El taller se concibe como un laboratorio, un espacio en movimiento que trabaja con el error como motor de aprendizaje. Se plantea como una experiencia de creación donde se impone la necesidad de conocerse, escuchar, aprender, mirar, equivocarse, tomar decisiones, construir ideas y comunicarlas. En la primera etapa, y desde las imágenes de los participantes, se detectarán los elementos visuales que crean un discurso pertinente al propósito narrativo individual. Cada autor definirá entonces una línea narrativa que marcará su producción fotográfica durante el taller. En una segunda fase se propone un ejercicio de escritura colectiva donde el trabajo de cada fotógrafo será argumento de un propósito global.