Sonámbula nace de una colaboración muy especial con mi hermana Elvira. Es un dueto entre hermanos, el resultado de la fusión de dos mundos, dos realidades muy distintas o dos muy distintas maneras de percibir una realidad. Pintura y escultura se tocan, se funden, se confunden igual que se pueden confundir sueño y vigilia. A la realidad podemos acercarnos con los ojos cerrados, mientras dormimos o fingimos hacerlo. También se puede soñar con los ojos muy abiertos y mirar a los sueños de frente para tocarlos, olerlos y percibir sus colores. En Sonámbula mi mundo escultórico se reduce y condensa en una única figura: una mujer real, anclada en lo cotidiano, tocando tierra, que camina de frente con los ojos cerrados -nadie sabrá nunca si despierta o dormida- y se introduce paulatinamente en el universo pictórico de Elvira Granados. La complejidad y el dramatismo de su pintura funciona como ... atmósfera envolvente y onírica y sirve de contrapunto a la aparente ingenuidad del personaje, situándonos en ese punto incierto y fronterizo entre realidad y ficción, vigilia y sueño.