Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Tiempo de flores Myriam Jimenez se interna con su ojo de impoluta geometría en los paisajes interiores, los propios y los ajenos, imposibles de definir en sus linderos, y sin embargo bien delimitados en su individualidad, en su laberinto de patios, de puertas con ojos sin párpados, sin brazos, de llamadas al viento peregrino que juega por los ángulos y las aristas del esqueleto de un hábitat que Myriam rescata como una huella de vida, como un testimonio del trasiego que no terminamos de saciar. Ella nos cuenta de qué modo transcurre ahí la sucesión de los días, del sol por las esquinas y el dibujo de las sombras ondulándose, angulándose por los insospechados rincones. Su relato es el relato de las pequeñas historias de habitares y vaciedades, relatos de interminable arquitectura, cada una más diversa e imprevista, a través de la cual podemos soñarnos para sus adentros. Nacen los patios solitarios que sugieren las vidas en curso, pasadas o presentidas, espacios de trasiegos en su sin puerta, detrás de una barda que habitan los fantasmas: seres que pueblan el alma o la desmantelan. No entra nadie ni sale, pero entramos y salimos en los espacios con el solo hecho de mirar, de seguir el rumbo de una escalinata y asomar por una de sus ventanas. Cada construcción es un viaje distinto, una propuesta diferente para los sentidos y la imaginación. Esta artista considera vital la ubicación de las importancias, siempre distintas en el entramado de su arquitectura. En ciertas imágenes el terreno se abre como una boca que devora la luz en su urgencia de las miradas, de la atención, y en otras duermen las puertas, las entradas, las fachadas que ignoran sus otras densidades. Cada una lleva en sí misma un propósito y una conclusión, un juego que las mirada, una a una deben jugar. Recorrer la obra de Myriam Jimenez es un paseo por las fronteras que somos, diversas y ambiguas, las mismas siempre, el discurso de la separación y la 'mismisidad', desentrañado para ser habitado después por cualquiera como una transmigración viva a través de eso, todo, que nos une en el humano devenir, en las casas, parcelas, fachadas y edificios sucesivos que siempre somos. Renée Nevárez Rascón Tiempo de flores Rocío Garriga es una artista que reinventa la vida desde su raíz poética y filosófica, tal vez para explicársela a ella misma, como si una sed de comprender la poseyera. Su obra detalla en su misterio la complejidad de la poesía por la que fluctúan las palabras jamás pronunciadas, y cada uno de sus conceptos es una espléndida mirada que nos descubre el nutrido universo de su significado. El tiempo, el silencio o la poesía que Rocío Garriga mide y pesa en su concepción del mundo, se fortalece en el uso exquisito de los materiales que utiliza, tan diversos como su inspiración. Ella sugiere un retrato de la realidad a través de los sentidos, la textura, el color, e incluso la distancia en la imprecisión del acomodo, que a la vez es casi perfecto en su resolución. Nos sorprende su conjugación de materiales, tanto físicos como ideológicos, así como sus conclusiones poéticas y sabias. El discurso de Rocío es un examen de las cosas por el deleite de encontrar en ellas algo más alto de lo que supone su propia naturaleza, pero respetando el criterio cohesivo de la percepción común. Rocío, en cualquier caso, la alimenta y la hace florecer. La fecunda producción e inspiración de la obra de Rocío Garriga pretende abrazar la vida y la sustancia de la vida en su búsqueda del reflejo, lo que ella es en su plenitud del observador minucioso, y lo que las cosas son a través de ella, de su ojo lúcido y penetrante, transmisor de la belleza, una que empieza en la inteligencia y termina en lo humano sin tiempo y de todos. Tal vez su búsqueda es la humana búsqueda de lo bello, que anhelamos y que no sabemos encontrar hasta que alguien ilumina con su propia mirada lo mirado. En todo caso la lógica poética de Rocío nos permite creer que la realidad que nos circunda, su devenir, sus luces y sombras, su poblado habitáculo, su polvo de las cosas, sus gotas de algo (quien sabe, la espera, la esperanza), está absolutamente viva en sus más insignificantes divagaciones, viva incluso en el espacio de sus intervalos, esos en los que la música es redondeada por un cristal en su acomodo crucial, y el otro más arriba, y el tintineo mudo en su propagación silenciosa que nuestros oídos podrían paladear con la mirada. Rocío es una investigadora de la sustancia humana sobre la realidad que esta misma sustancia crea, por tanto, su obra, cargada de esta inquietud constante, de este enamoramiento de la expresión en su coherencia del alma, posee un gran simbolismo universal en el que podemos vernos traducidos, desmenuzados o ensalzados, tal vez incluso redimidos... Las obras de Myriam Jimenez y Rocío Garriga son profundos testimonios íntimos de la vida abrazada y recorrida, la vida que más que mirar, que medir, es una vida contemplada, infinita en sus imágenes y posibilidades. Ambas artistas complementan un solo concepto: mirar desde su profundidad artística el ritmo y la secuencia del palpitar del mundo, de los mundos individuales y los circundantes, de la sucesión de las cosas por el filtro del discernimiento poético y de la sensibilidad que no solo contempla y se extasía, sino que se explica y explica abiertamente, con firmeza, uno de los grandes sentidos de la vida: la belleza. Belleza en todo, hacia todo: en la soledad, el silencio, el espacio vacío, el vuelo de una pluma con punta de cerillas, las gotas que derraman las palabras nunca dichas, los patios que beben el sol y que se callan, o el alma y las almas que guarda un edificio despoblado: nosotros. Renée Nevárez Rascón
Exposición participante en el Festival Miradas de Mujeres 2014.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España