Descripción de la Exposición
Licenciado en el Instituto Nacional Superior de las Artes y la Acción Cultural (INSAAC) de Abiyán y profesor de Artes Plásticas, el artista traza su camino sin estruendos innecesarios, pero con una gran obstinación y talento. Durante casi veinte años ha presentado sus obras por todo el mundo, desde Abiyán hasta París, desde Luxemburgo hasta Dakar, pasando también por España, y su éxito nunca ha mermado su carácter impasible.
Méné ha sabido renovar su estilo sin perder nunca su identidad ni su marca. Si bien renueva su técnica mediante una investigación permanente, el ser humano siempre permanece en el centro de sus preocupaciones. Solo o en grupo, el hombre ocupa la pintura de manera más o menos exclusiva, aunque otros elementos ‒como un animal rojo e indefinible, una bestia con cuernos, el sol o una cabaña‒ crucen de vez en cuando el espacio.
Su obra no deja de examinar la naturaleza humana y todos sus componentes, tanto los visibles como los invisibles. Delineadas de una manera falsamente torpe, estas siluetas, que parecen dibujadas por un niño, contienen a la vez la frescura de las obras infantiles y la profundidad del trabajo realizado por un adulto, confrontando al mundo tal como es o, mejor aún, como aquello que no es. No hay discurso inútil, el artista no es locuaz pero su obra habla por él. ¡Ninguna teoría pasmosa, ninguna divagación verbal, solo su obra, en forma de eterno punto de interrogación!
Los personajes presentados, a menudo en busto y de cara, sonríen de manera bondadosa, cuando no ríen a carcajadas, a menos que sus bocas indiquen una mueca apenas esbozada, o incluso un grito. Van generalmente en grupos de dos o tres, y se cogen afectuosamente de la mano o se abrazan por el cuello.
Ningún pesimismo, ninguna referencia explícita a las realidades que componen la vida cotidiana de las poblaciones pobres, a la juventud efervescente, en la búsqueda de su subsistencia y del sentido de su vida. Y sin embargo, si queremos ir más allá de las apariencias plácidas y de la frescura juvenil de estas pinturas, nos vemos forzados a reconocer algunos signos discretos, como un lenguaje cifrado destinado a los iniciados que solo ellos conocen. Y solo ellos pueden ver a través de las imágenes una realidad que quizás no sea tan apacible.
Sylvain Sankalé
Crítico de arte
Dakar (Senegal)