Siguiendo los caminos marcados en aquella primera exposición de hace tres años, Javier Alkain, firme en sus propósitos de seguir explorando ámbitos intangibles y silenciosos, sin adscribirse a ninguna regla, moda o ismo y lejos, igualmente, de clasificarse como figurativo o abstracto, traza elaborados paneles de contemplación y reflexión mediante una trama de pintura, a primera vista, monocroma.

En el aparente vacío que la urdimbre pictórica de sus obras nos deja entrever, se aprecia una plenitud, un absoluto; una inclinación oriental, una sublimación romántica... Los referentes pueden ser muy variados y en cualquier caso, el discurso de este amante de la naturaleza, de las artes marciales y pescador solitario de los acantilados del Cantábrico, nos introduce en un ámbito inquietante y musical inspirado en los misterios y movimientos del agua y del viento.

Con una técnica simple pero compleja en su realización, Javier Alkain crea paisajes mentales de gran sutileza a través ... de pequeños trazos con óleo en un finísimo pincel, grafito o tinta china sobre soportes convencionales, en un proceso creativo inconsciente y repetitivo, como si de un mantra visual se tratara.