Descripción de la Exposición
TRÁNSITO 15-21 será la mayor exposición de Roberto González Fernández/RGF (Monforte de Lemos, Lugo, 1948) en Madrid desde su muestra “Alfabetos” en el Centro Cultural Conde Duque en 1998. Entre sus últimas exposiciones individuales en la capital destacan las que se han celebrado en 2019 en el Museo Lázaro Galdiano y en la Factoría Arte y Desarrollo.
RGF es uno de los artistas pioneros de la visibilidad LGTBIQ en el arte español desde los años 70, un aspecto muy presente en esta nueva exposición en El Retiro.
En esta muestra RGF expondrá ocho series (pictóricas, digitales y fotográficas) en las que ha venido trabajando durante los últimos siete años, de 2015 a 2021, tituladas PRIDE BTM (Orgullo de los Hombres de Lengua Azul); TF/CD (Tempus Fugit/Carpe Diem), W-DV (Doblemente vigilados) y su continuación en la serie DEC/CON W-DV, cuyo significado es Deconstrucción/Construcción; APOCALIPSIS; LOS ELEGIDOS; AN/EX (Ángel Exterminador) y por último la serie fotográfica titulada PAREJOS con la que da visibilidad a jóvenes parejas gays que se cogen de la mano en la calle.
Otra de estas series, la titulada DEC/CON W-DV, ha sido realizada mediante reproducciones digitales de obras de la serie W-DV, recortadas y vueltas a unir aleatoriamente. De ese modo cada pieza funde en una sola imagen a hombres y a mujeres realizando de este modo un juego en el que lo femenino y lo masculino se confunden, dando lugar a unos retratos “transgénero”.
La obra de Roberto González Fernández forma parte de importantes museos y colecciones como el Victoria and Albert Museum y Museo Hunterian (Londres); New York Public Library Print Collection y Forbes Collection (New York); Comunidad de Madrid, Fundación Argentaria, Colección Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Colección Biblioteca Nacional de España (Madrid); CGAC (Santiago de Compostela); CAC (Málaga)…
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La piel es un yacimiento de tiempo
Sobre la pintura de Roberto González Fernández
Roberto González Fernández/RFG es un artista del tiempo y de los espacios: arquitecturas, cuerpos, rostros, naturalezas… La piel de las personas que retrata RGF es un yacimiento por el que pasa el tiempo, un campo de batalla en el que la vida y la muerte pugnan por ganar espacio y el único que gana es él, porque su pintura inmortaliza y sella para siempre (ese “siempre” humano que no es más que una pequeña medida en las infinitas dimensiones del universo) un cuerpo, un rostro, unas manos más o menos arrugadas, pero a la vez llenas de vida…
RGF es un artista que pinta rituales. Rituales de envejecimiento, de purificación, rituales amorosos, vitales… rituales de la violencia o contra la violencia y de los viajes, de los espacios abiertos o de la más absoluta intimidad en la que se desenvuelven sus personajes, todos ellos creados e imaginarios porque ninguno de los sujetos que él retrató existe ya. Ahora son otros/as, son personas diferentes con el paso de las horas, de los días, de los años…
RGF no pinta la vida, sino una representación absolutamente personal de ella, la otredad de la vida como ceremonia de celebración y de representación. Por eso su pintura no presenta, sino que representa. No muestra, sino que demuestra y a la vez campa a sus anchas por el territorio de la imaginación y de los sueños, de lo no vivido, de lo no realizado o de lo que ya no existe.
La pintura de RGF desea ser confundida con la realidad, pero no es en absoluto la realidad, sino su reflejo, en realidad mejorado porque todo en esa imagen es más perfecto. Los cuerpos son más hermosos, las miradas son limpias, la naturaleza aparece ordenada… casi siempre. Porque el artista reconstruye a través de su mirada y sus pinturas lo que en la realidad podría ser un espacio de fealdad. El artista ordena el caos y lo redirecciona como si de una nave espacial se tratara. Una que tuviera que volver a la tierra tras un viaje interestelar y consigue con su sabiduría técnica un aterrizaje sano y salvo en un territorio aparentemente reconocible y familiar.
Pero la tierra en la que aterriza la nave es en realidad tierra ignota. Los tripulantes piensan que están a salvo, pero en realidad están en un territorio poblado de peligrosos monstruos. En ese territorio hostil o al menos salvaje nos abandona el artista o mejor dicho nos deja ir para que por nosotros mismos seamos capaces de encontrar el camino de baldosas amarillas que nos llevará a lugar seguro o a un lugar placentero donde ser nosotros mismos y desde el que entender que no hay engaño en su pintura, tan sólo un juego muy serio en el que desde sus reglas nos vemos obligados a repensar lo que vemos.
En la Casa de Vacas del Parque del Retiro es donde el visitante podrá, tras pasear a la sombra de los árboles del parque, recrearse en el mundo artificial, en el territorio humanizado que ofrece la obra de RGF, desde el abandono o desde la dedicación más completa al deleite de contemplar obras de arte tan hermosas como las que salen de sus pinceles, podrá el visitante encontrar el camino de perfección que el creador nos propone y desde el que alcanzar el cielo o al menos su reflejo en un hermoso charco de agua que la tormenta ha depositado en el suelo, para acercarnos eso tan lejano y tan infinito que nunca podremos tocar con las yemas de los dedos, pero sí al menos con la imaginación. Eso que llamamos representación de la vida o su reflejo.
Pablo Peinado Céspedes
Comisario de la exposición de RGF
Casa de Vacas del Parque del Retiro, junio-julio de 2021
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Hablemos de lo que está pasando
Roberto González Fernández (Monforte de Lemos, Lugo, 1948) trabaja indistintamente en medios como la pintura, la fotografía o el collage, como es el caso de su serie DEC/CON TRANSITO, 2021, de rostros compuestos de gran formato. Su obra se ha relacionado con el retrato y la representación, alimentando la fusión de medios en una zona de incertidumbre. Sin despojarse del espacio pictórico y recurriendo al collage, define una actitud en coquetear con los límites de ambas disciplinas. Sin embargo, más que hablar de medios, hablamos de imágenes (de)construidas que persiguen reconsiderar el marco limitado del género.
DEC/CON TRANSITO es el título de su serie de siete collages en cuya superficie hay gestos pictóricos y un mosaico de retratos que ya habían aparecido en su trabajo reciente. Tras un proceso de (de)construcción de una serie de retratos, (re)construye unos rostros en los que se pueden distinguir fragmentos faciales y manos que no hacen mención directa a los sujetos, sino que dejan al espectador un espacio de libre interpretación. Son semblantes reales y al mismo tiempo ficticios, que operan como escenario donde poder recrearnos a través del gesto. La fugacidad del gesto lo convierte en algo demasiado humano y también ambiguo. ¿Por qué utilizar las manos y los rostros para transmitir un mensaje? ¿Qué persigue con la (de)construcción de esos rostros? Con ellos, RGF dibuja su visión personal, impuesta a menudo por las reglas y valores sociales, sobre cuestiones como el género y la identidad: Existen, sin embargo, individuos que no pueden o eligen no integrarse en la norma y presentan identidades que navegan en las fronteras del género.
Con una amplia trayectoria, RGF ha entendido como operan las imágenes, y sin emplear códigos estables, nos introduce en ese complejo juego dialéctico que se establece entre observador y observado. El resultado de estos retratos no representa lo que la sociedad demandaría a los géneros masculino o femenino. De hecho, el sistema de relaciones sociales, simbólicas y psíquicas que históricamente han construido lo masculino y lo femenino, se atomiza en múltiples desplazamientos hacia el otro diverso. En este contexto, nacen estas imágenes yuxtapuestas, que no persiguen hilvanar una trama, sino crear percepciones que nos remiten a un imaginario distópico vinculado a su círculo más íntimo y personal. Pueden explorar otros mecanismos inscritos dentro del binarismo cisnormativo de la sociedad: el pensamiento posmoderno ya no es un pensamiento binario y debe aprender a concebir la diferencia sin oposición. La realidad debe negar el género como diferencia y lo que interesa son las distintas realidades, la ambigüedad y la fragmentación de sus collages, que conforman nuevas identidades. Todo ello hace que la precisión binaria se tambalee, se vuelva transitoria, y actúe en ambos sentidos.
La ficción de RGF no aborda de manera directa la cuestión de la transexualidad, aunque revisa los discursos y las teorías identitarias. También conecta con los debates sobre la quiebra de códigos establecidos en lo binario y el giro en el género, al que contribuyó la teoría queer y las reivindicaciones de colectivos LGTBQ. Y es en ese sentido que enlaza con sus primeras obras de la década de los setenta, cuando el artista exploraba y documentaba la intimidad y marginalidad de los disidentes sexuales desde una postura comprometida con la diferencia.
Considerado uno de los pioneros en dar visibilidad a la gran represión sufrida por el colectivo homosexual en los años finales del franquismo, Roberto pertenece a esa generación activa que buscaba respuestas en la transición española, definida por el deseo de nuevas libertades. La defensa de los derechos LGTBQ ha sido una constante en su trabajo, tras conocer las reivindicaciones internacionales del movimiento durante sus estancias en San Francisco a finales de los años setenta.
Entre sus últimos trabajos podemos citar la serie W-DV (Doblemente vigilados) o Pride BTM (Orgullo de los hombres de lengua azul), en la que muestra una nueva masculinidad alejada de los cánones de la virilidad marcados por la heteronormatividad. A partir de ellas, su obra da un giro para abordar de modo persistente la noción de crisis.
Así mismo, en la construcción de su relato plástico, RGF ha perfeccionado su capacidad de hablar de lo social desde lo individual, y plantea algunas de sus ideas y preocupaciones en cuestiones globales de la sociedad del siglo XXI; la amenaza y peligros de la realidad virtual omnipresente o la nueva normalidad impuesta por la crisis pandémica de la COVID (plasmadas en sus series Apocalipsis 7.1 y AN/EX) son algunas de las inquietudes sobre las que el artista nos invita a reflexionar, desde su universo cada vez más íntimo y personal, en las circunstancias tan inciertas del presente.
Salvador Nadales
Mayo 2021
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PRIDE BTM
Descubrí, cuando era niño, que estoy hecho de carne, seiscientos cincuenta músculos, doscientos cinco huesos, poco menos de un kilo y medio de cerebro, y poco más de un kilo y medio de piel, y sobre ella se distribuyen seis millones de terminaciones nerviosas dispuestas a hacerme sentir que soy diferente. Descubrí, cuando era niño, que no soy un héroe, pero tampoco un villano, que no soy más valiente que tú, ni más cobarde, ni más gracioso, ni más aburrido, ni más listo, ni más tonto. Soy exactamente igual a ti, pero también completamente distinto. Descubrí, cuando era niño, que soy un hombre que ama a otros hombres, y que tengo la lengua azul.
Y no es un azul cualquiera, no es cerúleo, cobalto, prusia o turquesa, es azul ultramar, que se fabrica con el polvo de lapislázuli, la piedra más bella, el “oro azul”, el color de los dioses, porque la grandeza de mi don, merece el honor más alto.
A lo mejor te acabas de enterar, no te sientas culpable, no has hecho nada mal, sigo siendo el mismo que tú conocías. Sigo siendo el niño que se peleaba contigo en el patio del colegio, o el padre obligado a casarse que no se atrevió a salir del armario, el hijo rarito de tu vecina que pinta y escucha música clásica, el hermano al que no puedes evitar querer a pesar de todo, el amigo por el que darías la vida que te presentó a tu mujer, el jefe al que desprecias porque te explota, el camarero que te sirve el café con una sonrisa, el médico que te salvará la vida, el político que cobra sobresueldos en sobres de papel de estraza, el cura que hipócritamente te bendice, el asesino que te arrancará la vida… Soy ese hombre que se cruza contigo cada día y te mira fijamente durante un instante, sin bajar la mirada, porque le gustas y no se avergüenza de ello.
Pero no he llegado hasta aquí solo, han peleado por mí, y he tenido que luchar para poder ser yo mismo, me he ganado el respeto de poder enseñar mi lengua azul, y acabar con éste estigma, y que por fin entiendas que me siento orgulloso. He tenido que hacer frente a una sociedad pacata, políticos recalcitrantes, una iglesia retrógrada, una educación obsoleta, leyes que me discriminan, médicos que me cuestionan, vecinas que cuchichean, chulos de piscina que se creen mejores que yo. Si, lo sé, es absurdo, ¿por qué se atreven a juzgarme? Yo he nacido así. No preparé unas oposiciones a maricón, no había mil quinientas plazas y gane una. Nadie me enseñó a ser así, nadie me convirtió, y aunque fueron muchos los que intentaron convencerme de que lo ocultara, lo soy desde el momento en que abrí los ojos y saqué la lengua.
Me siento muy bien siendo homosexual, a lo mejor prefieres llamarme gay o sarasa, invertido, marica, trucha, mariconazo, lila, flojo, porculero, nenaza, loca… tengo más nombres que el mismísimo diablo, y me gustan todos, ninguno me ofende, porque soy consciente de que no son más que palabras que tú necesitas para referirte mí, para esconder tu miedo; pero no te hacen falta, créeme, tu llámame por mi nombre, con eso basta.
Me siento orgulloso de haber sido honesto con mi familia, con mis amigos y la gente que quiero, y enseñarles mi lengua azul, porque no sólo he mantenido su amistad y su cariño siendo quien yo era, sino que el vínculo se ha reforzado. Porque me permite ser como soy, y salir a la calle y coger de la mano a mi pareja y abrazarnos o besarnos, a quien yo quiera, sin miedo, sin intentar encubrir apariencias, sin preocuparme de que te sientas ofendido, porque nada de lo que yo haga debería ofenderte.
Y aunque todavía haya alguna personas, políticos y religiosos que intenten estereotiparnos y estigmatizarnos haciéndonos responsables de cuanta depravación hay, llamándonos viciosos o enfermos, ya nadie se los cree y en el fondo nos envidian, porque nosotros vivimos la vida que ellos anhelan, y cada vez somos más los que damos un paso al frente ignorando sus consignas tóxicas.
Tengo la lengua azul pero no soy un degenerado, yo no voy por la calle buscando mi próxima relación fugaz, no vivo en un ambiente sórdido, no soy un pervertido ni adoctrino a nadie, no intento hacer homosexuales a todos los niños, aunque lamento que de mayores se lo pierdan porque a mí me encanta. Tampoco tengo intención de resolver tus dudas, busca ayuda profesional, supéralo, intenta comprenderlo, ver a donde te llevan tus deseos, tus impulsos, tus sentimientos, quizás estemos más cerca de lo que crees y aunque vayamos en sentidos contrarios nos movemos en la misma dirección. Tú sé quién eres, o quién quieras ser, y no ocultes nunca lo que sientes, porque a aquellos a quienes les molesta lo que dices solo buscan tu silencio, y a quienes no les molesta están deseando oír tu voz.
Ya se acabaron los cuidados, las tibiezas, los paños calientes, no te voy a pedir perdón por ser como soy, voy a revindicar mis derechos. Esos que a ti te han regalado, pero que yo he tenido que alcanzar luchando. Voy a obligarte a respetarme con la misma intensidad que yo te respeto. Y haré lo que sea necesario, de hecho ya lo estoy haciendo, y si no lo consigo individualmente buscaré de forma colectiva el valor de desafiar, de movilizar, de participar, de inspirar el movimiento, un movimiento que me revindique y te haga entender que no soy, ni seré nunca menos que tú, ni que cualquier otro ser humano. Lo aprendí de mis amigos maricas que salieron a la calle en Stonewall, y a ellos se lo debo. Conquistaré cada uno de los sesenta países en los que hoy en día tener la lengua azul está perseguido por la ley y en los veinte de ellos que se castiga con la pena de muerte. Seguro que sabes que ser heterosexual no es delito en ningún país del mundo. Pero todavía muchos adolescentes gais se suicidan incapaces de soportar la presión de sus compañeros. Todavía muchos de nosotros no podemos salir del armario en nuestros trabajos porque la homosexualidad se paga con una discriminación absoluta. Todavía…
Porque queda un largo camino que recorrer hasta alcanzar la igualdad real y porque la visibilidad es un requisito imprescindible para conseguirla. Pronuncio las siglas LGTBQI como si se tratara de un antídoto, un refugio, una guarida, porque en ellas me siento representado.
A T. Nhaveen, sus compañeros de clase querían hacerle “un hombre de verdad”, era un poco afeminado, tenía 18 años cuando fue brutalmente golpeado y violado con varios objetos punzantes, vejado, insultado, humillado, incluso intentaron quemarlo antes de abandonar su cuerpo en un camino polvoriento, ya en coma, casi sin vida, desangrado, destrozado, inerte. Murió seis días más tarde. Los que se lo hicieron eran como tú, y ninguno ha sido condenado. ¿Sabes por qué lo hicieron?: Tenía la lengua azul.
Pedro Taboada
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PAREJOS
“I Want to Hold Your Hand” fue el primer disco de los Beatles en encabezar las listas de éxitos, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos. Paul y John, tenían bien ensayada esta canción cuando la cantaron en “The Ed Sullivan Show” el 23 de Febrero de 1964, “I want to hold your hand / Oh please, say to me / You’ll let me be your man / And please, say to me / You’ll let me hold your hand...” Está escrita para una chica, pero yo la escuchaba pensando en ti, y pensaba, cuándo podré coger tu mano con naturalidad, sin sentir un miedo atroz.
Cinco años más tarde, un 28 de junio de 1969, en Nueva York, Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson se suben a un bus de transporte público camino del Greenwich Village, van al Club Stonewall Inn, se ven felices, seguro que iban cogidas de la mano, bajo la mirada inquisidora de la sociedad normativa, era el día que lo cambiaría todo.
Un chico cruza la Plaza de Vázquez de Mella, en Madrid, es el 2 de julio de 2005, se acerca a otro, le besa y su expresión cambia cuando un hombre les lanza una mirada de reproche, acaban de aprobar la ley que permite casarse a las personas del mismo género, hay que celebrarlo, coge su mano y el otro la separa inmediatamente, “no hagas eso en público”, le dice. Han quedado en Chueca con una pareja de amigos, porque “hay más libertad”, ellos cruzan sus manos por debajo de la mesa del restaurante, pero dejan de hacerlo cuando llegan otros comensales, “por favor, no montéis un número aquí que nos conocen”. Salen del restaurante para ir al cine, dos hombres maduros están sentados unas filas más abajo, entrecruzan sus manos hasta que otras personas se sientan detrás de ellos, “espera a que apaguen la luz, susurra”, están viendo Brokeback Mountain, uno de ellos solloza durante toda la película, pero antes de que enciendan las luces de la sala se va corriendo al baño, no puede permitir que nadie perciba su emoción.
Jordan Schaeffer y Eric Danko fueron insultados y atacados en un restaurante de comida rápida de Miami Beach, en Estados Unidos, después de besarse mientras esperaban su turno en la fila para ser atendidos. Es 2016 y el 12 de junio, hacia las 2:02 de la mañana, se escuchan disparos en la discoteca gay Pulse de Orlando, alguien grita: “Que todo el mundo salga de Pulse y sigan corriendo”. Un hombre armado con un fusil y una pistola entra en el club y mata a 50 personas e hiere a 53. Estos golpes, estas heridas, estos disparos, los sufrimos todos, es un dolor colectivo que nos lacera y nos impulsa a seguir luchando para poder ser nosotros mismos, en privado y en público.
Una pareja de chicos de Arnhem, una ciudad del este de los Países Bajos, pasea cogidos de la mano la mañana del 07 abril de 2017, cuando son atacados por seis jóvenes armados con cúteres. La publicación en Facebook sobre el incidente, que fue descrita como un crimen de odio, fue compartida más de 7.500 veces y recibió miles de comentarios de apoyo. Se creó el hashtag #allemannenhandinhand (todos los hombres, tómense de la mano). Y fue apoyado mundialmente. Las cosas estaban cambiando.
Toda esta gente, que tú no conoces o ya has olvidado, es la gente que hizo posible tu normalidad, y pagaron con sus vidas y sus muertes el precio de tu naturalidad. Un abanico de disidentes sexuales frecuentemente ignorados, pero que jugaron un papel decisivo en nuestra historia. Valientes, que lucharon contra la violencia, que causa un dolor imperdonable, y contra la violencia que cometemos hacia nosotros mismos, cuando tenemos demasiado miedo de ser y expresarnos como quienes realmente somos.
Volvemos a Madrid, es 2017 y dos millones de personas han venido a la quinta edición del WorldPride celebrada con motivo del Día Internacional del Orgullo LGBT. En el MADO (Madrid Orgullo) homosexuales y heteroaliados desfilan juntos en una manifestación de libertad y orgullo, y yo me siento libre, y me emociono, y no me importa que veas como lloro, porque recuerdo toda la aflicción y la angustia que me han traído hasta aquí.
Hoy atravieso la Plaza de la Puerta del Sol, estoy en Madrid, hemos quedado en el Kilómetro Cero de las carreteras radiales del país, es 2021, estoy rodeado de parejas no normativas, que expresan su afecto libremente y siento una emoción liberadora.
La sociedad todavía se basa en el estereotipo de “hombre normal”. Se educa a los niños para reprimirse y convertirse en seres absurdos, en hombres “normativos”. Pero a nosotros, lo que nos hace personas normales es saber que somos diferentes. Y nos gusta ser así, es nuestro orgullo y nuestra victoria, nos gusta hacer las cosas tal y como las sentimos, y no es una provocación, es un derecho.
Tú no puedes imaginar en cuantas ocasiones nos morimos de las ganas de tomarle la mano, de besar, de acariciar o de exponer nuestro amor públicamente, a nuestras novias, novios, esposas, esposos, amantes, compañeros, a quien sea, y no pudimos hacerlo, algo tan sencillo, que para ti es habitual, a mí me fue negado y me obligaron a ocultarlo, como si fuera algo vergonzoso, algo sucio, pero luchamos, y ahora tú, de forma espontánea, sin darle importancia, expresas tu afecto y yo me emociono al mirarte, y me estremezco por el hecho de que las parejas no tengan miedo alguno en mostrarse ligados a su compañero.
Ya no da miedo que te señalen, que te miren, que te insulten o que se burlen, que te llamen maricón, ahora, a nadie le importa el sexo de la persona que te acompaña, en esta ciudad, Madrid, que tanto ha luchado por la normalidad. Es verdad que en otras ciudades aún no es posible, y en muchos países, si eres gay, tomar públicamente de la mano a la persona que amas es una sentencia de muerte, pero aquí no, y no sabes cuánto dolor, cuantas lágrimas, cuantos sacrificios ha costado conseguirlo.
Tomarle la mano a una persona, abrazarla, acariciarla, besarla, independientemente de su orientación sexual o identidad de género, es expresar cariño y confianza. Significa protección y amor. No se trata de que vivamos agarrados de la mano todos los días. Se trata de poder hacerlo cuando queramos, y no cuando a la sociedad le dé la gana de aceptarlo. Libertad es poder elegir, no que los demás elijan por mí. Nadie debería tener que pensarlo dos veces antes de hacerlo y, mucho menos, sentir miedo.
Hay que atreverse, y lo escribo con toda la intención, porque todavía hay quienes creen que darnos un beso en un bar que supuestamente es para heterosexuales, es una de las peores ofensas que las personas LGBTI podemos cometer. Nos han expulsado de restaurantes, bares, centros comerciales, colegios y quién sabe de qué otros lugares, y por miedo no hemos dicho nada. Es tan injusto no poder besar a quien queramos en el lugar que se nos dé la gana; es tan injusto que nos nieguen una expresión de afecto como un beso. Y es peor que nosotros también nos lo neguemos.
Tengo fe en la educación, pienso que es la única forma de derrotar la violencia, de que entendamos que ningún ser humano vale más que otro y de que aprendamos a respetarnos por encima de las etiquetas que les ponemos a las personas cuando no estamos de acuerdo o no nos gusta lo que hacen o cómo son. Y esto lo escribo a tu lado, mientras acaricias mi espalda, en una cafetería de Madrid, y suenan The Beatles: “And when I touch you / I feel happy inside / It’s such a feelin’ that my love / I can’t hide…”, está llena de gente que no nos mira, de gente como nosotros, libres, educados en el respeto y que solo buscan la felicidad, esa que siento cuando nos vemos en la Plaza de Pedro Zerolo, en la que hace 16 años celebramos que podíamos casarnos, cuando se llamaba Vázquez de Mella, y me das un beso, y a nadie le importa lo que hacemos.
Pedro Taboada
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España