Descripción de la Exposición En el cenit de su trayectoria y plenitud de su vida, ¿qué se propone y en qué trabaja ahora una escultora tan radical y apasionada como Elena Colmeiro, y qué quiere que "aparezca" y "se haga presente" ante nuestra mirada interesada y nuestra sensibilidad de espectadores? Fundamentalmente y a un mismo tiempo, tres propósitos / tres acciones: Primero: Penetrar en el espacio real de la escultura, o sea, no en el espacio que rodea las masas sino en el que las habita, el cual, desde dentro, hace que se configuren y existan los volúmenes. Su propuesta es, con ello, la de apreciar el espacio interior como elemento escultural absoluto, y avanzar en su sustancia, a cuyo impulso obedecen la estructura constitutiva y también la configuración exterior de la obra. Elena Colmeiro continúa, así, al vuelo de su propio aire, la estela abierta por Gabo y Pevsner cuando postulaban para la escultura de la modernidad que "el espacio no es una abstracción lógica o una idea que va más allá de la experiencia; él se ha convertido en un elemento material maleable, en una realidad". Así lo testifican los trabajos que realiza Elena sobre grandes fragmentos de ladrillo rojo, cuyas masas ella horada, cuyas grietas ella sensibiliza y cuyos ojos o huecos cilíndricos ella rellena con esmalte blanco, el mismo barniz vítreo con el que matiza y protege las aristas rotas y las fragmentadas paredes interiores de estos destrozados paralelepípedos rectangulares de masa de barro cocido. Con la acción de su mano y, especialmente, con la penetración de su mirada, Elena Colmeiro descubre la equilibrada y, sobre todo, maravillosa red de tensiones interiores en que se apoya el impulso constructivo contemporáneo y su código de formas edificativas. Segundo: Concebir la acción de construir como práctica escultórica propiamente dicha, tal como corresponde a una época que ha sido definida como "el siglo de la constructividad". Así, la escultora y ceramista Elena Colmeiro ya hace años que ni modela el barro, ni talla la madera, ni cincela la piedra, ni funde en bronce..., sino que construye y siempre construye, entendiendo por técnica de "construcción" una síntesis de doble formulación: arquitectural y escultural, a la que ella añade, de manera singular (dejándose seducir por la intuición y, a la vez, por el fulgor de los frutos de nuestra larga historia), un componente naturalista, orgánico, de orden corporal: el de la flexibilidad elegante de la estructura de los torsos clásicos. Aquí, en esta exposición, tenemos desplegada una muy bella sucesión de piezas rotas y de restos diferentes de material industrial Norton, con los cuales Elena construye un universo propio, dotado de congruencia física y de invención poética, integrado por diversos mundos: espacios que fluyen sobre las superficies, de un lado a otro, y desde los adentros quebrados hacia la lisura curvada y pulida de las afueras; masas de terrosas materias fabriles que se expanden y que se sostienen en el aire como fragmentos telúricos en los que parecen haber cristalizado desnudas volumetrías corporales; estructuras edificatorias que se superponen y se articulan con principios que recuerdan a sistemas biológicos; poderosos relieves murales industrialmente constructivos, levantados sobre el tejido rudo del mallazo y sostenidos por los perfiles poderosos de las vigas de hierro... Mundos, pues, en los que los fragmentos se convierten en formas necesarias, y en los que los materiales acaban funcionando creativamente siguiendo sus propias "leyes de construcción".Todo ello, integrado en unidad superior, en obra de arte y en... "lenguaje Elena Colmeiro". Tercero: Para ella el destino final de su práctica del arte está orientado a trascender la realidad en su sentido más profundo, lo que significa traspasarla o sencillamente situarla más allá de sus límites dados, moviéndola a "un ser más". Ahora bien, esa trascendencia de la realidad que Elena busca no reside en "lo remoto" de las cosas, sino -como defiende Heidegger- en "lo más cercano", o sea, en la pureza y perfección de sus valores originarios. Toda la trayectoria artística de Elena cobra cohesión desde su búsqueda y contemplación de ese principio de trascendencia radical del mundo, que es como un ímpetu liberador que se difunde en todos los sentidos. Así, por más que la trascendencia sea insondable para el lenguaje de la razón, no lo es tanto para el de la representación artística. Y en la práctica de Elena Colmeiro puede que su expresión más pura, lúcida, inmediata y entregada sea la que se produce actualmente en su ciclo de Raíces, serie aquí representada por dos piezas inesperadas y soberbias: un cepellón de Raíz de ciruelo rojo, y otro de Raíz de magnolio, los cuales, arrancados de la tierra, nuestra escultora los recorta, los reordena y los sensibiliza, disponiéndolos finalmente con sus raíces extendidas hacia el cielo, hacia lo alto, dejando a la luz su objetividad y su perfección, su cumplimiento y su plenitud: ese punto de exactitud como heroica, mítica, en que materia y espacio, forma y volumen, objetividad y libertad, trabajo y creación, misterio y revelación coinciden. De manera tan extremada que no se puede ya decir más con menos.
Formación. 08 may de 2025 - 17 may de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España