Descripción de la Exposición En su trabajo más reciente, Martin C. Herbst toma como referencia el autorretrato de Parmigianino, pintado en forma de espejo convexo, del Museo de Historia del Arte de Viena. Sin embargo, en este trabajo Herbst no se inspira en el maestro del manierismo por el motivo de su obra; su interés por el cuadro radica más bien en el pretexto que éste le ofrece para tratar la relación entre historia y presente. De esta manera, Herbst pinta la cara de un conocido y la “desfamiliariza” por medio del título Parmigianino. El foco de atención no es el ser humano, su carácter o su vita; la persona sólo le sirve como vehículo del tema más general de la pintura y sus referencias artístico-históricas. La pintura es el núcleo de la actividad artística de Martin C. Herbst. A pesar de los rasgos realistas, la plasticidad ilusionista y la naturaleza material del sujeto retratado, su centro de interés es la sensualidad pictórica. El artista aumenta la calidad de la materia orgánica difuminando la cara pintada concretamente de otra forma con pinceladas anchas a través de movimientos horizontales. De forma misteriosa, la figura plástica lineal se entremezcla con la capa pictórica, borrosa, que de ese modo crea un disfraz de aspecto esfumado a favor de la pintura. Por otra parte, este cuadro contiene asociaciones de los nuevos medios con sus patrones de pintura: el toque de pintura hace la función de plotter o escáner, escaneando uniformemente la superficie e imprimiendo los datos digitales en la portadora de la imagen. Se crea una compleja relación entre la mimesis concreta y el detalle inmediato. En contraste con su último trabajo global, angelus, que ostenta colores cálidos y sigue el ejemplo de la Sibila Líbica de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, los nuevos cuadros de Herbst parecen, a primera vista, estar completamente pintados en tonos grises: sin embargo, a pesar de su ascetismo colorista, se pueden distinguir numerosos matices de color en pinceladas de azul frío, amarillo cálido y rojo. Como portador de la imagen, Martin C. Herbst no sólo ha seleccionado la superficie uniforme de la pintura, sino que también ha empleado platos cóncavos y esferas brillantes de acero de alto grado. Pinta de forma repetida el mismo motivo con pequeñas variaciones diferentes. Los motivos de calaveras sirven de complementos y piezas de enlace. Desde un punto de vista iconográfico, en la historia de la pintura estos motivos son considerados como metáforas de cualquier desaparición, de la muerte desesperada del ser humano, a menudo como partes integrales de composiciones de naturaleza muerta. Martin C. Herbst, sin embargo, los trata como motivos similares a los rostros retratados: en lugar de la piel fina del ser humano, representan la austera parte inferior. En la pintura clásica figurativa, la interpretación pictórica de la piel es considerada como uno de los mayores retos; por ejemplo, el color de la carne en desnudos de Rembrandt, Courbet o Lucian Freud. La materialidad pictórica de la calavera y la piel humana de Martin C. Herbst está, sin excepción, definida de forma similar, oculta por medio del efecto esfumado de los trazos difuminados. Por lo tanto, el artista no está totalmente interesado en el reto que implica la mimesis de piel o huesos, sino en la pintura por la pintura por una parte, y en la cuestión de la contextualización y la clasificación por otra. Independientemente del rostro o la calavera retratada, en ambos casos, es el artista quien determina el sistema de referencia: Parmigianino. En las superficies curvas de las esferas, las caras parecen firmemente distorsionadas, y en su expresión psíquica se encuentran aparentemente melancólicas: “caras de la luna” aprisionadas en la esfera plateada. Además, con el objeto de tematizar el reflejo, su superficie se cubre con capas de resina sintética. La parte posterior de la esfera sirve como espejo convexo, capturando el espacio real. De esta forma, Herbst cuestiona la pintura como medio de representación, y por lo tanto su reivindicación de la veracidad. A finales del s. XVI, la lucha por una interpretación fiel de la realidad culminó con un denominado "Paragone" (conflicto de supremacía) entre los representantes de la pintura y la escultura. Buenvenuto Cellini, un escultor significativo del manierismo italiano, defendió la “visión múltiple” de sus espectacularmente retorcidas esculturas de mármol, que eran “igualmente bellas desde cualquier perspectiva", mientras que los pintores contrarrestaron con espectaculares efectos espejo dentro de la pintura o seductoras representaciones “trompe-L’œil” (ilusión y engaño) en la piedra de mármol representada. Ahora, Martin C. Herbst crea en una red espacial de tensión su nuevo material gráfico, en el que se mueve el visitante de la exposición. Por una parte, la pintura aquí y ahora, y las referencias a la historia por otra, constituyen los puntos fundamentales de su creación pictórica.
Florian Steininger es comisario del BA-CA Kunstforum de Viena. Ha organizado, entre otras, exposiciones de Karel Appel, Roy Lichtenstein, Willem de Kooning y Markus Lüpertz.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España