Descripción de la Exposición
Cuando dormimos, cerramos los ojos para ver en la oscuridad. Desplegamos los párpados como si fueran las persianas que, en verano, evitan que entre un solo rayo de luz en nuestra casa. El soñador está en reposo, incubado, a veces bajo las colchas o sobre el sofá, pero en el fondo está muy lejos, quién sabe en qué lugares. Entonces la visión del sueño emite su propia luz, busca los contornos de las cosas, pero parece inevitable que las imágenes se desenfoquen y se vuelvan turbias, como en la mejor y más dulce de las borracheras.
Al igual que nosotros abandonamos la vigilia cada día, a veces la luz del sol se oculta tras otro cuerpo celeste. Es sólo al retornar de los dos estados cuando se comprende la paradoja: que es posible llevar ese mundo en sombras a la otra mitad iluminada, y que se puede soñar sin estar dormido.
Una de las mejores formas de hacerlo es pintando.
Como hace Luis.
Julián Cruz