garganta de Schöllenen, un esbozo realizado durante sus viajes por los Alpes suizos en 1802. El puente original fue destruido en las batallas entre las tropas francesas y rusas en 1799. Turner empleó el puente reconstruido para visualizar la escena de la batalla, y añadió representaciones imaginarias de pequeños soldados y mulas de carga, salpicadas a lo largo del barranco escarpado. Esto ayuda al observador a percibir la gran escala del paisaje, tal y como Turner lo debió de vivir. Ese mismo año, Turner también visitó Grenoble. Sus percepciones y recuerdos de la ciudad, y el puente que cruza el río Isère, se combinaron en cuatro estudios del color que dieron lugar a una acuarela terminada hacia 1824. Esta serie ilustra el proceso pictórico de Turner paso a paso, desde las primeras acuarelas, de colores indistintos y disueltos, hasta las últimas, en las que emergen claramente los detalles, saturados de color. Los métodos de Turner para elaborar cuadros de exposición se pueden ver en los esbozos al óleo Ulises burlando a Polifemo y La separación de Hero y Leandro, donde se combinan recuerdos del paisaje mediterráneo, cuadros de Claude Lorrain y Nicholas Poussin, y su lectura de literatura clásica traducida. 2 Creando la escena Los paisajes que forman el telón de fondo de la pintura histórica de Turner a menudo juegan un papel tan importante como las figuras representadas en la escena. Inspirado por el teatro, Turner creó una serie de «telones de fondo» que abarcaban desde mares turbulentos y tormentas hasta cimas doradas y llanuras serenas. Empleaba el cielo, la atmósfera y la topografía como efectos teatrales o emocionales para evocar distintos estados de ánimo, que siguen siendo tan impresionantes para los observadores de hoy en día como lo fueron para sus contemporáneos. Los temas de Turner suelen aparecer en los títulos de sus obras, lo que proporciona un contexto claro para los cuadros, Baco y Ariadna o Apullia en busca de Appullus. Las figuras de estos cuadros eran a menudo de carácter mitológico, pero también incluían a un elenco de personajes cotidianos como agricultores, marineros, pescadores y soldados. Aunque a veces se le ha criticado por no respetar la precisión de la representación figurativa en sus cuadros históricos, Turner demostró su habilidad y dominio técnicos tanto del óleo como de la acuarela a través de representaciones ejemplares de los elementos naturales. Para transmitir la historia de sus cuadros, utilizaba tanto la falacia patética como las acciones de los propios personajes, lo que significa que el paisaje jugaba un papel central a la hora de definir su narrativa. 3 Cara a cara con la naturaleza A Turner le encantaba observar la naturaleza de primera mano y a menudo realizaba estudios sobre el terreno para intentar capturar la atmósfera del entorno. Al atravesar el pueblo de Les Contamines en su primera expedición alpina, pintó Les Contamines, al alba: mirando hacia St Gervais y el Mont Blanc, donde representó una salida del sol antes de un largo día de excursión. La vívida luz del amanecer es una señal esperanzadora para el día que comienza y un medio útil para resaltar la escala de la montaña que están a punto de ascender. Las figuras del esbozo incluyen a los compañeros de viaje de Turner, y una de ellas podría ser el propio artista. En esta sala se expone una selección de acuarelas en las que Turner, ya sea de forma literal o simbólica, se centró en él mismo y en su propia perspectiva del mundo. Pese a los artefactos humanos que aparecen, estos estudios de acuarela muestran la insignificancia y pequeñez del ser humano en comparación con la magnificencia de la naturaleza. También hay otras obras que evidencian la exploración de Turner sobre cómo la humanidad ha afectado y transformado el paisaje a lo largo de los años. Turner lo observó en sus viajes durante las décadas marcadas por la Revolución Industrial. Algunos de sus estudios más atmosféricos dan testimonio del vapor, el humo y la contaminación provocados por la industrialización, lo que dio lugar a nuevas formas de niebla y efectos lumínicos, como queda patente en sus estudios de acuarela, por ejemplo, Espigón,?con un barco de vapor en el mar a lo lejos. 4 Luces y atmósferas Turner afirmaba que una vez se ató al mástil de un barco durante una fuerte tormenta para pintar mejor el fenómeno de memoria. Aunque esta historia puede ser una invención del artista, ilustra muy bien su compromiso con su obra, ya que Turner sabía mejor que nadie cómo plasmar sobre la tela efectos atmosféricos extraordinarios. Viajó mucho por Gran Bretaña y Europa para observar, de primera mano, paisajes sublimes: desde las neblinosas colinas del Distrito de los Lagos en Inglaterra y las peligrosas montañas alpinas hasta las brumosas lagunas venecianas y los horizontes infinitos de Margate. En sus viajes, su sensibilidad hacia la luz y la atmósfera era aguda hasta el punto de la obsesión, y la inmediatez de la acuarela se adaptaba bien a sus necesidades. Al desarrollar sus composiciones en acuarela, el Real Académico Joseph Farington escribió que «Turner no tiene un proceso establecido, sino que juega con los colores hasta que logra expresar las ideas que tiene en la cabeza». A medida que su carrera avanzaba, la atención de Turner hacia la luz y la atmósfera se imponía cada vez más a los elementos topográficos o escénicos de sus pinturas, que en los últimos años se fueron envolviendo de luz. Algunos de sus estudios más elementales sobre el mar prescinden completamente de las características costeras y se convierten en meditaciones llenas de luz sobre la relación del observador con el mundo exterior. Esto es especialmente cierto en sus últimas obras, en las que Turner difumina deliberadamente los detalles hasta tal punto que el mundo físico desaparece a favor de un mundo más luminoso e intangible. Aunque Turner no presentó estos estudios como obras terminadas, el hecho de que muchos permanecieran en su taller sin más ornatos sugiere que estaba satisfecho con su estado inacabado y puramente atmosférico. 5 Sublimidad luminosa En esta sala se muestra el interés de Turner por el poder sublime de la luz, sus efectos evocadores y la capacidad de transportar al observador hacia varios estados emocionales de calma, alegría, drama, sorpresa y admiración. En las obras, vemos cómo la luz ayuda a formar y crear los colores que rigen la forma en que percibimos la naturaleza y nuestro entorno. Los viajes de Turner, sobre todo por los Alpes, le expusieron a una serie de fenómenos naturales y elementales que actuaron como catalizadores de sus creaciones artísticas. Como muchos artistas de su generación, se inspiró en la obra de Edmund Burke, Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas de lo sublime y bello (1757), que explora el temor y la admiración que despiertan los grandes paisajes y los poderosos elementos de la naturaleza. Turner lanzó su propia «investigación estética y filosófica » a través de sus pinturas de paisajes, desde los escénicos e históricos hasta los topográficos y naturalistas. La presencia de lo sublime se convirtió en un importante hilo conductor en su obra, y en años posteriores adquirió una expresión más difusa y abstracta. Turner visitaba a menudo lugares específicos en donde la luz presentaba cualidades distintivas y peculiares. En Lucerna, Venecia y Margate, por ejemplo, el agua reflectante que interactuaba con la luz creaba lo que Turner consideraba una belleza muy especial. Se empeñó en dominar los efectos de la luz, y su aplicación de la pintura experta y a la vez experimental le permitió lograr una luminosidad convincente, tanto con las acuarelas como con los óleos. Estos métodos incluían la cuidadosa elección del papel, su método singular de imprimación de la tela y su técnica de sobreponer y eliminar repetidamente la pintura para crear un efecto borroso de disolución y trascendencia. 6 La oscuridad es visible Basándose en los estudios de las teorías del color de Isaac Newton (1643-1727) y Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), Turner consideraba que la luz y la oscuridad eran valores visuales y emocionales iguales en el arte y la naturaleza. La sublimidad de la luz no podía existir sin la sublimidad de la oscuridad, y a menudo yuxtaponía ambas para crear un mayor impacto. Turner empleaba con moderación los colores blanco o negro en sus formas puras, reservándolos sobre todo para el énfasis emocional y visual. Una mezcla de colores de todo el espectro, desde los delicados y brillantes hasta los oscuros, le proporcionaba los efectos de color, luz y oscuridad que pretendía lograr. Turner percibía sus composiciones pintorescas como entrelazamientos de luz y oscuridad. En la obra Lago Buttermere, con la parte de Cromackwater, Cumberland, un aguacero (1798) utiliza los contrastes para evocar la admiración del espectador ante la grandeza de la naturaleza. El cuadro se basa en un esbozo en acuarela que plasma las condiciones de calma y tormenta que tenían lugar simultáneamente en el Distrito de los Lagos en Inglaterra y que Turner, presumiblemente, presenció in situ. En su cuaderno de esbozos, escribió la palabra black (negro) en la superficie del lago. En combinación con los efectos espectaculares de la luz, los tonos muy oscuros potenciaban el estado de ánimo dramático del cuadro. Desde las primeras etapas de la carrera de Turner, la sublimidad de la oscuridad se representa en forma de ominosas nubes de tormenta y aguas negras de tinta. Este trazo negro recorre toda su obra, y entra a menudo en conflicto con el hombre e inspira temor al espectador. Hacia el final de su carrera, lo sublime encarna formas cada vez más elementales, pero igualmente oscuras y ominosas. Un día, Turner dijo: «Ojalá tuviera un color para hacerlas aún más negras». 7 El Sol es Dios Se dice que, antes de morir, Turner afirmó que «El Sol es Dios». Aunque se desconoce su significado, el Sol ocupó, sin duda alguna, una posición central en su obra. Fue su tema más representado y apreciado, el «más bello de los seres» o «fuente de alegría», como él decía. Esta sección comprende cinco óleos y pretende ser un final triunfal para la exposición, que sumerge al espectador en las telas resplandecientes de luz de la última etapa de la carrera de Turner. Turner seguía con interés las últimas teorías científicas relacionadas con la luz y el color, y aplicaba sus conocimientos en sus intentos de pintar el Sol y replicar su energía. Siguió los experimentos ópticos de Goethe, cuyos escritos incluyen un estudio de las postimágenes, las manchas de color que se producen en el ojo al mirar directamente el Sol. Además de inspirarse en los efectos científicos, también lo hizo en el poder simbólico del Sol, recurriendo a la mitología clásica y con frecuencia haciendo referencia al Sol en el verso poético que acompañaba a las pinturas que exhibía en la Real Academia. Algunos estudiosos han interpretado sus soles como autorretratos. En la época romántica, a menudo se representaba al artista como un genio con una capacidad creativa divina. Dado que esta idea se solía ilustrar con el motivo del Sol, los cuadros podrían considerarse una representación de la creatividad de Turner como artista.


Entrada actualizada el el 19 may de 2022

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