Descripción de la Exposición Algunos artistas, incluso entre los más destacados, pintan de una manera establecida, que modifican ligeramente y desarrollan marcando un nuevo acento. Otros artistas, sin embargo, crean un nuevo lenguaje de expresión plástica tan personal y singular que resulta inconfundible. Es lo que ocurre en la pintura de Sergei Inkatov: se reconoce de inmediato y es imposible confundirla con otra. A sus treinta y siete años, el artista estonio de origen azerbaiyano asciende peldaño a peldaño y con paso firme por la escalera de los maestros.
De oriente a occidente
Al principio, el carácter oriental, temperamental, del artista chocó al público estonio, de idiosincrasia reservada y prudente, por su estallido vital y colorista. Hoy en día, la sociedad estonia ya se ha acostumbrado a su pintura y admira su intensidad cromática, su fuerza en la composición y su densidad en la materia. Exposición tras exposición, el ritmo y la forma han ido incrementando la tensión hasta tal punto que podríamos hablar de “la pintura dinámica”.
Las raíces culturales orientales de Sergei Inkatov imprimen a su obra misterio y sensualidad a los ojos de un europeo. Además, su pintura está condicionada por una filosofía vital romántica y festiva: los colores vivos de los tejados de la ciudad de Tallín, en sus paisajes urbanos, o el ímpetu del viento contra las velas de los barcos, en sus marinas. Siente predilección por las fachadas torcidas y las calles estrechas del casco antiguo de Tallín, ciudad que adoptó como propia, su segunda patria, después de Bakú, donde nació. El padre de Sergei, Vladimir Inkatov, también pintor, le enseñó a reproducir en acuarelas los ornamentos de la antigua arquitectura de su ciudad natal, le animó a asistir a clases de pintura y dibujo y, más tarde, a matricularse en la Escuela de Arte de Bakú. A raíz del conflicto bélico entre Armenia y Azerbaiyán, Sergei Inkatov tuvo que trasladarse a la Escuela de Arte Venitsianov de la ciudad de Tver, en Rusia. Allí pudo aprender la tradición de la pintura clásica y realista y sumergirse en la herencia creativa de grandes artistas como Isaac Levitan e Iliá Repin. Es a través de ellos, sin duda, como Sergei Inkatov desarrolla su capacidad de plasmar en el lienzo la belleza de la naturaleza y sus cambios de luz, color y ritmo. Tras su formación académica, ya establecido con sus padres en Estonia, el artista inicia enseguida su trayectoria expositiva y su entrada en el mercado del arte, gracias, sobre todo, a coleccionistas extranjeros.
Recuerdos hechos arte
La alegría de vivir, la exaltación de la vida en todo su color y plenitud, es lo primero que uno percibe ante los cuadros de Sergei Inkatov; tanto si el espectador se halla delante de un paisaje soleado, una ciudad antigua, un bodegón como de la composición más abstracta. En sus viajes por el extranjero, el artista toma notas, bocetos, en los que capta el aroma y la esencia de ciudades como Toledo, con sus calles empedradas, o Estrasburgo, con sus fachadas llenas de color. En la obra de Inkatov, tiene especial relevancia la arquitectura del casco antiguo: casas de fachadas gastadas por el tiempo, que se inclinan y se aguantan unas a otras. El pintor sabe escoger el ángulo preciso para crear un enfoque en el que se estrecha el espacio, se aprietan las calles y se estiran los edificios; y el espectador se ve inmerso en el país de las maravillas, donde la ciudad se construye con casitas de naipes que tienen sus tejados rojos, azules y anaranjados.
También son destacables sus bodegones, meridionales por las formas y el colorido. Objetos inanimados, naturalezas muertas, que contienen una pulsación de vida en cada pincelada. El aroma cítrico de la cáscara porosa del limón, la granada tersa y brillante de madurez y los infinitos reflejos del cristal de una jarra se modelan mediante pinceladas de color y manchas impresionistas.
Atmósfera romántica
Tras su viaje a Barcelona el pasado otoño y las visitas a salas y galerías de arte de aquella ciudad, surge una serie de obras que inaugura otra faceta del artista: la romántica. La figura femenina ya aparecía tímidamente en las obras de Inkatov, pero en un segundo plano, difuminada, y daba más protagonismo a los sombreros, las plumas, los espejos… Ahora, en cambio, Sergei centra su objetivo en la mujer y la envuelve en un ambiente romántico: una muchacha desnuda ante el espejo, una dama ensimismada bajo su pamela o el sensual abrazo entre un hombre y una mujer de su obra Kiss.
En los lienzos de Sergei Inkatov el color es protagonista. El color construye el espacio, crea la atmósfera y guía la mirada del espectador. La pincelada dinámica y la textura densa están al servicio del color. Toda su obra representa una leyenda colorista y romántica, donde convergen lo antiguo y lo moderno, donde uno encuentra el sol, el mar, el ímpetu del viento, la pasión, el amor y la alegría de vivir.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España