Descripción de la Exposición
Exposición de Sula Repani en la galería Ochra Blue de Myrimna, Lemnos, (Grecia). El título de la exposición, "El paisaje interior", surgió a raiz de un escrito de Manolo Figueiras describiendo la obra de Sula, qué mejor que el propio texto de este artista y escritor para ilustralo:
"El arte es una combinación de experiencia y misterio. La destreza, el oficio, son siempre necesarios, como también lo es conocer la historia y las tradiciones en las que se asientan. Mas lo que finalmente marca la diferencia y la importancia de un artista es el misterio; el potencial de misterio humano que su obra puede condensar y transmitir.
Sula Repani pinta desde dentro, desde el misterio del ser; de la vida y de la materia que ya movía el pensamiento de los primeros filósofos. Su pintura surge de un compromiso con la realidad conformada por la mezcla de vida, azar y tiempo. En la polifonía plástica de ritmos, líneas, gestos y tonos cobra cuerpo un ámbito original que no tiene su origen en el conocimiento directo, sino en un remoto umbral ubicado casi en los primeros días del mundo, en el último cerco del recuerdo, allí donde habita la in-finita memoria de las cosas desconocidas y que sólo se nos revela en la infancia, en el sueño o en el delirio, territorios todos tres donde tantos artistas decidieron construir su casa.
Con todo, para Sula lo más importante es la autenticidad. Ella sabe que para llegar a la verdadera esencia de las cosas hay que profundizar más allá de la capa superficial de creencias y valores con los que hemos configurado el disfraz de nuestra personalidad. Sabe que la palabra «persona» en griego significa «máscara«. De ahí que mientras no descubramos quiénes somos, no podemos encontrar el sentido real del mundo. También sabe que el uso de elementos simbólicos y mitológicos no puede ser una mera referencia temática ni un traspaso de experiencias ajenas, sino que tiene que ser vital e intransferible. En realidad, el símbolo es una de las claves significativas en su pintura donde, en cierto modo, todo es símbolo: las aguas y las nubes que atraviesan surgidas del sentimiento; los árboles impregnados de negra sombra; los objetos que se manifiestan como testigos evocadores; las figuras, ya sean personajes que simplemente están ahí, sembradores en los campos, un perro (primo de aquel de Goya) que pasa, ciclistas angelicales o enigmáticas presencias figurativas que nacen de un magma abstracto. Incluso el color, casi siempre ponderado, afirma su dimensión simbólica en la difícil voluntad de equilibrio, mesura y armonía que hacen que en la obra de Sula Repani aflore la rica tradición artística presente en sus años de formación, desde la práctica muralística hasta la pintura de iconos, en las que tanta importancia tiene la correcta aplicación de los materiales como la adecuada interrelación entre las sucesivas capas pictóricas. Recuerdo los primeros cuadros suyos que vi, caracterizados por este primor técnico y por la serenidad de las imágenes que en mí evocaban a las atmósferas de Piero della Francesca. Había y sigue habiendo algo íntimo, personal, en esta pintura y en su especial acento poético donde la naturaleza aparece en todo su sosiego espiritual. Esta calma que impregna su pintura transmite un clima de sensitiva soledad que atrae e impresiona al tiempo. Técnicamente, la artista continúa prefiriendo los tonos silenciosos y recogidos, tan próximos a la intencionalidad profunda de su obra, mientras que, temáticamente, y a pesar de su voluntad figurativa, la pintura de Sula descarta los elementos accidentales de la naturaleza, sin renunciar al tono descriptivo, mas con un vigor que recuerda la esquemática precisión de cierto arte abstracto. Últimamente, sin embargo, detrás de las formas plácidas y sencillas, que siempre caracterizaron su obra, asoma un trasmundo pleno de emotividad. Muchos de sus cuadros se-mejan adoptar la forma lírica de la elegía. Pervive el tono clásico pero, como les ocurre a los pastores de la Arcadia en el célebre cuadro de Poussin, el drama hace acto de presencia cuando descubren la inscripción turbadora: Et in Arcadia ego.
La Arcadia es una parte de Grecia, pero para nosotros es ese mundo ideal que, como bien sabemos, puede estar en cualquier parte: en el atlántico tempestuoso o en el azul mediterráneo, en Tamallancos, en Atenas… La Arcadia la llevamos dentro de nosotros, por eso los paisajes arcádicos son siempre vistazos introspectivos, visiones del alma en las que sólo queda la esencia del mundo, el paisaje interior. Y queda, en consecuencia, la fidelidad. Fidelidad a la propia vida, fidelidad a una época, fidelidad a unos valores aceptados como constituyentes de un arte que, a lo largo de la contemporaneidad, se mueve en un permanente autocuestionamiento."
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España