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Soledad Sevilla. Ritmos, tramas, variables

Exposición / Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) / Guillem de Castro, 118 / Valencia, España
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Cuándo:
10 abr de 2025 - 12 oct de 2025

Inauguración:
09 abr de 2025

Comisariada por:
Isabel Tejeda Martín

Organizada por:
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS)

Artistas participantes:
Soledad Sevilla

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Descripción de la Exposición

Valencia (08.04.25). El Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) rinde homenaje a la artista Soledad Sevilla con una gran exposición que propone un recorrido por toda su trayectoria, desde sus comienzos a finales de los años 60 en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid hasta su obra más reciente, como la serie en la que homenajea a Eusebio Sempere, referente y amigo. “Los artistas escribimos novelas donde el primer capítulo te lleva al último, como esta exposición que se inicia a finales de los 60 y abarca hasta 2023. Creo que he evolucionado con coherencia”. Lo ha expresado la propia creadora durante la presentación de la exposición 'Ritmos, tramas, variables', comisariada por Isabel Tejeda, que se inaugura en el IVAM el 9 de abril. Durante la presentación la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar, ha destacado que esta exposición “marcará un hito en el IVAM” ya que Soledad Sevilla “es una de las más grandes artistas”. La directora del IVAM, Blanca de la Torre, ha subrayado que se trata de “un merecido reconocimiento a la carrera de una artista que, al igual que otras artistas españolas de su generación, debe resituarse en el lugar central del relato que la historiografía del siglo XX la apartó”. Organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), en colaboración con el IVAM, la muestra tuvo una primera versión en el museo madrileño donde se expuso hasta el 10 de marzo de 2025. Manuel Segade, director de la pinacoteca madrileña, ha incidido en “la importancia de restaurar a artistas como Soledad Sevilla en el lugar que se merecen en la historia del arte”. Asimismo, ha resaltado “que se celebren proyectos conjuntos entre los museos nacionales y espero que se den más proyectos”. “La exposición en el IVAM coincide en el discurso, pero se diferencia con la del Museo Reina Sofía en las obras expuestas, ya que se ha incidido en mostrar aquellas que se encuentran en colecciones valencianas”, ha matizado Blanca de la Torre. La comisaria Isabel Tejeda ha comentado la dificultad de seleccionar las piezas que componen la muestra. “Soledad me abrió su estudio de par en par, cada día encontraba una maravilla. Es el trabajo de 60 años de una artista fundamental que realiza un interesante análisis del espacio e incorpora, junto a esa geometría de los primeros años 60 y 70, la idea de la búsqueda de la belleza y de la emoción, unos valores que en esa época no estaban de moda”. La exposición reúne más de un centenar de obras y ocupa 6 salas del IVAM (la galería 5 y la sala de la biblioteca para la documentación de las instalaciones), siguiendo un recorrido cronológico y circular desde sus primeras obras geométricas de finales de los 60 hasta sus últimas obras. La comisaria ha diseñado un trayecto circular para reforzar la idea de Soledad Sevilla de que “los artistas nos pasamos la vida pintando el mismo cuadro”, ha señalado. Parte de los primeros años de Sevilla en València y de su formación en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid donde recoge las influencias de Jordi Teixidor, Yturralde, Elena Asins o Eusebio Sempere. Esta primera sala se centra en el desarrollo de la abstracción geométrica de sus primeros trabajos, piezas en las que hace uso del metacrilato transparente y de color. Después avanza hasta su etapa en Boston a través de algunas de sus series más emblemáticas, como ‘Las Meninas’ (1982) o ‘Alhambras’ (1984-86), así como obras nuevas y documentos fotográficos y audiovisuales “que ayudan a contextualizar”. También se muestra una instalación creada específicamente para esta exposición en el IVAM, en el hueco de la escalera del vestíbulo, que lleva por título ‘Donde estaba la línea’, en la que recrea una trama traslúcida donde juega con la luz que entra por el ventanal y la arquitectura de la sala. Soledad Sevilla (València, 1944) ha cultivado un estilo único a lo largo de sus 60 años de carrera, caracterizado por la pureza de la línea y el color, así como por la creación de formas a partir de módulos geométricos. La comisaria ha explicado que el título de la exposición procede de unas anotaciones en el cuaderno con el que la artista ganó una beca para estudiar en Boston. “Elementos como la trama, la línea, los ritmos y las variaciones son constantes en todas sus etapas”, ha indicado Isabel Tejeda. La exposición incluye piezas procedentes de colecciones privadas y de instituciones públicas como el propio IVAM, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Patrimonio Nacional, Fundación Juan March, Fundación La Caixa o el Museo Reina Sofía. ---------------------------------------------- La retrospectiva "Soledad Sevilla. Ritmos, tramas, variables", reúne más de un centenar de obras que recorren la trayectoria de la artista valenciana. Abarca desde sus comienzos a finales de los años 60, ligados al Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, hasta la actualidad, así como una serie de trabajos muy recientes, algunos de ellos realizados específicamente para esta muestra relacionados con sus primeros pasos y su admiración por su amigo, Eusebio Sempere. La exposición tuvo una primera versión en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de la que esta exposición coincide en discurso, pero no en las obras expuestas, ya que se ha incidido en mostrar aquellas que se encuentran en colecciones valencianas. Soledad Sevilla (Valencia, 1944) ha desarrollado a lo largo de sus 60 años de carrera un lenguaje basado en la pureza de la línea y el color y en la construcción de formas a partir de módulos geométricos. La trama, la línea, los ritmos y las variaciones son elementos constantes en todas sus etapas. Junto con el gran formato, que desarrolla a partir de los años 70, la expresión de las emociones a través de la luz y la oscuridad son también señas de identidad del trabajo de esta artista que fue Premio Velázquez en 2020. La retrospectiva, comisariada por la catedrática de Bellas Artes de la Universidad de Murcia e historiadora del arte alicantina, Isabel Tejeda, incluye, además de sus trabajos más recientes, cuatro obras pertenecientes a la colección del IVAM. El resto proceden de préstamos privados y de organismos e instituciones públicas, entre los que destacan, entre otros, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Patronato de la Alhambra y el Generalife, el MNCARS, Patrimonio Nacional, los Ayuntamientos de Albacete y Granada, La Fundación Juan March, Diputación de Granada, Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, Fundación ”la Caixa”, Banco de España, Colección Arte Banco Sabadell, Colección CaixaBank, Fons d’Art i Patrimoni. Universitat Politècnica de València. UN RECORRIDO CRONOLÓGICO Y CIRCULAR La muestra se despliega a través de 6 salas del IVAM (5 en la Galería 5 y la sala de la biblioteca para la documentación de sus primeras obras e instalaciones) por las que se realiza un recorrido cronológico, comenzando con sus primeras piezas geométricas de finales de los años 60 y terminando con sus últimas creaciones de 2023 y 2024 en las que hace un guiño a sus orígenes. Según la comisaria de la muestra, Isabel Tejeda, la exposición conecta las primeras obras con la últimas: «He intentado generar un relato que atravesara todas las piezas, conectando las últimas con las primeras, el módulo, la línea, la geometría de Soledad Sevilla que considero emocional. Porque se trata de una artista que busca crear un vínculo sensitivo como hacen otros artistas de similar discurso estético como el propio Sempere, Yturralde, Agnes Martín o Rothko». Soledad Sevilla estudió en San Carlos y después en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi (Barcelona) y participó posteriormente, a finales de la década de los años 60, en los seminarios del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid que potenciaban la transversalidad entre arte y ciencia, dando pie a la experimentación computacional en el arte, entre otras disciplinas, aunque ella pronto se desvinculó del ordenador como herramienta plástica. La primera sala se centra en el desarrollo de la abstracción geométrica de sus primeros trabajos, piezas geométricas en las que hace uso del metacrilato, transparente y de color, a partir de una serie de módulos que van cambiando de posición y creando una trama que va conformando espacios. En esta primera etapa juega con la geometría del color en la superposición de tramas que niega la planitud, una cierta ilusión espacial. Sobre esta base desarrolla una nueva concepción basada en el color y en la búsqueda de la profundidad, una pintura que vibra y que plasma en grandes telas sin título, con superposición de módulos pentagonales o hexagonales que podemos ver en otras obras. También expone una serie de obras blancas y ligeras de 1978 y 1979 donde juega con la simetría, negativos y retículas enmarañadas. ALHAMBRAS Y MENINAS. GEOMETRÍA EMOCIONAL Entre 1980 y 1982, Soledad Sevilla disfruta de una beca de investigación en la Universidad de Harvard, en Boston. Al no tener un espacio para trabajar los grandes formatos, empieza a experimentar sobre rollos de papel Kraft con progresiones de líneas que van creciendo y se convierten en dibujos de lápiz sobre papel que llegan a alcanzar los doce metros. Unos rollos que cuelga en paredes y césped de la universidad, relacionando sus dibujos lineales con el espacio. Propone asimismo al Fogg Art Museum la pieza Seven Days of Solitude que, aunque no se llevó a cabo, será el germen de sus primeras instalaciones. Allí asiste también a una serie de cursos sobre la Alhambra o la restauración de Las Meninas de Velázquez que le impresionan y le llevan a redescubrir estos grandes hitos culturales españoles desde otra perspectiva. Tras su paso por Harvard, la artista valenciana vuelve a España e inicia una senda más subjetiva, espacial y emocional, creando unas de sus series más emblemáticas, como Las Meninas (1982). Una serie en la que la abstracción geométrica evoluciona hacia un uso atmosférico y espacial de la línea y la trama. Así, «crea una trama con distintos tonos, que se va moviendo, que vibra, que marca el espacio. Se trata de una geometría sensible y emocional », según la comisaria Isabel Tejeda. Otra de sus series más conocidas, las Alhambras (1984-86), constituye un trabajo de reinterpretación del conjunto monumental en el que intenta pintar el aire generando profundidad a través de la reiteración de las tramas cruzadas, acercando la abstracción a cierta sensación que rememora la arquitectura. El carácter instalativo de estas dos series, que podemos ver en las salas dos y tres, se aprecia en la disposición de las obras: Las Meninas se exponen juntando en forma de friso las ocho pinturas que la conforman, dialogan entre sí, envuelven al espectador y le hacen partícipe de la atmósfera que crea a través de la línea. Las obras de las Alhambras están montadas en pareja cuando corresponde, ambas con una misma referencia arquitectónica, una con luz nocturna y otra diurna, con títulos sacados de los poemas nazaríes inscritos en las yeserías de la Alhambra. Junto a estas obras estará la instalación Fons et origo que culmina en 1986 el trabajo de Soledad Sevilla sobre esta serie. Una instalación que genera para la sala Montcada de la Fundació ”la Caixa”, conformada por hilos de algodón, luz negra y agua. DE LA PINTURA A LAS INSTALACIONES La pintura expansiva que Soledad Sevilla experimentó en los proyectos de Boston es el antecedente de sus instalaciones. En este tipo de piezas, la artista traslada poéticamente sus experiencias sensibles. La imposibilidad de rehacer las más de cien instalaciones, que ha llevado a cabo la artista, así como sus trabajos site specific, obliga a generar una la sala en la entrada de la biblioteca, donde se documentan algunas de estos trabajos: Leche y sangre (1986), un montaje de claveles rojos en hileras paralelas que recorren el espacio y que constituye el origen de sus instalaciones de hilos. O por ejemplo, la intervención Mayo 1904-1992 (1992), un site specific que realizó en el castillo de Vélez Blanco (Almería) recreando su claustro renacentista, actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York, mediante una proyección de luces que se encendían al atardecer y se desvanecían al alba. En los años 90 genera un cambio en su forma de pintar. De la línea pasa a utilizar pinceladas muy cortas, golpes de pincel. Con esta nueva pincelada, que ofrece una cierta sensación tridimensional como de relieve, podemos ver en la cuarta sala la serie Insomnios (2002-2003), tres obras de gran formato de hasta ocho metros, que destacan por su longitudinalidad y semejanza con las tapias cubiertas de vegetación, donde se conjuga el blanco y el negro con matices rojos y negros. Es la noche, la que se filtra entre los ramajes. La artista, que ha sufrido insomnio toda su vida, trabaja con la oscuridad, el sueño, el duermevela y la luz, resaltando la paradoja de que, muchas veces, de noche todo se ve más claro. Aunque cambia la pincelada sigue trabajando sobre la repetición y la trama, generando luz, espacio y ambiente. En contraste con la oscuridad de Insomnios, podemos ver frente a estos un conjunto de pinturas luminosas, justo anteriores, de los años 90, que exploran también el motivo de las vegetaciones colgantes sobre muros, donde aplica Soledad Sevilla otra nueva pincelada, como una hoja diminuta. La luz del día se refleja en la naturaleza cobrando protagonismo en obras como Díptico de Valencia (1996) u Hotel Triunfo (1998), ambas en colecciones valencianas. Se refleja como es el día el que se cuela entre las hojas. SECADEROS DE TABACO DE LA VEGA DE GRANADA En la sala cinco podemos ver las series Nuevas Lejanías (2016), Luces de Invierno (2018), y la obra El silencio (2017), en las que la artista ref lexiona sobre su propia vida, sobre su llegada a un «invierno personal», sin hacer concesiones a la melancolía y la nostalgia. Soledad Sevilla, que ha trabajado a caballo entre Barcelona, Madrid y Granada, tiene ahora su estudio en esta última ciudad. En esta serie de pinturas, rescata de su memoria los secaderos de tabaco de la Vega de Granada, o los plásticos de los invernaderos cuyos movimientos, velando la realidad, reproduce. A través del color y la luz filtrándose, trabaja en estas obras la trama del plástico, lo efímero y las huellas del transcurso del tiempo. REENCUENTRO CON LOS ORÍGENES En la sala cinco B está la Soledad Sevilla más actual, sus series más recientes, de 2022 a 2024: los bocetos de Horizontes y las nueve obras de Esperando a Sempere, que la artista ha creado para esta retrospectiva, y que suponen un reencuentro con sus orígenes y algunos de sus primeros referentes. Como Eusebio Sempere, del que se incluirá un pequeño gouache propiedad de la artista que fue la inspiración y el génesis de estos últimos trabajos. En esta sala vemos cómo la artista vuelve a la línea pura con lápiz, tinta o rotulador, pero abandona la perfección e interviene con su propio cuerpo, su gesto consciente, dejando que introduzca fallos, ondulaciones, excesos de tinta. A medio camino entre una línea recta con regla y una a mano alzada, trabaja la degradación del color. «Esta última sala desemboca en la primera, comunicando el principio con el final, en alusión al mismo cuadro que la propia Soledad Sevilla dice que siempre está pintando. De forma que se ve la implicación de todas sus constantes de maneras muy distintas. Porque Soledad Sevilla es una artista muy libre, con esa libertad de cambiar el rumbo sin traicionarse que es una característica de su trabajo», asegura Isabel Tejeda, comisaria de la muestra. Creada también por Soledad Sevilla para esta retrospectiva, en el hueco de escalera del hall del IVAM, podemos ver la instalación site specific de hilos de algodón titulada Donde estaba la línea, 2025, que la autora ha generado para el museo y con la que recrea una trama traslúcida donde juega con la luz que entra por el ventanal y la arquitectura de la sala, haciendo surgir un nuevo espacio. BIOGRAFÍA Es importante entender quién es Soledad Sevilla, según indica Isabel Tejeda, comisaria de la muestra, «es una mujer enamorada de su trabajo, que no ha dejado de pintar ni un solo día de su vida, de hecho, sigue pintando cuadros inmensos. Sufrió la misma discriminación y dificultades que las mujeres de su generación y nunca se rindió». Nacida en 1944 en Valencia, Soledad Sevilla estudia primero en San Carlos de Valencia y después en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi en Barcelona en los años 60. Participa entre 1969 y 1971 en el Seminario de generación automática de formas plásticas del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid. En los años 70 su obra pictórica utilizará la geometría como una base normativa. «Yo siempre cuento, que cuando todos mis amigos y colegas eran famosos, yo no podía ni exponer. Estaba con un niño en una rodilla, otro en la otra y en la mano el pincel. Se me veía como un ama de casa, no como artista. No había manera de romper esa imagen», cuenta Soledad Sevilla. «Además —prosigue la artista— de que el ámbito de la geometría no interesaba, no se entendía y era masculino. No habré oído yo veces eso de que parece que lo ha hecho un hombre. Afortunadamente eso ha cambiado mucho». En los años 80, cuando vuelve de la Universidad de Harvard donde disfruta de una beca, empieza a ver las cosas de otra manera. A su vuelta a España realiza diversas instalaciones ambientales, todas ellas con una cierta evocación pictórica, que plantean una profunda renovación plástica. En 1993 recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas. Sus instalaciones mantienen una estrecha relación con sus series pictóricas. Hacia finales de los años 90 la retícula desaparece, pero permanecen el módulo y la repetición, una cierta idea de muro y de espacio, a través de lo vegetal. El Centro del Carmen, entonces dependiente del IVAM, realiza una exposición individual comisariada por Yolanda Romero. En 2014 recibe el premio Arte y Mecenazgo, que reconoce la excelencia de su obra y los logros en su trayectoria. En el año 2020 se le otorgan dos de los reconocimientos más destacados de su trayectoria: el Premio Velázquez de Artes Plásticas y su nombramiento como Doctora Honoris Causa de la Universidad de Granada. Ha realizado más de 100 instalaciones, 70 exposiciones individuales y en breve será Académica de San Fernando.


Entrada actualizada el el 08 abr de 2025

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