Descripción de la Exposición
La obra de David Benarroch se refiere siempre al proceso de creación. Sus esculturas son resultado, registro y testigo del tiempo y del gesto empleados en la producción. Cada una preserva, pone en evidencia y eterniza para el espectador el movimiento, la fuerza y el tiempo que el artista utilizó en crearla.
El volumen y el peso de la obra está limitado por la capacidad física del artista. Sus obras son tan grandes como puede manejar físicamente. No hay nada en su producción que no le sea posible mover o abarcar. Ese es el límite. De esa forma también son un reflejo de su propio cuerpo, de su altura, de su fuerza y, en definitiva, de la soledad de su trabajo, que no implica a nadie más. Del aislamiento del momento creativo en el estudio. Si a veces vemos que algunas obras tienen un tono más alegre, más melancólico o más divertido podemos imaginar que son el reflejo de su estado de ánimo durante la creación.
Sus esculturas están surcadas por las señales del trabajo manual: líneas, arrugas, trazos y grietas. En cada una de ellas podemos ver cada fase de la creación eternizado. Es una geografía del proceso convertida en parte esencial de la obra. Son como los estratos sedimentarios que registran los distintos momentos de la creación de esa escultura en concreto.
Benarroch trabaja sobre todo con materiales no naturales. Como en otros aspectos, parece peleado contra los mandamientos de la escultura histórica. Apenas encontramos algún trozo de madera pero nunca, por ejemplo, piedra, el material tradicionalmente noble de la escultura clásica. Metal si, sobre todo el que proveen del uso industrial, y, sobre todo, resina, fibra de vidrio, látex o cemento. Además, esto le permite acentuar los juegos entre lo que ve el espectador y de lo que verdaderamente están hechas las cosas. Hay una pretendida confusión entre lo duro y lo blando, lo ligero y lo pesado, lo frágil y lo resistente.
Por la misma razón parece que siempre busca el punto límite de equilibrio de cada escultura. Como si estuvieran en un punto incómodo, a punto de caer o en peligro de que un roce o un golpe de viento pueda tirarlas. Cuestionando de esta manera lo más básico que debería hacer una escultura: permanecer firme en el espacio.
Las referencias a la escultura clásica llegan hasta el plinto. Muchas cuentan con una estructura, a veces un objeto encontrado y de uso cotidiano, que lo recuerda de una manera irónica. Así reconoce su existencia pero cuestionando su naturaleza. Además, frente al lugar común del bulto redondo da la impresión que Benarroch intenta de abarcar todas las direcciones con elementos que surgen del volumen principal en todas direcciones.
Al tiempo, David Benarroch entiende el dibujo como un medio intimo. El método de trabajo es el mismo que en sus esculturas pero al hacerse el gesto en un soporte más pequeño, más próximo al cuerpo, más ligero y más cercano, consiguen que el resultado (como el proceso) sea más próximo y conceptual.
Entendamos el trabajo de Benarroch como el de un alquimista. La alquimia, esa rama de la pre-ciencia, entre la química, la filosofía, la magia y el misticismo. De la misma forma que, literalmente, convierte el liquido en solido, también pretende eternizar un momento determinado, solidificar el tiempo, un momento en concreto, y preservarlo para siempre. La falta de marco o de pedestal le sirve para liberar a la obra de la idea del objeto artístico.
Sin embargo, durante el proceso, siempre ocurre algo que no está ni previsto ni medido, que no se puede calcular o anticipar. Ese es el riesgo y su motivación: encontrar aquello que tiene un aspecto espiritual, prácticamente, la transmutación del tiempo en materia. Durante ese trabajo se establece una negociación entre el artista y el material: el primero quiere llegar hasta un punto, pero tiene que ver cuánto se lo va a permitir el segundo. Por el camino se produce energía, sorpresa, accidente y casualidad. Es un ciclo y es una búsqueda y el resultado crea un lugar para la contemplación donde se unen tiempo y espacio.
Para entender la obra de David Benarroch es fundamental el hecho de que, formalmente, estas obras nos remiten a los dos primeros ejemplos del uso de la escultura: el monolito y la estela. Formas verticales o planas que servían como elemento de conmemoración y de recuerdo, de preservación de un hecho o persona frente al paso del tiempo. En este caso son prácticamente un monumento a un instante determinado, a un encuentro preciso entre material y artista. Son la celebración de un instante.
Joaquín García Martín
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España