Tiempos registrados
Entre una puesta en escena minimalista e informalista, matérica y gestual, las piezas de Gustavo Larsen (Mar del Plata, 1952) se hallan imbuidas de un corte espacial que enfatiza el equilibrio desplegado entre los elementos que las componen. Sobre la base del grabado experimenta con objetos volumétricos, pensados para armar y colgar, trascendiendo los límites de la superficie bidimensional, y aproximarse a lo que se ha considerado como arte objetual. Tras un aura artesanal y por momentos ancestral, incorpora una mirada antropológica de profundas investigaciones. Rastrea ámbitos sensibles y de contemplación socio-histórica en la que los sentidos, las formas y las texturas van delineando la información absorbida, la que a su vez se resignifica en la obra concebida.
Como parte del proceso creativo, eleva la repetición como medio de comunicación, otorgándole importancia a la temática que gravita en la pieza. Los referentes sintáctico-formales escogidos revelan datos imprevisibles, citas bibliográficas, rostros...icónicos de nuestra historia, entre gestos de empatía que se van abriendo hacia la pluralidad social que nos constituye, así como a las realidades paralelas con las que convivimos. Tales ecuaciones le permiten dialogar con las culturas preexistentes a nuestros límites geográficos modernos, mientras registra su diversidad desde el horizonte de los tiempos.
Artesano de una realidad acallada, el artista afincado en La Plata recrea un artefacto andino de inmensa riqueza milenaria, el khipu, cuyos rasgos mnemotécnicos se organizan a base de cordeles con nudos. Devenido soporte contemporáneo, le otorga un valor artístico actual, alejándose por un lado, de las posturas hegemónicas, -léase-mainstream-occidental-, y ubicándose por el otro, sobre una cartografía de la que subyacen fibras genéticas, deliberadamente acalladas y atravesadas por un mismo corte histórico. De tal modo, aquel formato contabilizador del pasado, descontextualizado en tiempo y espacio, adquiere la cualidad de referente identitario, permitiéndole al artista construir una infraestructura iconográfica, que si bien es percibida como ecos de testimonios resquebrajados, mantiene su actitud de pertenencia y establece al mismo tiempo, parámetros de resistencia.
Al reunir información y encerrarla entre aquellas fibras apretadas, dolientes y resistentes, de cuerdas teñidas de historia y nudos desgarradores, nuestro artista aboga por la integración y la inclusión, por una mirada de fronteras difuminadas propias del mundo prehispánico, que tanto se pretendiera disociar e individualizar desde la hegemonía occidental. El artefacto ancestral, entonces, se eleva como testimonio elocuente de una resistencia cultural que no ha cesado, y cuestiona nociones arraigadas tales como tradición, exclusión y espacio territorial. Posturas que nos invitan a abrir un camino propio, aquel que propone Gustavo Larsen.
Laura Pomerantz
Entrada actualizada el el 28 ago de 2024
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