Descubrí la obra de Spencer hace tiempo y observé su trabajo pensando en que me gustaría conocerle. Así fue.
Su sensibilidad extrema, algo que se puede percibir en su obra, refleja a una persona especial.
Hablar de su obra sin hablar del artista no tendría sentido, porque el trabajo habla de la profundidad del ser.
Gran observador del mundo, meticuloso, detallista hasta el final.
Su habilidad para atraer a tantas personas a participar en sus manifestaciones artísticas raya en lo prodigioso.
Desnudarse no es quitarse la ropa, sino despojarse de todo para comprender quienes somos, a dónde vamos y de dónde venimos.
Él observa pues, la vida, como si nada fuera necesario. Y así debe ser.
Abrir la mente no es tarea fácil. Pero él abre muchas, muchas y al mismo tiempo. Esa es, para mí, la tarea de un verdadero artista.
Hasta yo misma he querido posar para él. Me pregunto por qué...y lo único que se me vino a la cabeza en ese momento fué un gran deseo de libertad.
Los cuerpos reposan como parte de un entorno, como defensa de los derechos humanos, cubriendo una gran parte del todo, dirigidos hacia un mundo mejor y desconocido, abducidos mientras
el ente descansa.
El resultado es de un impacto inmediato en el que no ves la cara de tu amigo, sino un conjunto de seres iguales.
Destacan también sus trabajos individuales, todos con un cierto carácter irónico y diferente, donde la vergüenza queda relegada a otro plano y en el que la belleza se impone.
La seguridad y la inocencia se mezclan tanto en su obra como en su persona. En ambos, se siente el brillo.
Incansable y disciplinado, se mueve fuera de los contextos habituales, donde su arte se ha hecho a sí mismo.
Esta muestra, primera exposición retrospectiva del artista en España, recoge literalmente su alma. Es para mí y para todos, un estar entre dos mundos, un regalo del Universo.
Berta Jayo
Comisaria
Entrada actualizada el el 27 sep de 2018
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