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Cuando se habla de la obra de un pintor, se aprecia sus conocimientos técnicos, la temática de su obra, el color y la luminosidad de la misma, pero casi nunca se comenta el soporte sobre el que se ha pintado, por razones obvias: los distintos materiales utilizados cubren el mismo.

Sin embargo un artista como Pablo Roig, que hasta el pasado 23 de noviembre, expuso en la Galería Ada de Barcelona sus más recientes creaciones, bajo el título de Tejidos secuenciales, recuerda al espectador, y también a la crítica, la importancia del soporte y de la trama utilizada, y como esta, a través de su creatividad, puede ser motivo artístico.

El término lienzo, se emplea para todos los tipos de tejidos tensados, empleados ... como soportes artísticos, incluidos el lino, el algodón, la seda, el cáñamo, etc. etc. De la importancia del tejido, como soporte y de su entrelazado, Roig presenta blanco y negro, y con dominio de formas geométricas, y en distintas texturas, la eliminación de lo real y lo visible, como exigencia estética y también como principio filosófico.

Con claras referencias a Pier Mondrian o Theo van Doesburg, pero sin el juego cromático de los mismos, Roig presenta una obra austera, en base a una frialdad nívea, que puede acercarnos al minimalismo, elaborada con minuciosidad exquisita. Roig huye del anarquismo de las formas retorcidas, curvas o interrumpidas, para mostrarnos a través del enlazado de las fibras, una actividad creativa surgida de un espíritu ordenador, que la propia naturaleza genera, no sin aplicar algunos rasgos constructivistas, donde superposiciones, yuxtaposiciones y articulaciones, conviven a placer, siguiendo el eje de una misma directriz.

Una obra de abstracción geométrica, no exenta de distanciamiento, ordenada al límite, de patrones simples y equilibrados.