Descripción de la Exposición
Miguel Gozalbo (Betxi 1961) nos propone para esta nueva muestra un título: Trinidad. Todos tenemos presente “La Trinidad”, el misterio inexplicable, dogma básico de nuestro sustratum religioso-cultural.
M.G. trabaja como escultor, prácticamente siempre con el hierro, metal duro que tanto servía para guerrear como para fabricar herramientas de progreso.
El hábil y exigente artesano de las planchas saca, recorta, tiras, cintas como aros, como hilos, con los que dará forma a sus esculturas. Un delicado trabajo de añadir y añadir como los pájaros al construir los nidos, o como devanar el hilo. Una manera, entre maneras, de trabajar.
Las esculturas que nos propone beben de conceptos que son el principio del “tiempo social, porque la humanidad ha utilizado triadas para explicar algo y ha buscado imágenes para representarlo y explicarlo, y en base al triángulo equilátero construye una geometría del volumen. El autor utiliza los nuevos idearios de la escultura para materializar estos conceptos que van más allá de masa y textura.
El escultor, ya no artesano, busca un punto en el espacio, como un punto cero, a partir del cual “crea” la elegida, su trinidad. Este punto es la clave del concepto.
Veo a M.G. como un demiurgo en la acción de plegar, en los pliegues y en lo que pliega. Así, va creando tres dimensiones a partir del punto inicial, que sería la cuarta. Es como si nos hablara de la individualidad (la soledad) y la compañía (la triada), de la práctica social, de no ser uno sólo, sino de sentirnos acompañados, (recordemos a Estellés: “Uno no es nada, si no es pueblo”) de la necesidad o la urgencia de los demás.
Este “work in progress” es curioso, sin duda: pero, al final, nos quedan dos cosas: una de ellas, potente, matérica, objetual, formas de apariencia visual que identificamos por la figura, tamaño, color, textura y por otro referencias conceptuales, virtuales, imaginables del punto, línea, plano, volumen.
El autor nos provoca el título, que no debe intimidar ni confundir. El espectador debe osar, observando, susurrando la obra, entender que hay una determinada geometría con un punto inicial generador de formas. Una obra tridimensional, una y trina, que es a la vez nacimiento y final, desde donde se origina el universo, entrando en la obra, interpretando su eco, nos perpetuamos haciéndonos.
Este esfuerzo de mirar e iluminar la visión. El artista ya no es el portavoz de la divinidad, ahora reivindica la luz del otro (el espectador).
Vemos como el tema no es el título, ya que va más allá de los sentidos, algo misterioso y transmisor de las emociones internas del autor, y que la obra, el poema, se edifica con los restos del pasado, la tierra que pisamos, que es la memoria que nos sostiene.
¿Dónde nos ha llevado el concepto? A la imagen, de lo contrario, sería teología.
Con el autor podríamos pensar: “Si pudiera saber para no tener que decir, si no el silencio”. Así pues, observemos detenidamente las obras,sigamos su movimiento, sus concavidades y convexidades, (implosiones y explosiones), como agujeros negros en su abrirse y cerrarse, como si los pliegues fueron las olas de un mar cercano y los hilos de una araña que teje y pliega. Tal vez, lleguemos a sentir y comprender este misterio inexplicable que nos maravilla (concepto transgresor de la obra) entramos de lleno en la naturaleza simbólica, sígnica, conceptual de su creación, y entenderemos que el arte es la “inminencia”, una “revelación” que nunca se produce, lo que sin palabras, sin intención de instruir, se transmite, algo que hay en su seno: una memoria.
El año que ha terminado hemos recordado a Ramon Llull y quisiera, con este motivo, reproducir un breve texto: “La obra de arte trasciende, no tiene idioma para hablar de ella y lo críptico que hay es el reflejo del lenguaje del universo”. De ahí, el valor de las imágenes para expresar los enigmas. Vemos el hecho cultural (creación) de esta exposición, con su significativo título, porque el autor cuando se pone a trabajar (como nos recuerda TS Eliot) tiene encima de él todo el peso y la sabiduría de las obras pretéritas y cuando termina ha modificado la historia con su discreta aportación. Esta es la función del arte: descubrir el mundo inventando formas, descubrirlo para entenderlo y quererlo.
M.G. es consciente de que la obra de arte es una excusa para ir más allá. La obra señala algo. Él sabe que la obra quiere ser o dar a entender un pequeño universo y que mediante una serie de relaciones formales conseguirá organizar esto que llaman “caos”, es decir, el cosmos desconocido. El autor ignora la fuerza que lo impulsa a este quehacer. Prueba por medio del arte interpretar el mundo y con el objeto que es la obra de arte, reproducir, por analogía, sus relaciones, que no conocemos pero que intuimos, y de este modo, encontrarse a sí mismo.
M.G. ha construido la obra tensando el hilo, procurando el equilibrio, siempre al borde de la cima. Pero como espectadores debemos seguir la construcción, sin miedos, escuchando el sonido de lo eterno, sin ser un flautista de Hamelin. Quizás, si hacemos como siempre hace la humanidad desde el principio de la palabra, mirar hacia otro lado, nos abocaremos por los agujeros y no sabremos que el compromiso del arte es la liberación y el enriquecimiento personal, así como el comocimiento propio. Si la obra de arte es una construcción de base geomètrica (Trinidad - una y trina), podemos ser universo o soledad en el cosmos.
La obra férrea de M.G., aparentemente fuerte y dura nos ha permitido ver la figura-cosa y el vacío. Seguimos el proceso creativo, el movimeinto con los sonidos y silencios, su equilibrada asimetria, y desde el punto de nacimiento, un cero, un vacío que explosiona, haciendo del vacío flujo dinámico. Pero al mismo tiempo, la obra es bien fràgil: algo tira del hilo, tensándolo, cortándolo.
Oímos infinitas voces que resuenan en el caos. El autor nos ha hecho ir por un camino de herradura, de una oscuridad a otra.
Tanto tiempo buscando un camino que no sabíamos ni pensábamos que al romperse el nudo gordiano de la cuerda-hilo, volvemos al principio: punto, vacío, cero, dejando solo lo que hemos hecho: ¿el amor?.
R.G.M.R.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España