Descripción de la Exposición
"Son Boter de Miró. Una mirada al pasado", es una exposición comisariada por Francisco Copado, que plantea una aproximación histórica a la propiedad de Son Boter y el concepto de possessió. La finca de Son Boter, adquirida por la familia Miró-Juncosa el año 1959, significó ampliar los terrenos de Son Abrines, que ya eran propiedad de la familia, aumentar la intimidad de Joan Miró y ganar un amplio espacio donde crear y guardar las obras de grandes dimensiones que realizaría el artista.
1. Son Boter, topónimo y propiedad
El topónimo Son Boter procede de mediados del siglo XVI. La costumbre de denominar las possessions con el apellido del propietario o, en este caso, con el mote de la familia, precedido de la aglutinación Son –es decir, esto de– es habitual en Mallorca y se remonta a la edad media. Son Boter se formó como un rafal mediante la unión de varios trozos de tierra, cuatro en concreto, en este caso adquiridos por la familia Moll, de mote Boter, procedentes de la antigua possessió de Son Vic.
El 11 de junio de 1642 Bartomeu Moll compró un trozo de tierra de dos cuarteradas (unos 14.200 m²) a Martí Ferragut y se inició así la saga de propietarios de Son Boter. A lo largo de los siglos la propiedad pasa por varias familias. A principios del siglo XX Rafael de Ysasi Ransome heredó la propiedad, junto con sus hijos, al morir su mujer, Catalina González Salvà. Los Ysasi fueron los propietarios hasta 1958.
2. El concept0 de posesión en Mallorca
El término possessió hace referencia a una considerable extensión de terreno, de cultivo o de pasto, que depende de un pequeño núcleo de edificaciones denominado les cases. A finales del siglo XVI se utilizó el nombre de possessió para designar a las grandes propiedades derivadas de la concentración de tierras, una denominación que perduró hasta la segunda mitad del siglo XX. Es un término de origen latino que casi arrinconó a los de origen árabe alquería y rafal. Durante los siglos XVII y XVIII las possessions están en manos de grandes terratenientes, entre los cuales la nobleza mallorquina es protagonista.
Es el momento en que empiezan las construcciones de las possessions grandes o señoriales, y en que se hacen grandes reformas en las casas primitivas para convertirlas en verdaderas residencias señoriales. A finales del siglo XIX, según las crónicas del archiduque Lluís Salvador, en Mallorca se contabilizaban unas mil possessions. A partir de la segunda mitad del siglo XX las possessions se transforman por varios motivos: son abandonadas, pasan a manos extranjeras, cambian su función para convertirse en museos, agroturismos u otros espacios lúdicos, y unas pocas, a cambio de una costosa conservación, mantienen su dignidad gracias al interés de los propietarios.
3. La arquitectura de Son Boter
A finales del siglo XVIII y sobre todo durante el siglo XIX, se realiza una actividad a medio camino entre lo que es la residencia señorial urbana y la possessió o finca rural. Las zonas de Son Armadans, El Terreno y Cala Major son quizás los lugares más representativos de este fenómeno. La familia Martorell decidió construir una casa para pasar las temporadas de primavera y verano. La ubicación, cerca de Palma y en el campo, convirtió esta possessió en un lugar privilegiado para pasar las vacaciones. La casa principal de Son Boter, un edificio con características mixtas, es un ejemplo.
4. Son Boter de Miró
Acabo de comprar ‘Son Boter’, la magnífica casa que se encuentra encima de la nuestra. Lo que, además de ser una buena inversión, sobre todo nos pone a resguardo de posibles vecinos fastidosos. También me servirá para hacer telas y esculturas monumentales así como para descongestionar el taller. Pienso instalar también prensas para lito y aguafuerte.
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