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Sisterland

Exposición / Sala de Exposiciones Juana Francés - Casa de la Mujer / Casa de la Mujer - Don Juan de Aragón, 2 / Zaragoza, España
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Cuándo:
28 ene de 2010 - 26 feb de 2010

Inauguración:
28 ene de 2010

Organizada por:
Sala de Exposiciones Juana Francés - Casa de la Mujer

Artistas participantes:
Carmela García

       


Descripción de la Exposición

La fotografía de Alice Austen Julia Martin, Julia Bredt y yo disfrazadas de hombres, 4:40 p. m., jueves, 15 octubre de 1891 forma parte del largo e intrincado proceso de construcción de la identidad individual y colectiva. Frente a la hegemonía de los discursos establecidos e inmutables que a fines del siglo XIX regían los códigos de representación, la fotógrafa estadounidense Alice Austen desafió normas, convenciones y estereotipos al posar junto a sus amigas con trajes masculinos y bigotitos pintados. Vestirse de hombres significaba alterar el principal código que permite identificar el género de las personas, y con ello modificar la jerarquía que establece la autoridad y superioridad de lo masculino. Y de paso, sin traumas, dar visibilidad a su lesbianismo. 'Parece que nos vemos mejor como hombres' dicen que comentó. Las tres amigas posan confiadas y divertidas ante el objetivo de la cámara disfrazadas de hombres y con sutil ironía proponen al espectador ver e interpretar en la fotografía las causas que argumentan el supuesto control que ejercen sobre sus cuerpos. El minucioso texto del título que acompaña a la imagen resolverá el enigma, haciendo saltar por los aires toda convención para fijar en el sistema social los límites de expresión y modelos de comportamiento que se imponen a las personas según sea su sexo. Alice Austen dejó claro en su fotografía que el sexo no determina temperamentos, actitudes o comportamientos, para denunciar el sistema jerárquico que fija identidades según los códigos que corresponden a cada género, establece diferencias sobre la capacidad, el carácter, la intensidad y las formas del ser masculino y del ser femenino, y acentúa la superioridad de lo masculino. Normas en absoluto neutrales que evidencian, como Mary Douglas señalara muchos años más tarde, que el cuerpo humano es imagen de la sociedad y, por lo tanto, no puede haber un modo natural de considerar el cuerpo que no implique al mismo tiempo una dimensión social.

 

Al pensamiento feminista corresponde entre otros muchos asuntos la radical transformación de los parámetros sociales que en Occidente amparan la discriminación por razones de género. Un proceso que, pese a su larga historia, todavía está en construcción; si bien, nadie duda de que el feminismo es uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX, su infl uencia y discusión continúa siendo fundamental en la cultura actual ya que permite abordar desde los más diversos ámbitos múltiples nociones tan decisivas en el pensamiento contemporáneo como la relativa al concepto de identidad. Individual y colectiva. La práctica artística vinculada al pensamiento crítico feminista ha demostrado su papel destacado en el cuestionamiento y progresivo derrumbe de una concepción esencialista y unificada de los géneros. Y en esa capacidad de decirse para afirmarse y poder existir, ha señalado José Miguel G. Cortés, la identidad deviene provisional, inestable, múltiple, híbrida, confusa y cambiante. Pasada la euforia que nos llevó a confiar en los excelentes resultados que parecían derivarse de un cambio de actitud respecto a las normas restrictivas que amparaban la concepción hegemónica del discurso masculino, nos enfrentamos con la realidad de aquel espejismo y la urgencia, por tanto, de perseverar en un pensamiento crítico capaz de sacudir la inmutabilidad de las categorías establecidas. Es este el principal objetivo de la artista Carmela García quien, consciente de la situación y desde una posición de activo compromiso, participa con su obra en la historia de la construcción de la identidad individual y colectiva, explorando en los intersticios de sus imágenes fotográficas la permanencia de tantos olvidos, fracasos, silencios y encuentros gozosos; para hacerlos visibles.

 

Desde su primera serie de fotografías Chicas, deseo y ficción (1998), la mujer como individuo centra el trabajo de Carmela García. Un universo femenino donde el deseo y la ficción convergen en los límites de un territorio emocional, lugar elegido por la artista para esclarecer eso que somos. En su deseo de decirse, Carmela García crea en sus fotografías y en su vídeos ficciones que, además de ser una vía de aproximación a la realidad, le van a permitir asumir según el relato diferentes identidades, cambiantes, fragmentarias y contradictorias. En la entrevista que Javier Díaz Guardiola le hizo con motivo de su exposición Paraísos en la galería Juana de Aizpuru (2003), Carmela García señaló que en el fondo lo que hacía con sus fotografías era una autorrepresentación, por lo que sus modelos siempre son mujeres. 'Es como si yo me pusiera en el lugar de la modelo, que mira lo que yo miraría y adopta la postura que yo adoptaría. En ese sentido, sí que hay una acción muy personalizada e individual. Me interesa mucho hablar del individuo, con todas las connotaciones que eso conlleva, por ejemplo, respecto al género, que es un tema sobre el que también incido en unos trabajos más que en otros. En ocasiones hay una lectura de las imágenes acostumbrada. Me gusta cuestionar la mirada [...] Juego con el aspecto externo, del que la fotografía es siempre una parte y cuyos códigos pueden ser leídos de una u otra forma'. Al fin y al cabo, uno siempre está en representación, como anotó Hélène Cixous, quien a continuación advertía que cuando se le pide a una mujer que participe en esa representación, naturalmente se le pide que represente el deseo masculino. Hacer frente a la masculinidad de la mirada con imágenes protagonizadas exclusivamente por mujeres en paisajes naturales o urbanos, escenarios públicos o privados, en ocasiones 'robados' del exclusivo imaginario masculino, es el objetivo que Carmela García se plantea en su obra, decididamente abierta en su narrativa como no puede ser de otro modo cuando se abordan discursos de género y de identidad, y se trabaja con la fotografía. Nociones provisionales e inestables asociadas a la práctica fotográfica asimismo nunca estable, cuyo lenguaje gira en torno a una pluralidad de códigos, variable en cada imagen. John Pultz comienza su libro La fotografía y el cuerpo (1995) señalando la necesidad de revisar el modo como se representa el cuerpo humano tras la reciente aparición del pensamiento posmoderno y feminista que obligan a comprender el cuerpo como lugar de discusión sumamente tensa. De simple goce estético, el cuerpo, moldeado social y culturalmente, es el lugar de discusión e interrogantes. Así lo comprendió Alice Austen y las autoras de las fotografías que Carmela García colecciona en su investigación sobre las representaciones de mujeres con el ánimo de evidenciar la naturaleza múltiple y plural de la identidad femenina. Y la propia Carmela también. Sus obras perseveran en una narración en la que las fotografías actúan como vestigios de la realidad a la que sustituyen, al tiempo que nos sumergen en la ficción, al decir de Jana Leo, para quien la carga simbólica de la fotografía excede a su peso referencial.

 

En 2007 el MUSAC de León encargó a Carmela García realizar un retrato del festival de música de Benicàssim. De aquella invitación surgió la serie de fotografías Sisterland. El título de la secuencia, señala la artista, está asociado al término Sisterhood que alude a la idea de hermandad entre mujeres, por la que las mujeres debían a otras mujeres la posibilidad de atravesar barreras y navegar en un mundo de hombres. Fiel a los parámetros que identifican su propuesta de trabajo, Carmela García sitúa en el centro de unas composiciones rigurosamente elaboradas a mujeres jóvenes que asistieron a la XII edición del FIB de Benicàssim. El lugar elegido es el de las avenidas del festival donde hace posar a las protagonistas. Imágenes directas que sin embargo no se dejan ver a la primera. Un punto de vista único, el ocupado por la cámara que se otorga al espectador, al que se suma el marco que organiza, con una coherencia que en realidad no tiene, la estructura de representación, estrechamente involucrada en la reproducción de la ideología (el marco mental de nuestros puntos de vista). Así lo señala Victor Burgin. Y en este modo de ver fotografías, Burgin menciona otra cuestión importante: que en la actualidad la teoría ha dejado de considerar exclusivamente la estructura de apropiación en la ideología de lo que revelan las fotos, para examinar también las implicaciones ideológicas inscritas en el acto del revelado; una investigación que dirige la atención hacia el objeto/sujeto construido dentro del propio aparato fotográfico. En ocasiones Carmela García fija la atención en los rostros, en el cruce de miradas cómplices, en un beso. Y hace visible lo invisible en una cultura en la que, asevera Craig Owens, la visibilidad está siempre del lado masculino y la invisibilidad en el femenino.

 

Sisterland es celebración.

 


Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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