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Son modernas, son fotógrafas

Exposición / Centre Pompidou Málaga / Pasaje Doctor Carrillo Casaux, s/n - Muelle Uno - Puerto de Málaga / Málaga, España
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Cuándo:
16 oct de 2015 - 24 ene de 2016

Inauguración:
16 oct de 2015

Organizada por:
Centre Pompidou Málaga
Etiquetas
Fotografía  Fotografía en Málaga 

       


Descripción de la Exposición

Con más de ciento cincuenta fotografías de entre 1920 y 1940, la exposición presentada en el Centre Pompidou Málaga muestra el trabajo de una veintena de mujeres, consideradas célebres en la historia de la fotografía, como Laure Albin Guillot, Marianne Breslauer, Florence Henri, Nora Dumas, Germaine Krull o Dora Maar. El periodo de entreguerras estuvo marcado por el desarrollo de la prensa ilustrada y la publicidad, y además, vinculado con las vanguardias fotográficas. La evolución de estos fenómenos contribuye a la modernización del oficio de fotógrafo así como lo hace el auge del mercado de imágenes. La profesión resulta, entonces, particularmente atractiva para las mujeres ansiosas por conseguir una independencia financiera y social; trabajan por encargo para editores de magacines, revistas o libros. Algunas como Laure Albin Guillot o Ergy Landau, abren un estudio donde poder hacer retratos, fotografías de moda y publicidad, otras, como Germaine Krull, Denise Bellon o Nora Dumas realizan los reportajes en el exterior. Este particular aspecto de lo moderno, además de la profesionalización femenina, es lo que la exposición pretende recalcar. El Centre Pompidou Málaga expone el trabajo rico y variado de estas mujeres fotógrafas: desnudos, retratos, reportajes, fotografías de moda y publicidad procedentes de las colecciones del Centre Pompidou compuestas, únicamente, por la reciente adquisición de la colección de Christian Bouqueret, gracias al patrocinio de Yves Rocher. TEXTO INTRODUCTORIO DE LA EXPOSICIÓN «Fotografiar es un oficio. Un oficio de artesanos, un oficio que se aprende, que se hace más o menos bien, como todos los oficios. Arte, el arte está en todos los oficios bien hechos, porque el arte es una decisión.» Germaine Krull (1930) El oficio de fotógrafo experimentó un importante auge durante el período de entreguerras. Los avances tecnológicos acontecidos en el terreno de la fotografía, como el desarrollo de la edición y la prensa ilustrada, desencadenaron la eclosión de un nuevo imperio de la imagen, que provocó nuevas necesidades y reclutó a multitud de adeptos. Información, publicidad, moda, arte... La fotografía cuenta con numeras parcelas en las que es inevitable su utilización como una alternativa moderna al dibujo o la pintura, y también se beneficia de la vocación de las vanguardias por renovar el vocabulario visual; los profesionales retoman estas innovaciones en sus trabajos por encargo. Las fotografías reflejan la evolución cultural y social radical de la sociedad occidental de principios del siglo XX, son las causantes de la instauración de nuevas formas de consumo e incitan al culto de la apariencia. Las mujeres, modelos omnipresentes de este arte, son igualmente autoras: muchas de ellas practican la fotografía amateur aunque otras muchas, ansiosas por una emancipación financiera y social, se deciden por la fotografía como oficio. Sin embargo, su lugar en la historia del periodo ha sido demasiado discreto, exceptuando ciertos referentes como Laure Albin Guillot, Florence Henri, Dora Maar o Germaine Krull. La mayoría de ellas ejercen en Francia, concretamente en París, ciudad moderna por excelencia y lugar de encuentro de numerosos artistas, fotógrafos, escritores e intelectuales franceses o extranjeros. El estudio de sus producciones y de su contexto de difusión demuestra que no tendría sentido poner el acento en la peculiaridad de una determinada mirada, técnica o tema femenino: estas mujeres fotógrafas de entreguerras han sabido crear su propio espacio, así como hicieron sus compañeros de profesión, utilizando los mismos aparatos, recursos y público que utilizaron ellos, sin tener por qué jugar con sus diferencias. Escoger este oficio no parece, a priori, algo que se decida a la ligera: requiere cualidades físicas innegables, a veces implica duras negociaciones y exige trabajar en la esfera pública, dedicada aún para el género masculino. Varias razones explican esta preferencia. A diferencia de otras artes plásticas, la fotografía se considera un arte menor, y no se le atribuye el peso de una larga tradición. Desde el siglo XIX, las mujeres son acogidas en las sociedades de fotógrafos amateur, publican y participan en las exposiciones, sin darse de golpe con las restricciones que han podido sufrir durante mucho tiempo en el ambiente de la pintura y la escultura. La práctica profesional de la fotografía no gozaba de un prestigio social particular, no requería un aprendizaje específico, diploma o certificado oficial. Recordemos que la educación y la capacidad jurídica de las mujeres permanecían en Francia mucho más limitadas que en los Estados Unidos o en otros países europeos de la misma época. Las mujeres no consiguen acceder a una enseñanza secundaria equivalente a la que recibían los chicos hasta 1924, ni pueden votar por primera vez hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque las mujeres casadas disponían de un salario desde 1907, no es hasta 1938 que consiguieron tener la posibilidad de matricularse en la universidad, siempre bajo autorización marital: requisito también necesario hasta 1965 para poder trabajar. Además, el trabajo remunerado de las mujeres, aún habiéndose desarrollado bastante desde el siglo XIX, se redujo a cargos relacionados con la asistencia, la enseñanza, o la venta en tiendas, donde seguían permaneciendo bajo el yugo de la autoridad masculina. El oficio de fotógrafo les permite dirigir, ellas mismas, su negocio y acceder a remuneraciones equivalentes a la de los hombres. También les garantiza la liberación de las costumbres conservadoras de la burguesía: la mayoría de estas mujeres pertenecen a un ambiente acomodado, son solteras, viudas o divorciadas y, en muchos casos, cercanas a los movimientos feministas. Impermeables a la propaganda natalista, por más que esta se intensificara después de la Primera Guerra Mundial, rara vez tenían hijos. Frecuentan artistas de vanguardia, intelectuales, escritores, y personalidades mundanas que comparten sus reivindicaciones y su estilo de vida liberado. Esta exposición reúne más de 150 pruebas fotográficas realizadas por una veintena de mujeres, elegidas de entre las colecciones del Musée National d’Art Moderne del Centre Pompidou. La mayoría de ellas perteneció al coleccionista Christian Bouqueret, especialista en fotografía de entreguerras en Francia. Fue de los primeros en interesarse y homenajear el trabajo de estas mujeres fotógrafas.


Entrada actualizada el el 19 oct de 2015

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