Descripción de la Exposición
Torero y espectáculo taurino son palabras que no dejan indiferente a nadie. Esta muestra individual de la artista y comisaria Conchi Álvarez plantea su particular visión de la llamada Fiesta Nacional.
La pintora ha centrado su atención en el hombre, el torero, el matador, el toreador de a pie, comenzando en el ritual, casi litúrgico, que precede al espectáculo taurino. Un proceso de purificación en el que el hombre, despojado de su ropaje mundano, comienza la catarsis para lograr la sublimación interior. Un delicado y silencioso protocolo en el que cada prenda es un escalón más en la transformación espiritual, estableciendo un ritual que se transmite de generación en generación, y en el que se produce la transformación de hombre a héroe, un semidiós, dispuesto a realizar en la plaza de toros una performance en la que se verá, cara a cara, con la muerte.
El traje de torear preside la instalación que da nombre a la exhibición, “Torero de grana y oro”. Es el traje que vistió en varias ocasiones o faenas, y con el que posó para la artista el torero David Galván, inspirador y modelo de esta serie, traje que generosamente obsequió para la colección de la pintora. El traje, como afirma Cossío: “Es pesado, sujeta y aprieta los miembros”, está “recamado de oro, recargado de bordados, caireles y alamares”. Es una vestimenta de una belleza plástica indudable, particularmente atractiva e inspiradora. En este caso, “el hábito sí hace al monje”, pues este traje apenas ha sufrido transformaciones a lo largo del tiempo.
Las primeras pinturas de la serie “El Ritual del torero” se enfocaron en los momentos previos a la performance en la plaza de toros, deteniéndose en instantes muy íntimos del proceso de la vestimenta, en el que se produce la determinante transformación. En esta ocasión la autora ha continuado el ritual más allá del Sancta Sanctorum en el que se produce esa metamorfosis de hombre a semidiós, acompañando al torero hasta la Plaza de toros, y ha verificado que el ritual continúa allí, con momentos claves, como la visita a la Capilla para orar y encomendarse a la divinidad, seguida de la espera en el Callejón para el Paseíllo, donde el torero muestra semblante ausente porque su esencia ya no está ahí, pues “Alea iacta est” (la suerte está echada). El Paseíllo, con la entrada en el ruedo repleta de protocolarios y supersticiosos detalles, como abundan en todo el ritual. Y la faena o performance, donde el torero se mide cara a cara con el toro en una danza de estética y atractivo insuperables.
El mundo de la tauromaquia ha ejercido una atracción milenaria en el ámbito mediterráneo, que se remonta a las ceremonias rituales de Creta en las que eran sacerdotes, hombres y mujeres, los que se enfrentaban al toro. Y por ello, esta actuación, en la que el concepto de muerte está presente en todo momento, tiene una atmósfera casi sagrada, en la que es esencial la preparación mental y psicológica del torero.
¿Y dónde está el otro protagonista, el toro?, en las pinturas de esta exposición nunca aparece, aunque sabemos a través de las acciones y miradas del torero, que está, pero fuera de plano. Porque para Conchi, el toro es… otra historia.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España