Fernando Molero, artista residente en Nueva York desde 1995, presenta cerca de una veintena de obras en este espacio vigués; entre las que se encuentran: Los días callados (II, V. 1998), Entre el recuerdo y ahora (1998), Autum (2001) o WireLand I (2001). Los paisajes de su infancia en la sierra granadina, aquellos espacios limítrofes de las grandes urbes, los amplios horizontes estadounidenses se retienen en sus obras generando nuevos paisajes habitados de elementos y arquitecturas con cierta impronta metafísica. La pintura de este granadino ha dejado atrás el interés manifestado en su anterior obra por la figura humana, interesándose cada vez más por la construcción de unos paisajes mentales y propios.