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Como cualquier folklore que deriva del instinto natural a agruparse, el juntarse a comer evolucionó con el paso de los años en un ... ritual que creció más allá de la simple necesidad de alimentarse para subsistir. Ese gesto simple dio lugar a una tertulia que gira en torno a la satisfacción, al sentirse a gusto tanto por la comida como por la compañía, desenvolviéndose en un acto ceremonial decorado por reglas de conducta y ritmos culinarios. Sin embargo es quizás a raíz del acto fisiológico y casi lisérgico de la digestión, que los protocolos más rígidos se desandan para dar lugar a una ceremonia descontracturada y latente, un momento casi de ensoñación, en el que se ablandan las vestiduras y el tiempo se dilata en forma de inacabables conversaciones, fracción de universo es conocido por la lengua española como la sobremesa.

Este acontecimiento o happening cotidiano se ha dado el lujo de atravesar fronteras gracias a la universalidad del acto cultural de encontrarse alrededor de la mesa, esta misma como construcción morfológica que le da sentido tanto nominal como espacial a ese momento preciso, es a su vez el epicentro en el que se centrifugan anécdotas, discusiones y relatos ensalzados por restos de comidas, aperitivos, moliendas y otros manjares delicados, que se desparraman ya con el orden tácito de lo acontecido.