Descripción de la Exposición Carne, sangre, sudor y huesos, Paperina es una artista que pinta de verdad, que dice cosas reales aunque parezca mentira, verdades hechas de mentiras con imágenes que conocemos, que mamamos desde niños, por eso nos gusta, por eso la creemos. Paperina va construyendo un nuevo pop sucio y atrevido, guarro y salvaje, cómico y delirante, metiendo las manos en las entrañas de lo popular, sacando lo bueno, lo malo y lo que le da la gana, hurgando en su útero, tocándose el coño, llamando a las cosas por su nombre, explicándolas tal cual son: el sexo es sexo y la basura es basura. Paperina come lo mismo que nosotros -que algunos de nosotros- y sus defecaciones tienen el aspecto de las nuestras, somos lo que comemos y si comemos lo mismo terminamos pareciéndonos. Ahora no hay generaciones, todo está demasiado cerca, demasiado mezclado, demasiado confuso, notamos que algo pasa, que la cosa está cambiando, lo tenemos delante pero no sabemos definirlo: es lo que viene después del arte conocido. Quizás dejen de existir los colectivos, quizás la gente ya no se junte así, o quizás sí, quizás vuelva lo común, quizás recuperemos la conciencia, porque en tiempos de crisis todo y nada es posible, porque el mundo, para bien o para mal, ya lo hemos cambiado otras veces. No tengo ni idea de si este grupo de creadores que nos cogen por los huevos y nos tocan las pelotas son una generación, pero si lo fueran, Paperina, iría para capitana general. El gran Ratzinger dimite y dios no existe, pero la familia que come unida permanece unida. La única certeza es que estos artistas -jodidos que joden- hacen cosas muy distintas en sitios muy distintos pero se parecen mucho, devoran lo mismo: cine de autor y serie B, Tarantino, Tim Burton y David Lynch, Star Wars y King Kong, el cómic underground y los fanzines, el cartoon y el anticartoon, el manga y el anime, Arale y el Dr. Slump pero también al Dr. Doom, Hayao Miyazaki y Akira Toriyama, Bola de Dragón y Musculman, los Beat -que eran una generación- y los Nocilla -que quizás lo sean- Daniel Johnston dibujando pero también cantando, y Tom Waits, y Edith Piaf... Crecimos viendo dibujos japoneses y ahora vemos Padre de familia, los Simpsons, Futurama y South Park, todavía jugamos con Sonic, Mario Bros y los Space Invaders, Gary Panter y Wayne White nos hacen de padres, y adoramos a Rocco Siffredi, Yoshitomo Nara y Jean Michel Basquiat. Todos tuvimos un televisor en casa, y dos, y luego tres, compramos los primeros ordenadores con su estética de píxel y sus cuatro colores, un Amstrad, un Spectrum, videoconsolas, Game Boys y Play Stations, después llegó Internet, la globalización y cierto ensimismamiento. Y aquí estamos ante un arte que surge desgarrado, puteado y agresivo, a veces violento, irreverente y tragicómico, siempre con sentido del humor, con la risa como fin y como medio, bendita comedia del arte, del arte sin complejos. Un imaginario de simbología poderosa y de iconos postmodernos que vienen de lejos: el falo y la calavera, antihéroes de pacotilla y mierdas auténticas, un arte hecho por unos tipos que aman el dibujo y la pintura, que detestan la academia, un arte outsider de americanos, europeos, japoneses y chinos, un arte para todo el que quiera acercarse y servirse un plato y una copa de vino, un arte fruto del cabreo, de la opresión, de la frustración, de la rabia y del calentamiento global, de la calidad y de las ganas, pero también de cierto hedonismo y de alguna masturbación espontánea, un arte sin conceptualismos ni minimalismos, directo al grano y al absurdo, como Spaceballs de Mel Brooks, Como Spaceballs de Paperina, un proyecto para la Galería Ferran Cano después de cuarenta años de arte anárquico y subversivo, una propuesta comisariada por Albert Pinya, otro que va para capitán Sparrow de esta generación con barco, sin bandera y post-letargo, unos piratas artistas que cambiarán el mundo o morirán en el intento, que quieren decirnos algo o, simplemente, mandarnos a tomar por saco, preparemos nuestras mentes por si acaso.
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España