Víctor Solana no tiene unas vivencias personales que le empujen a pintar de una manera expresionista como le ocurrió a Francis Bacon. No son sus estados de ánimo los que le empujan a pintar de distinta manera la catedral de Rouen -tesis que contradice la interpretación de las horas del día y las estaciones- como le ocurría a Monet, tampoco vemos la crueldad desgarrada expresada en El grito de Munch. Tampoco es la sensación de aislamiento que sintió Picasso al llegar a París lo que le empujó a las pinturas del periodo azul, ni las preocupaciones de los fauvistas, ni las situaciones angustiosas de Emil Nolde. lo que lleva a planteamientos artísticos propios del expresionismo en Solana son planteamientos intelectuales, culturales.
Desde sus comienzos en el año 2009, Víctor Solana ha pintado atmósferas inquietantes, fondos neutros, multitudes asfixiantes, capirotes, figuras dolientes, cabezas atadas, masas humanas que se ahogan. ¿Esto a qué...se debe? Dice el autor que con la plasmación de estas imágenes trata “de estremecer al espectador, buscar su inquietud (…) “No me gusta que una obra de arte te deje frío, prefiero algo que te haga reflexionar, que se te quede grabado en la cabeza. Para ello es importante también la figura de la repetición, bombardeo con una misma simbología desde el principio”.
Ricardo García Prats.
Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
Entrada actualizada el el 31 oct de 2017
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