Tatiana Medal comienza su carrera artística en los años 90, al tiempo que se forma en la facultad de Bellas Artes de Pontevedra.

Su obra se basa desde el inicio en el uso de la línea y el color para la representación del espacio. Trabaja con colores primarios (amarillo, rojo y azul) que se mezclan directamente en el soporte de la obra. Para ello utiliza veladuras (capas muy finas de color, translúcidas) que producen medios tonos y aumentan la sensación de profundidad. Por su parte, las líneas, siempre presentes en su obra, surgen del discurrir de gotas de agua sobre la última capa de pintura aplicada.

Decidida a utilizar esta técnica, Tatiana Medal evolucionará en la representación del espacio. El juego variado de planos creado por el color, acompañado de retículas de líneas irregulares, se irá transformando con el tiempo.

Tras experimentar en 1999 con líneas orgánicas que reproducen ... planos de ciudades, Tatiana regresa a la geometría de un modo más riguroso. Introduce las diagonales, que le sirven para simular profundidad, y el color se vuelve más plano. Consigue con esto la construcción de estructuras que crean espacio dentro de las dos dimensiones del cuadro. Sin embargo, no abandona el uso de las líneas como algo plano y juega a confundir al espectador con la mezcla de diferentes puntos de vista dentro del cuadro.

Su estudio del color continúa en las fotografías que realiza en el 2005. En las cuales, al igual que sucede en sus cuadros, mezcla los colores en el propio soporte, a partir del posicionamiento de la cámara en relación a las cajas de metacrilato de colores que ella misma crea. En las fotografías las líneas se difuminan y se hacen más tenues, continuando el juego entre planitud y la representación de un espacio tridimensional. Hace un uso poco convencional de la fotografía. La cámara se convierte en pincel registrando estructuras tridimensionales, que cambian de escala con un único retoque: el desenfoque. Esto le permite difuminar los colores y mezclarlos. La fotografía es tratada como pintura reproduciendo obras únicas. La utiliza por las posibilidades que le ofrece la técnica continuando el desarrollo de su obra pictórica.

El conjunto de su obra es una continua representación de lo urbano, desde el punto de vista de sus estructuras. Representa tanto planos de ciudades como los edificios que las componen. Superpone diferentes extractos dados por el paso del tiempo dejando ver la evolución histórica de las ciudades, el crecimiento de las mismas y la presencia actual de estructuras del pasado. Una evolución que se produce tanto a nivel vertical como horizontal.

En esta ocasión presenta un proyecto realizado específicamente para el espacio de SCQ, se trata de una serie nueva, a nivel de color continua a lo que nos tiene acostumbrados, la persistencia de los primarios como base elemental de su obra; sin embargo los planos son limpios sin apenas huellas de pincel.

Consigue con menos recursos técnicos una pintura espacial, orgánica que tiende a expandirse en todas las direcciones, como si de radiografías urbanas se tratase, los colores vibran en toda la superficie de la tela. La monumentalidad de la obra sobrepasa la barrera del formato, tanto es así que piezas de 150 x 800 cm. y piezas de 50 x 40 cm. adquieren la misma dimensión pictórica.