Descripción de la Exposición
Mi primera experiencia con lo sublime fue bajo una hoguera de sanjuán o, dicho en coruñés, una lumeirada, ahí conjugué por primera vez la fascinación con el miedo; salí tan victorioso del envite que no cejé en el empeño de construirlas junto a mi amigo Roberto Ferreira, hoy reputado jardinero, hasta bien entrada nuestra juventud. Después vino el mar, casi a la vez, porque nuestra tradición obliga a terminar la noche inmerso en el mar del Orzán, como así lo hacíamos. Fuego y mar son, desde entonces, mis únicas vías de acceso a lo sublime.
Tronante es un grupo coruñés de intervención formado por un artista del ámbito de las artes temporales, sobre todo de la videocreación (Juan Lesta), y otro de las destemporales (Xosé Suárez), que evita ser tratado como artista, pero sin cuyo concurso no resultaría fructífera la relación tronante que nos presenta esta obra land-artística ejecutada sobre O campo da festa, de los pocos centros sociales gallegos que discuten su protagonismo al atrio de la iglesia.
Su lumeirada concilia dos referencias, la sanjuanera y la votiva, ambas de raigambre arcaica; la primera como invitación al sol para quedarse y la otra como plegaria telúrica para lograr los favores de la Tierra. Tronante se inspira en la pedra dos cadrís de Muxía, pero podrían haber quedado más cerca y recalar en el santuario arteixán da Virgem da Pastoriza para conseguir lo mismo; lo sé de buena tinta porque mi madre me obligaba a pasar por la piedra todos los años para hacer de mí la persona de provecho que nunca fui. Lumeirada a la que se sumará la obligatoria sardinhada con una decidida ausencia de música, porque el ceremonial sanjuanero carece por completo de música, al bastarse con el fuego y el mar, que se reencuentran en el ceremonial de la sardinhada.
En mirar por el, Xosé Suárez efectúa una suplantación de quíntuple raíz que se agota en la cuarta. Las suplantaciones que comete son las del ojo, la atención, la imagen, el recuerdo y el relato, pero al alcanzar el último se ve incapacitado para elevarlo y le cede al espectador el beneficio de hacerlo. La genealogía de esta obra es sincera y triste. En los últimos días, su padre visitaba un bosque de propiedad familiar del que regresaba lleno de fábulas que contaba a la familia sin que le otorgasen la menor credibilidad; muerto el fabulador, a XS le saltó la alarma sobre la certeza de las fábulas paternas. Para investigarlo dispuso una cámara (primera suplantación), habilitada con un detector de presencias (segunda suplantación), que él mismo positiva (tercera suplantación), para construir un registro (cuarta suplantación) mudo, y por eso le cede al espectador, al otro lado de la lupa, la oportunidad de contarle a XS aquello que el muy fabulador de su padre vivió.
En Juan Lesta también encontramos un procedimiento para suplantar el relato final a través de la negación de la mirada, ahora no de su progenitor sino de la suya propia, ya que no acepta la ofrecida por la simplicidad del ver mecánico, y lo somete a un proceso de depravación sensorial para que nos acerque a algo más allá de lo proporcionado por las herramientas de visión, porque las máquinas de visión además de mentir, que es lo de menos, no ven lo que tú cuando diriges su atención hacia cualquiera de los estímulos que deseas transmitir de manera perenne, que esa sería su verdadera función, y no la de fijar la verdad de un momento; porque nos olvidamos de que el ver es instantáneo y ese mirar que se basta a sí mismo no contiene la semilla de su transmisión; por eso, todo el juego al que somete JL estas obras busca trascender la visión mecánica y acercarnos a lo visto por el autor.
Y así, a través de la suplantación mecánica, como en un nuevo viaje al centro de la Tierra, Juan Lesta, Tronante y Xosé Suárez nos enfrentan a una nueva experiencia de lo sublime, al someternos al rito de vagar por sus bosques familiares.
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España